martes, 16 de noviembre de 2010

Episodio CXVI

Vaya, la otra vez me encuentro al personaje principal del anterior capítulo y hoy me encuentro al de este xD Me encontraré también al siguiente la próxima vez que esté a punto de publicar?? El episodio lleva hecho desde esta mañana pero no había Internet en la uni y ha tenido que esperar a ahora.


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Episodio CXVI

S
abía exactamente lo que pretendía el Capitán Lardo, pero con esos dos enemigos enfrente, ganar tiempo era la elección más acertada. Estaba claro que no iba a poder salir de ahí sin luchar, pero luchando tampoco iba a salir vivo si me enfrentaba a los dos a la vez, así que mientras pensaba una estrategia, intenté entretenerle.

“¿El SuperGuerrero? ¿Planeas algo contra Arturo? ¡Habla!”

“Te creía más agudo, caballero del rayo, pero en fin, ya que voy a utilizarte para conseguir mi propósito, me parece justo que por lo menos sepas de que se trata. A pesar de que la paliza que os metí la última vez, mi compañero Mesa, se rió de mí porque, aunque él había sido derrotado, había enfrentado el poder Arturo convertido en SuperGuerrero, algo que yo desconocía totalmente. Nunca he sido capaz de sentir la energía de los demás, sin embargo, cuando el caballero del fuego mostró su auténtico poder en Azeroth, incluso yo pude notar aquella sensación. Una sensación que me daba aún más ganas de enfrentarme a él en una batalla a muerte. Quise venir de inmediato, pero perdí una apuesta con ese idiota y tuve que ceder mi turno en favor del Caballero Negro. Pero ahora todo eso pasó ¡y al fin estoy aquí para cumplir con mi objetivo!”

“No veo que tengo que ver yo en todo eso”.

“Jaja, ahí si has estado agudo, caballero. He estado investigando, y el caballero del fuego no es capaz de realizar su transformación por propia voluntad. Necesita alcanzar un estado de aflicción lo suficientemente profundo como para que desate su furia. Además, también me he enterado que una vez transformado, pierde todo tipo de valores y principios en favor de un único fin, ¡acabar con todo aquel que se encuentre a su paso!”

“Si querías cabrear a Arturo, lo suyo habría sido que fueras a por él, ¿no crees?”

“Sigues sin entenderlo, ¿o es que me estás tomando el pelo? Ese chico siente más aprecio por la vida de los demás que por la suya propia. Podría atacarle durante años y no conseguir que se transformara. No obstante, puede que eso cambie si ve tu cuerpo magullado colgando boca debajo de la ