domingo, 16 de noviembre de 2008

Episodio LXXII v1.1

Sí! Costó, pero aquí está, a tiempo y sin retrasos. Sin retrasos porque el capítulo sale textualmente el domingo, por tanto puede salir en cualquier momento de ese día, hasta ahora lo ponía sobre las 0:00 - 2:00 por comodidad, pero para eso está el margen, para estos casos ;)


Título: El Caballero Negro

Tamaño: +17'8 =====> ¡¡¡18!!!

Dedicado a: Ronald!!! Tras dos años de espera por fin debutas en combate xD



PD: Tranquilos!!! la semana que viene vuelven Los Caballeros, no hace falta que acribilléis en los comentarios preguntandolo xD Gabriel y Peter llegarán a Midgar con Arturo y se sabrán más cosas acerca de lo que les depara en aquél remoto lugar






Episodio LXXII

J

ose comenzó a recuperar su aspecto normal y cayó al suelo desmayado. Los demás fueron a socorrerle.

“Sólo ha perdido el conocimiento – dijo Norris poniéndole la mano en la frente – Ha gastado toda su energía y está agotado”.

“Que descanse, se lo merece – dijo Eddy – Ha ganado él solo”.

“¿Estáis seguros?”

Yolien aún era capaz de mover su brazo intacto y de hablar con la mitad humana de su cabeza. El helicóptero descendió desplegando una escalera de cuerda a la que se agarró férreamente con las fuerzas que le quedaban. El helicóptero comenzó a ascender a la vez que se recogía la escalera de manera automática.

“¿Cómo es posible? Jose destruyó tus órganos como dijiste. ¡Deberías estar muerta!” gritó el Comandante.

“Dispongo de una batería de emergencia que me mantiene con vida unas horas por si daba la casualidad de que fuera derrotada. Pero no os preocupéis. Esto no quedará así. Ahora me voy, pero os prometo que volveré y acabaré con todos vosotros. Esperad hasta el momento. Hasta entonces, os he preparado algo de diversión para que os acordéis de mí mientras tanto”.

“¿Diversión?”

“Exacto. Hay una bomba colocada en uno de los edificios de la ciudad, con potencia suficiente para destruir todo a su paso a cinco kilómetros de distancia. Esta programada para explotar mañana al amanecer. Si no la encontráis para entonces, ¡decid adiós a la ciudad!”

“¡Eso suena a mentira barata!” gritó Norris.

“Mañana al amanecer saldrás de dudas. Para entonces ya estaré reparada y volveré. Os daré una pista para que el juego sea más divertido. El edificio en el que se encuentra está en el centro de la ciudad, ¡disfrutad del espectáculo! ¡Tendréis una visión de lo que es el verdadero horror!”.

“¡Cinco kilómetros de diámetro! ¡Destruirá todo el casco urbano!” exclamó Kevin.

La escalera ya estaba casi recogida y Yolien podía tocar la parte de abajo del helicóptero. Miraba hacia el suelo con odio, donde sus enemigos parecían hacerse cada vez más pequeños.

“Norris, Kevin”.

“¿Sí?” respondieron ambos.

“¡Vamos!”

Norris agarró a Eddy por la cintura y lo lanzó hacia el cielo en dirección al punto más alto del castillo lo más fuerte que pudo. Kevin transformó su tridente en un muelle que se contrajo al máximo y también lo lanzó al aire siguiendo a Eddy. La fuerza de Norris no fue suficiente para hacer llegar al petoriano hasta la cima del castillo, pero cuando empezó a descender el muelle de Kevin ya estaba allí para recogerle. Nada más posarse, el muelle se liberó dándole un nuevo impulso.

“No voy a llegar... – pensaba Eddy mientras notaba que su velocidad disminuía según avanzaba – Me va a faltar poco pero no voy a llegar...”

Yolien estaba entrando en la cabina del helicóptero cuando vio a Eddy volando a toda velocidad, ganando terreno por segundos.

“¡Mierda! ¡No te voy a dejar!”

Sacó una granada de un bolsillo y la lanzó contra la torre más alta del castillo, lugar al que se dirigía el joven volando. La granada explotó reventando la parte superior de la torre y precipitando todos los escombros contra el joven.

“¡¡¡Eddy!!!” gritaron todos desde abajo.

“¡Jajaja! ¡Se acabó!”

“Tienes razón – dijo el joven petoriano mientras veía acercarse un pedazo de escombro de un tamaño descomunal – ¡Se acabó para ti!”

Eddy se dio la vuelta en el aire y le dio una patada de chilena al gran escombro que se le acercaba. Su empeine estuvo parado unos instantes en la superficie del escombro, mientras empezaba a descender.

“Acabas de firmar... ¡tu sentencia de muerte!”

Finalmente completó el movimiento terminando dando una voltereta hacia atrás en el aire para conseguir la fuerza que le faltaba y proyectó el enorme escombro directo contra el helicóptero, primero chocando contra Yolien, empujándola hacia dentro y unas pocas centésimas de segundo después, explotando el helicóptero con el impacto, y desintegrando por completo a Yolien en medio de una potente deflagración sin que quedase ni un trozo de hierro suelto por ahí.

“¡Lo logramos!” Gritaron David, Kevin y Norris desde abajo mientras veía extenderse las llamas por el cielo y los restos de chapa carbonizada caían por los alrededores.

Estaban tan emocionados con la celebración, que no se dieron cuenta de que una sombra había descendido a tierra desde las llamas, muy cerca de ellos.

“Fiuuuuuuuu – respiraba al fin David con tranquilidad – He visto morir dos veces a esa mujer, pero aún no me siento del todo relajado… No volverá, ¿verdad?”

“No te preocupes, no se puede sobrevivir a eso” dijo Kevin con seguridad.

De pronto una extraña masa de hierro envuelta en llamas cayó al suelo cerca de David. La curiosidad le hizo acercarse a observarlo y su rostro se tornó a una expresión de horror inexplicable.

“Gyaaaaaaahhh” gritó.

Kevin y Norris se acercaron rápidamente. La masa de hierro que había caído se trataba de un trozo de la cabeza robótica de Yolien que había sido previamente abollada por Jose. Estaba en un estado lamentable, apenas quedaban un trozo del ojo y los alrededores y las llamas seguían consumiéndola poco a poco. A pesar de todo, dentro del ojo había una lucecita verde encendida que demostraba que la vida no se había extinguido en su interior.

“¡Cuidado! ¡No podemos asegurar que no pueda hacer nada ni en ese estado!” aseguró el Comandante.

“Espera, mira bien…” dijo Norris.

La lucecita comenzó a parpadear, cada vez con menos intermitencia, a la vez que se desvanecía lentamente hasta desaparecer.

“Por si queda alguna duda…”

Norris aplastó los restos de la cabeza con sus botas, restregando con fuerza el talón sobre el ojo y en consecuencia apagando las llamas.

“Gracias, Norris”.

“Ha sido un placer” contestó sonriente.

“Bueno, ahora vamos a Petoria, tenemos que encontrar esa bomba en menos de 20 horas”.

“¿No se os olvida algo?” escucharon.

Eddy descendía con rapidez, sin fuerzas para controlar la caída, y con montón de escombros tras él.

“Mierda, no puedo usar de nuevo el tridente, ¡porque no lo tengo en las manos! ¡Se me olvidó recogerlo del suelo cuando cayó con la emoción de la victoria!”

“¡Toma!” se lo pasó Norris, que lo tenía más cerca.

“Las rocas están demasiado cerca... No me dará tiempo...” pensó y cerró los ojos.

De pronto, un puño apareció y destrozó los escombros que caían, impidiendo que aplastaran a los petorianos.

“¿Quién...?”

Kevin abrió los ojos y vio la figura de Jose con el brazo al alza y Eddy cogido como si fuera un saco de patatas.

“¡Jose! ¡Ya estás despierto! – exclamó Norris – Pensé que te habías quedado sin fuerzas”.

“No hace falta mucha fuerza para destruir cuatro piedrecillas de nada”.

“Ey, tío, gracias, pero ya puedes soltarme” sugirió Eddy algo agobiado.

“Perdona, se me había olvidado” dijo y le soltó de golpe.

“Cuidado, que estoy frágil. Seguro que me ha dado tendiditis por la fuerza de la patada”.

“Tú lo que tienes es cuentitis” dijo Norris y todos rieron.

“Ahora en serio, ¿para que querría los cuerpos de Isabel y Verónica?”

“Ella no los quería, los quiero yo”.

Todos dieron media vuelta al escuchar aquella voz. A sus espaldas se encontraba un joven de color, con la cabeza rapada, los ojos negros y vistiendo una camiseta de tirantes también negra que hacía relucir sus músculos en plena forma. Portaba una espada enganchada a la cintura, pero no se veía su aspecto, ya que estaba completamente envuelta con una manta marrón.

“¿Eres quien pilotaba el helicóptero?” preguntó Jose.

“Sí, era yo”.

“¿Cómo ha podido sobrevivir a la explosión? – se preguntaba Eddy, como si ese hecho pusiera en duda sus cualidades – Espera, es más que eso. No tiene ni un rasguño, ni una quemadura en el cuerpo ni en la ropa, a pesar de la magnitud de la deflagración que ha desintegrado a Yolien, está intacto”.

“Recuerda que la roca ha golpeado la parte frontal del helicóptero, pero en el lateral opuesto a la cabina” comentó Norris.

“Aún así ha sido un golpe con el factor sorpresa, no le debería haber dado tiempo a escapar, y mucho menos intacto”.

“¿Quién eres?” le preguntó el Comandante.

“Podéis llamarme… ¡El Caballero Negro!”

La expresión de sorpresa de los guerreros de Petoria en aquél momento no era algo descriptible. Los jóvenes no daban crédito a sus oídos ni sabían exactamente como interpretar aquella respuesta.

“¿Ca… Caballero? – repitió Kevin incrédulo –¿Qué estás diciendo? ¡Eso es imposible!”

“Entonces… ¿eres un aliado o un enemigo? – preguntó David – ¿Conoces al señor Arturo y a los demás?”

“¡¿Te has vuelto loco?! – irrumpió Norris – ¿Cómo va a ser un aliado si ha venido con Yolien?!”

“Responderé a todo a la vez. No tengo el placer de conocer al resto de los caballeros, aunque espero hacerlo pronto. No soy ni vuestro aliado ni vuestro enemigo. Tampoco he venido aquí para mentir sobre quien soy. He venido para tomar los cadáveres de Isabel y Verónica. No tengo nada en contra vuestra ni motivos para acabar con vosotros, es más, no me importa en absoluto que hayáis matado a quien fue designada para acompañarme, de hecho, es mejor así, no hacía más que estorbar. Si cooperáis, nadie saldrá herido”.

“¿Para qué quieres dos cuerpos inertes? Si se puede saber…” preguntó Eddy.

“En cuanto los tome, lo veréis”.

“¡Eso será si te dejamos, claro!” exclamó el barman remangándose la camisa.

“No os metáis en batallas que no podáis ganar. Yolien os ha debilitado mucho y no estáis en condiciones para enfrentaros a mí. Id a curar vuestras heridas y a descansar, aquí no tenéis nada que hacer”.

“Lo siento – dijo Eddy – pero no te dejaremos tomar esos dos cuerpos si no es para darles mejor sepultura de la que tienen”.

“En cuanto consiga lo que quiero, no tengo inconveniente en ayudaros a darles una sepultura digna”.

“Promoción no acumulable a otras ofertas. Sentimos no poder aceptar tu solicitud” contestó el bisexual”.

“En ese caso… ¡Me obligaréis a tomarlos por la fuerza!”

Retiró la manta que cubría su espada y apareció una espada con toda la hoja de color negro y la empuñadura roja, pero recubierta con tela negra, dejando ver sólo unos cuantos rombos rojos por la forma en que estaba recubierta.

“David, es mejor que te apartes – dijo Jose – Parece que no es un tramposo, si te escondes en el castillo no irá a por ti. Puede que haya algo de caballero en sus palabras”.

“En…tendido…” susurró y se fue retirando dando pasos hacia atrás, sin volver la espalda a los que estaba sucediendo.

“Ya se han ido los civiles. ¡Ahora podemos darlo todo, chicos!” exclamó Eddy.

“Os aviso… Yo no soy tan débil como Yolien”.

“Esta insinuando que Yolien era débil… ¡Eso es insultarnos a nosotros!”

El Caballero Negro se colocó en posición de combate, con las dos manos empuñando la espada y apuntando al frente con los brazos totalmente extendidos.

“Venid...” dijo les hizo un gesto con un dedo.

Los guerreros de Petoria cayeron en su provocación y trataron de atacarle todos a la vez y de frente. El Caballero Negro elevó la espada al cielo y espero a que sus oponentes estuvieran cerca. En el momento apropiado bajó la espada y al tocar el suelo se produjo una leve explosión a su alrededor que rechazó a todos sus adversarios, que cayeron al suelo de espaldas con un fuerte golpe y seco.

“¡Os lo repetiré! ¡No podéis hacer nada! ¡Este combate es innecesario! He leído informe sobre todos vosotros, conozco todos vuestros ataques. Abandonad antes de que sea demasiado tarde, por vuestro propio bien”.

“Ningún informe refleja nuestro espíritu” dijo Norris al levantarse.

“Norris. Especialidad, combate callejero con cualquier tipo de arma guardada dentro de su ropa. El tipo de persona débil que se escuda detrás de sus armas porque sin ellas no sirve para nada”.

“¡¿Qué?! ¡¿Cómo te atreves?!”

Sacó una navaja y se lanzó contra el Caballero Negro, que bloqueó con facilidad su ataque simplemente agarrando su muñeca.

“¿Ves?” confirmó y le tiró al suelo sacudiéndole a través del brazo que tenía agarrado.

Aprovechando que acababa de atacar a Norris y aún tenía, la guardia baja, Jose se aproximó por un lado tratando de encajarle un tremendo puñetazo. El Caballero Negro se giró con rapidez y paró el puño con la palma de la mano.

“Mierda... Mi fuerza ha menguado con diferencia al haber usado el Gia Sekando”.

“Aquí tenemos a Jose, el dueño de un bar con el nombre anticuado y cuya fuerza es directamente proporcional al amor que siente por su madre”.

Kevin acudió en su ayuda y atacó a la mano con la que el Caballero Negro bloqueaba a Jose, no teniendo más remedio que esquivarlo y retirarse unos pasos.

“El reciente Comandante Kevin, una persona que lleva imponiendo sus obligaciones por encima de todo desde tenía uso de razón. Tu arma es peligrosa, puede adoptar varias formas, pero más peligrosa será esa actitud respecto al trabajo cuando quieras tener una pareja estable”.

“¡Metete con alguien de tu tamaño!”

Eddy dio un saltó, después una voltereta en el aire, y proyectó una patada contra el enemigo, que la paró con la empuñadura de la espada.

“Te reconozco. Eres Eddy, el que practica capoeira. También conocido como aquél que no sabe ni en que acera está”.

“Sé perfectamente en que acera estoy. Supongo que ya puedo decirlo. En realidad no soy bisexual, solo era una trampa para hacer mi salida del armario más gradual y menos chocante, supongo que aún tenía miedo de que hubiera brotes de homofobia entre la población. En realidad, ¡soy totalmente gay! ¡Y tú no estás nada mal!”

“Por fin lo ha dicho” dijo Norris.

“Ya era hora” dijo Jose.

“Sí, eres vago hasta para eso – dijo Kevin – Ya creíamos que nunca lo dirías”.

“¡¿Cómo?! ¿Lo sabíais todos?!” exclamó perplejo.

“¡Jajaja! ¡No sé de que te sorprendes! – reía Norris – Esas cosas no se pueden ocultar, y menos a tu compañero de trabajo y socio”.

“No sé cómo pudiste pensar que tendríamos algún brote de homofobia” dijo Jose.

“¡Recuérdalo! ¡Somos amigos! Y los amigos... Se aceptan tal como son”.

“Chicos...” sonrió llorando y con un moco que le llegaba hasta los labios.

“Ya nos invitarás luego a una copa en el bar. Ahora ¡lucha!” dijo Norris.

Aquellas palabras animaron al homosexual, que tomó la iniciativa en el combate. Atacó de frente a su adversario y, a pesar de que era capaz de bloquear o esquivar según procedía, sus movimientos de capoeira, notaba que era capaz de enfrentarse a él en igualdad de condiciones.

“No parece tan fuerte como dice – pensaba – Si es un caballero, debería ser capaz de vencernos con facilidad...”

El Caballero Negro utilizó su espada negra para atacar a Eddy, que se vio obligado a retirarse dando volteretas hacia atrás, llegando junto a sus compañeros. Viendo que huía su oponente, cambió de objetivo, atacando a Jose, que bloqueaba sus ataques con los brazos, pero evitaba atacar.

“¿Tratas de recuperarte de tu combate contra Yolien? Te diré una cosa... ¡El que no ataca no gana!”

Dio un puñetazo más fuerte de los normal que echó para atrás a Jose y siguió cambiando de objetivo varias veces, haciendo retroceder un poco a cada uno, sin llegar a hacerles ningún daño significativo.

“¿Qué pretende? ¿Juega con nosotros?” dijo Jose tras haberse visto obligado a retirarse por tercera vez.

“Yo también he tenido que huir de él varias veces, pero no me sigue – agregó Norris – Prefiere pasar e ir a por otro”.

“Creo que sólo es un fanfarrón. No es tan fuerte como dice. Con un buen plan, podremos con él”.

“No puede ser tan débil, Eddy. Tiene que esconder algo” dijo Kevin.

“Está bien, pensemos. A ver... Ha dicho que es un caballero, ¿no? Y parece cierto. Si es así, tiene que controlar algún elemento concreto. Es muy extraño que no lo haya mostrado o que ni siquiera se haya presentado como el caballero de cierto elemento, ¿no os parece extraño?” preguntó Jose.

“Quizás lo esté reservando para cuando se sienta acorralado” comentó Norris.

“No estoy reservándome nada” respondió el propio Caballero Negro.

“¿Cómo? – dijo Eddy – ¿Nos estabas escuchando?”

“No es que habléis bajo precisamente...”

“Da igual. Explícate, por favor” continuó Kevin.

“A pesar de ser el Caballero Negro, no poseo el control de ningún elemento tal como lo conocéis. Puede que al nacer me maldijera una mala estrella. Sólo soy eso, el Caballero Negro, aquél que convierte en oscuridad todo lo que pasa por sus manos. Pero por eso estoy aquí, para poner fin a eso”.

“Primero tendrás que llegar hasta Isabel”.

“Mirad donde estoy”.

Los petorianos se quedaron sin palabras cuando vieron que a un par de pasos a su espalda se encontraba la tumba de Isabel.

“¿Cómo lo has hecho?” preguntó Jose.

“Muy fácil, llevo arrastrándoos hacia aquí durante todo el combate. Sólo hay que saber a quien atacar y hacia donde esquivar”.

“Nos ha engañado...”

“Ahora si me disculpáis...”

El Caballero Negro dio una voltereta hacia atrás aterrizando al lado de los palos que servían de sepultura a la tumba. Metió la mano en la tierra, atravesándola con la misma facilidad que si fuera líquida. Incrustó más de medio brazo, paró, y la sacó de golpe, trayendo consigo el cadáver de Isabel agarrado por la cabeza.

“¡¡¡Gyaaaaaaahhhhhh!!!” gritó David al verlo.

El cuerpo de Isabel estaba ya en avanzado estado de descomposición. Había cogido un tono marrón oscuro, la mayor parte de la carne había desaparecido, sobretodo en la cara. Los ojos habían sido devorados por los gusanos, le quedaban menos de la mitad de los dientes y se veían los huesos a través de la ropa, todo lleno de tierra y gusanos y con un aspecto de lo más tétrico.

“¿Qué vas a hacer con ese cadáver?” preguntó Eddy

“Cuando una persona muere, con ella se pierden todas sus experiencias. Mi instructor, Mesa, en pos de hacer realidad su sueño, puesto que en los miryoku solo se pueden almacenar cosas tangibles salvo una excepción, recuerdos, que son ondas electrónicas que pueden ser almacenadas en vídeo a través del magnetismo, desarrolló una forma de materializar los conocimientos y habilidades de una persona, para que pudieran ser utilizadas por otras personas en el futuro. Hasta ahora la única posibilidad era utilizando los recuerdos como fuente de conocimiento y aprender de ellos. ¡Ahora será como si todas sus habilidades hubieran sido siempre mías!”.

“¿Y cómo vas a hacer eso?” insistió el homosexual en su pregunta.

“Mira atentamente. Lo de hoy es algo que no se ve todos los días” dijo Jose.

El Caballero Negro creó una bola de energía del tamaño de su puño, de color negro con suaves rayitos violetas a su alrededor. Colocó la bola sobre el cadáver y al entrar en contacto con el cuerpo comenzó a girar sobre sí misma a gran velocidad. La parte superior de la bola comenzó a abrirse mientras giraba hasta que se convirtió en un pequeño agujero negro y se produjo una corriente de aire hacia su interior.

“¿Qué está pasando? – dijo Kevin al ver agitarse los árboles – ¿Va a absorber la isla entera con eso?”

De pronto, todos vieron como un extraño polvo azul brillante salía del cadáver de Isabel como si se tratara de una lluvia de estrellas, e iba introduciéndose dentro del agujero negro. El polvo iba acumulándose en el fondo de la bola, tornando su color a azul marino según avanzaba el proceso.

“¿Qué va a pasar ahora?” se preguntaba David preocupado.

Cuando el polvo terminó de acumularse, el agujero negro se desvaneció quedando una preciosa esfera azul oscuro y blanca, que parecía tener en su interior las olas y la espuma del mar.

“¡El elemento agua! ¡Ya es mío!”

Apretó la esfera que él mismo había creado contra su pecho y esta se introdujo en su interior sin esfuerzo. Entonces su cuerpo se iluminó y un torrente de agua le envolvió completamente. De pronto, todos vieron como el agua que el envolvía se volvía tan negra como el petróleo.

“¿Qué le pasa al agua? Parece contaminada...” dijo Norris.

“El mismo lo dijo, aquél que convierte en oscuridad todo lo que pasa por sus manos. Parece que no mentía...” dijo Jose.

El torrente se disipó quedando un charco de agua negra a su alrededor. Rápidamente, el césped la absorbió y en cuestión de segundos se secó.

“Tengo uno, queda el otro” dijo el Caballero Negro con una sonrisa que mostraba sus blancos dientes.

“¿Y ahora...?”

Suiton, Suiryuudan no Jutsu”.

Un dragón de agua negra salió del mar y se lanzó contra los guerreros de Petoria.

“¡Esa es una técnica de Isabel!” gritó David desde el castillo.

“Negra o no, si nos toca esa agua nos hará mucho daño” aseguró Jose.

“Es mucho más fácil si le atacamos a él directamente. Manejando esa cosa tan grande no puede moverse” dijo Eddy.

Tomó la iniciativa y atacó, preparando una patada tras saltar. El Caballero Negro dirigió el dragón de agua negra contra él para que le protegiera, dándole de lleno.

“¡No! ¡Le ha alcanzado!” gritó Jose.

El dragón no tenía la fuerza suficiente como para hacer algo más que mojar al guerrero homosexual, por lo que continuó avanzando destruyéndolo hasta que el Caballero Negro tuvo que detener la técnica y bloquear la patada por su proximidad.

“¿Qué mierda de poder es ése? ¡Sólo es un poco de agua sucia, no me ha hecho nada!”

El Caballero Negro sonrió. Aprovechó que le tenía cogido de la pierna para darle unas cuantas vueltas y finalmente proyectarle contra sus compañeros.

“¡Y ahora os toca a vosotros!”

Proyectó un chorro de agua negra, esta vez sobre todos los demás. Ninguno se molestó en esquivarla, únicamente se cubrieron los ojos, acabando todos empapados.

“Puajjjjh – dijó Eddy sacudiéndose el pelo como si fuera un perro – Que asco, ¿cómo me quito esta porquería?”

“Esa porquería será la causa de vuestra derrota”.

“¡No lo creo! – exclamó Norris orgulloso después de haber realizado una patada giratoria en el aire – Con la fuerza del giro me he centrifugado a mí mismo y ya estoy seco. No sé cual era tu plan, pero está claro que no ha funcionado”.

El Caballero Negro sonrió e inició la ofensiva directo contra aquél que había inutilizado su última técnica. Atacó al homosexual con combinaciones de puñetazos y patadas que apenas podía esquivar.

“Ahora que ha absorbido los poderes de Isabel, parece haberse crecido. Tiene más confianza en sí mismo y sus ataques son más fuertes y certeros...”

Finalmente le dio con la empuñadura de la espada en el costado y se lo quitó de encima, dejándole en el suelo, yendo a por el siguiente.

“¡Es mío! ¡ Jose Super Miracle Special Ultra Megaton Punch!” exclamó el barman y trató de dar un fuerte golpe con todas sus fuerzas.

El Caballero Negro se cubrió poniendo los brazos en cruz. A pesar de todo, el impacto consiguió hacerle retroceder.

“¿El golpe más fuerte de Jose sin estar en Gia Sekando y sólo ha conseguido hacerle retroceder un poco?”

“Y además arrastrándole los pies, en realidad no ha retrocedido como tal. Fíjate el surco que ha dejado, Kevin”.

“Definitivamente, el elemento agua ha aumentado sus fuerzas” pensaba Eddy desde el suelo.

Al ver que Jose no sabía que hacer después de que su ataque no cumpliera sus expectativas, le atacó él.

“Confías demasiado en tu fuerza” le dijo.

El Caballero le atacó con la espada, Jose se cubrió y consiguió que todo quedara en un corte en el brazo.

“Tienes suerte de ser tan grande, por eso mis ataques te hacen menos efecto”.

Kevin le salió al rescate realizando varias estocadas con su lanza. Por más que se esforzaba, no conseguía acertarle ni una sola vez.

“¿Qué me pasa? – pensó – Esto no es normal en mí. ¿Tan fuerte y rápido es?”

Aprovechando sus dudas, el Caballero Negro despejó su lanza con la espada, quitándosela de las manos.

“¡No!”

“Se acabó, chico, hay que estar atento, sobretodo cuando te juegas la vida. – dijo mientras apuntaba con la espada a su cuello – En los informes no venía que te derrumbas con facilidad, supongo que por eso tienes este trabajo, en el que la base es la disciplina. Ahí no puedes dudar”.

El Caballero Negro agarró a Kevin por el cuello y lo elevó hasta que sus pies no tocaban el suelo.

“Sólo estás ganando porque luchas contra nosotros, pero no eres rival para los caballeros. – aseguraba el Comandante medio agonizando, mientras trataba inútilmente de librarse de las garras de su opresor – Cuando te encuentres con Arturo, Fidel, Jonyo, Gabriel o Reik te destrozarán en un abrir y cerrar de ojos. Estoy seguro…”

Algo ocurrió y El Caballero Negro apretó con mucha más fuerza y después lanzó al Comandante por los aires, directo contra una estatua del jardín.

“¡NO TE ATREVAS…!” gritó.

“¿Qué le pasa de repente?” se preguntaba Norris.

“Debe de haberle pasado lo mismo que a mí – opinó Jose – Kevin ha debido de decir algo sin querer que le ha hecho perder el control”.

Kevin estaba quitándose las piedras y el polvo de encima mientras tosía y se palpaba el cuello, sintiendo aún la mano de su oponente en su garganta, de tanta fuerza con la que le había apretado. Miró al frente y la punta de la espada de su oponente estaba delante de sus ojos, a punto de atravesarle la cabeza.

“¡A PRONUNCIAR ESE NOMBRE!”

Kevin esquivó la espada de un acto reflejo, siendo incapaz de evitar que la punta de la espada le hiciera un corte en la mejilla y le desgarrara una hombreras. El Caballero Negro parecía haber perdido el control. Tras intentar atravesar la cabeza del Comandante, no fue capaz de frenar la velocidad de la espada y se clavó en el suelo más de la mitad de la hoja. Aún enfurecido, agarró la espada y fue directo a atravesar la cabeza del Comandante, que cerró los ojos al ver que no podía esquivarlo.

“¡¡¡Muere!!!”

Un pitido detuvo al Caballero Negro. Se trataba de su transmisor. Alguien trataba de establecer comunicación con él.

“¡Black Moon Rising! ¡¿Me recibes?! – se esuchó por el transmisor – ¡Black Moon Rising! ¡Aquí Bad Joke! ¡Repito! ¡¿Me recibes?!”

Kevin abrió los ojos y al hacerlo tuvo un corte en la pestaña puesto que la punta de la espada estaba posada sobre ella. El Caballero Negro se había detenido sin dudar al escuchar aquella voz, pero aún seguía en posición de ataque y apuntando a Kevin.

“¡Black Moon Rising! ¡Detente y contesta! ¡Es una orden! ¡Repito! ¡Es una orden!”

“Esa voz… – comentó Eddy – Me resulta extrañamente familiar…”

“Es normal. Es la voz del tipo que interrumpió tu combate, ¿recuerdas? – dijo Norris – El tipo que vestía de traje…”

“Ese cabrón… Debí imaginarme que todo era idea suya”.

El Caballero Negro bajó su espada, la clavó en el suelo y cogió un transmisor que llevaba enganchado al cinturón por la espalda.

“Aquí Black Moon Rising – dijo sin quitarle el ojo a Kevin – Te recibo. Dime”.

“Estoy sintiendo tu energía desde aquí. Has debido de escuchar ese nombre... No te he enviado allí para que destruyas la ciudad entera. Limítate a cumplir las órdenes. Después vuelve aquí, y te llevaré junto a quien buscas. Cambio y corto”.

“Entendido. Cambio y corto”.

Bajo la espada y la clavó en el suelo, cerró los ojos y respiró hondo durante unos segundos. Después volvió a abrirlos y agarró la espada de nuevo.

“Perdonadme. He perdido el control. No volverá a ocurrir”.

Sin decir ni una palabra más, reanudó su ofensiva cambiando incluso de oponente para demostrar que no tenía nada en contra de Kevin. Atacó entonces a Norris con relativa suavidad, permitiéndole esquivar con facilidad o bloquear sin esfuerzo, tratando de demostrar que había dejado atrás por completo lo ocurrido hace escasos minutos. El resto se quedaron observando sin saber exactamente como debían reaccionar ante tal comportamiento.

“Por un lado deberíamos provocarle de nuevo para averiguar cual es el nombre que le produce tanto malestar – dijo Eddy mientras observaba combatir a Norris contra él – Sería una información importante para darle a los caballeros, teniendo en cuenta que quiere la cabeza de uno de ellos. Sin embargo, si vuelve a enfurecer de ese modo, puede que Mesa no sea capaz de pararle y quien esté luchando contra él muera...”

“No podemos seguir así. Ahora que ha absorbido el elemento agua ha empezado a controlar el combate – dijo Jose – ¿No le notáis más rápido y fuerte?”

“La verdad es que sí, seguramente no haya peleado en serio todavía – confirmó el homosexual –Ya estamos todos jadeando, es hora de hacer un plan si no queremos morir. Hay que acabar rápido ¿Todavía tienes afilada esa lanza?”

“Sí, aquí está” dijo al recogerla del suelo.

“Ok, ¡vamos!”

Norris continuaba enfrentando al Caballero Negro, evitando las estocadas de su espada de negra con facilidad, pero siendo bloqueados sus ataques con la misma facilidad.

“¡Déjale en paz!” escuchó.

Jose empezó a atacarle con una lluvia de puñetazos que el Caballero Negro evitaba esquivando y bloqueando con la espada cuando le fallaba la velocidad. La intensidad del ataque le obligó a dejar en paz a Norris y centrarse en su nuevo agresor.

“¡Ahora!” gritó Eddy.

Kevin lanzó su lanza contra el Caballero Negro, que estaba a pocos metros de distancia. El Caballero Negro escuchó el sonido de la lanza aproximándose y la esquivó girando la cabeza instintivamente.

“Ufffff... Casi me dan...”

“¡Aún no hemos acabado!”

El Caballero Negro vio como la lanza iba directamente a Eddy, que dio un pequeño salto para posar las manos sobre el suelo y quedarse haciendo el pino. Entonces extendió sus piernas en un ángulo de noventa grados frente a su cuerpo y comenzó a girar como una peonza. Cuando la lanza chocó contra él rebotó en dirección a su objetivo, que estaba perplejo ante aquellos acontecimientos.

“No voy a caer en algo así otra vez”.

Optó por quedarse quieto y despejó la lanza hacia el cielo con la espada, saltando gran cantidad de chispas en el impacto.

“¡No! – exclamó Eddy – ¡Hemos fallado!”

De repente, el Caballero Negro notó que no le iluminaba la luz del sol, estaba dentro de una sombra cuando no había ni una nube en el cielo. Miró hacia el sol y vio que la figura de Kevin tapaba la estrella, después de que saltara para coger su lanza, la agarrara con las dos manos y se lanzara en picado contra su objetivo.

“¿No creerías que iba a dejar que alguien te atacara con mi arma? ¡Eso es algo que sólo puedo hacer yo!”

Dada la proximidad del Comandante, el Caballero Negro no tuvo más remedio que colocarse para encajar el impacto en el último momento tratando de desviarlo con la espada.

Kevin apretó fuerte sus brazos queriendo aplicar la mayor presión posible al golpe y acabar con su enemigo de una vez por todas.

“¡Saluda a Mesa de nuestra parte!”

De pronto Kevin escuchó un crujido del interior de sus brazos, fue perdiendo velocidad y el Caballero Negro le desvió con facilidad, impactando contra el suelo dándose un buen golpe.

“Por fin... Ha tardado más de lo que esperaba” sonrió el Caballero Negro.

“¿Por fin? ¿Por fin qué? ¿Qué ha pasado?” preguntaba Eddy atónito.

“Mi cabeza... dijo Kevin al levantarse – Yo tampoco sé que ha ocurrido... pero creo que me roto los brazos”.

“Pronto os pasará a todos” dijo el Caballero Negro.

“¡Cállate y lucha!” exclamó Norris y se lanzó contra él.

Sacó una cadena del interior de la chaqueta y atacó a su adversario poniéndosela por el cuello. Después tiró de ella para estrangularle, entonces escuchó el crujido en sus propios brazos y soltó la cadena para revolverse de dolor en el suelo.

“Ya sólo quedan dos”.

Jose no se atrevía a atacar por miedo a que le pasara lo mismo, por lo que su adversario tomó la iniciativa. Con puñetazo no demasiado fuerte en el pecho le rompió todas las costillas y cayó al suelo de boca.

“¿Qué les ha pasado? – preguntó Eddy, que era el único que quedaba en pie – ¡Contesta!”

“Es el agua. El agua negra. Este es su poder. En un principio parece exactamente igual que el agua normal salvo el color y que es algo más densa y pesada, pero en realidad es totalmente distinta. Una vez en contacto con la piel, penetra por poros, por eso os habéis secado tan rápido, avanza hasta los músculos y los atrofia, y por último debilita los huesos hasta que con un movimiento brusco se destrozan”.

“¡Imposible!” exclamó el Comandante desde el suelo.

“¿En serio creíais que por haber absorbido el elemento agua me había más fuerte y rápido? En realidad, erais vosotros los que cada vez os volvíais más débiles y lentos, a causa del agua negra”.

“Tiene que ser una broma...”

Eddy dio una patada al aire para probar y notó como se le rompieron todos los huesos de la pierna, cayendo al suelo al instante.

“Espero que eso te despeje todas las dudabas. Ahora, si me disculpáis, he de tomar el elemento viento.”

“No puedes hacerlo. ¿No escuchaste a David? El cuerpo de Verónica fue destruido y esparcido por el cielo y el mar. No hay manera de que lo encuentres”.

El Caballero Negro sonrió.

“Eso no es un problema, mientras haya fragmentos de esas cenizas cerca de aquí. El agujero negro que creé antes reaccionaba sólo con las partículas de Isabel, si ahora creo uno que sólo reaccione con las de Verónica, con que los fragmentos estén dentro del alcance de la corriente de viento es suficiente, todo lo que entre que no sea habilidades de Verónica, será destruido por la fuerza de la gravedad”.

Volvió a crear una bola de energía del tamaño de su puño, de color negro con suaves rayitos violetas a su alrededores, sólo que esta vez empezó a girar de inmediato, sin entrar en contacto con nada, hasta que se formó el agujero negro. La corriente de viento en esta ocasión era mucho mayor e incluso los propios petorianos se tuvieron que agarrar a lo que pudieron para no ser absorbidos. Dentro del castillo, David tuvo que cerrar la puerta y las ventanas para no ser absorbido y aún así fue arrastrado y se golpeó contra la pared. El polvo brillante que apareció esta vez era verde, y venía de todas partes, creando un efecto similar al de los fuegos artificiales al dispersarse.

“¡Noooo! ¡Lo está volviendo a hacer!” gritó Eddy.

“Tanto tiempo combatiendo y no hemos podido hacer nada parea evitarlo...” se lamentaba Jose.

El polvo se acumuló dentro de la bola hasta crear una preciosa esfera verde y blanca, en cuyo interior parecía encontrarse un cielo verde y las nubes vistos desde el espacio.

“¡Por fin! ¡Lo conseguí! – gritaba exaltado – ¡He cumplido mi misión! ¡Ahora podré conseguir mi recompensa!”

Introdujo la esfera en el interior de su cuerpo incrustándosela de golpe en el pecho de la emoción. Su cuerpo se iluminó con una intensa luz y un huracán apareció a su alrededor, huracán que se volvió negro a los pocos segundos.

“Ya es mío... ¡El poder del viento negro!”

El huracán se dispersó y el Caballero Negro comenzó a cubrir su espada en la misma manta marrón en la que la trajo.

“Ha sido un placer combatir con vosotros, pero ya no podéis hacer nada. Cada paso que deis, cada movimiento, cada golpe, será un doloroso infierno insoportable. Rendiros, si os laváis en agua de manantial os curaréis en poco tiempo”.

El Caballero Negro les dejó tirados en el suelo, medio inmóviles, con sus huesos frágiles y sus músculos atrofiados, sin posibilidad de hacer nada por continuar. Tras enfundar la espada, comenzó a marcharse caminando.

“Espera...” escuchó.

Se paró, y por simple curiosidad se dio la vuelta.

“Si has venido a apoderarte de los elementos del agua y el viento, significa que también quieres los demás. Por lo que irás tras Arturo y su grupo. ¿Crees que sabiendo eso podemos dejarte marchar?” le dijo Eddy, tratando de mantenerse en pie como podía.

Kevin, Jose y Eddy se levantaron también, con las piernas temblando.

“Los caballeros nos ayudaron cuando atacaron nuestro pueblo. Hasta aceptaron participar en los Juegos de Petoria para nuestro disfrute” dijo Jose.

“Si van a ir tras ellos...” dijo Norris

“¡Primero tendrás que vencernos a nosotros!” exclamaron los tres a la vez.

El Caballero Negro, admirando el espíritu de combate de sus adversarios, volvió a desenfundar su espada negra.

“No quería usar esto contra vosotros, el nuevo ataque que me proporciona el elemento viento, pero no me dejáis elección” dijo y desenfundó de nuevo su espada negra.

“¡Cuidado! – exclamó Norris mientras estaban en posición defensiva – ¡Cubríos!”

“¡Getsuga Tenshou!” exclamó el Caballero Negro.

Realizó un corte horizontal al aire y un haz de viento negro con forma de media luna apareció de la nada, con un tamaño suficiente para llevarse por delante a sus cuatro oponentes.

“¡Nos va a cotar por la mitad! ¡Cuidado!” gritó Norris.

Avanzó a tal velocidad que ninguno pudo hacer nada por evitarlo e impacto en el estómago de los cuatro a la vez, empujándolos hacia atrás hasta que el ataque se desvaneció en el aire y todos cayeron desperdigados por el y suelo rodando, con una herida en el estómago.

“El Getsuga Tenshou es básicamente lo que vosotros conocéis como un viento cortante, pero con una potencia tan grande que podría cortar hasta el mismo cielo. Lo he ejecutado con suavidad para no mataros. Ya no podéis hacer nada. Si intentáis siquiera moveros, la hemorragia será tan grande que moriréis al instante”.

Jose, Kevin, Norris y Eddy estaban tirados en el suelo y tenían cada uno un profundo desgarrón en el estómago del que manaba sangre a borbotones. Los cuatro se revolvían de dolor mientras veían como salían sus propias entrañas al exterior. Poco a poco, fueron perdiendo el conocimiento y cesando los gritos. El primero en caer fue Eddy, puesto que la nueva se había juntando con la que le hizo Yolien al clavarse el destornillador. Después Norris, cuya herida en la espalda causa de la sierra de Yolien hacía que perdiera sangre por delante y por detrás. Por último Jose, que a pesar de no tener ninguna otra herida grave, el haber llevado hasta el límite su cuerpo en el último combate provocó que no pudiera aguantar ésta.

“Adiós” dijo el Caballero Negro y emprendió la marcha.

De pronto escuchó el sonido de una pisada y se detuvo.

“No puede ser...”

Convencido de que el sonido que había escuchado lo había confundido con otro, se dio la vuelta para comprobarlo con sus propios ojos. Kevin se había levantado de nuevo, apoyándose en su todavía lanza. Su brazo era demasiado delgado para tapar la herida y la sangre lo bañó por completo, pero aún así no se dio por vencido. Transformó su arma en una guadaña de tres hojas, todas ellas ahora cubiertas con su propia sangre, y apuntó hacia el frente.

“Debería estar muerto. Sin embargo, ahí sigue, en pie, y dispuesto a continuar. No puedo tomarle a la ligera” dijo y se puso en posición de combate.

“Al... a...ta...”

Kevin se desvaneció y cayó al suelo de nuevo boca abajo, para no levantarse más. La ahora guadaña se clavó en el césped del jardín, estando a punto de cortar la cabeza de su propio dueño.

El Caballero Negro, desconfiado, mantuvo la guardia durante unos segundos más hasta que se convenció de que su adversario no volvería a levantarse. Entonces, se dio la vuelta y se marcho caminando.

“Kevin... Recordaré ese nombre”.


Getsuga Tenshou = Impacto Celestial del Colmillo de la Luna



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y Reik??? dónde está??? le echo en falta. QUEREMOS A REIK!!! QUEREMOS A REIK!!! Jajajajajajajajajajaja, el epi ha estado bien pero dejate de anexos y volvamos al viaje!!!

Dani Lopez

Anónimo dijo...

Jon:

sus obligaciones por encima de todo desde tenía uso de razón(desde que tenia uso de razon)
evitando las estocadas de su espada de negra con facilidad/de su espada negra)
“¿En serio creíais que por haber absorbido el elemento agua me había más fuerte y rápido?(me habia hecho mas fuerte)
Espero que eso te despeje todas las dudabas(dudas)
y no hemos podido hacer nada parea evitarlo...” (para evitarlo)
weno la verdad es que siento el retraso nunca me habia pasado esto pero ya sabes como son los examenes y mas si tienes 3 durante esta semana,y no he tenido tiempo pa na pero weno por un lado bien porque el capitulo lo tengo fresco para el domingo jeje,no te preocupes que me haya gustado mas o menos siempre te voy a dejar mensaje,eso siempre lo tienes asegurado ^^, el de hoy ha estado bien me ha gustado mas que los dos anteriores por el hecho de que hemos conocido por fin al caballero negro en combate,pero weno coincido con dani en lo dicho de los demas caballeros que se les hecha mucho de menos jejeje
Venga un saludo a todos y hasta el domingo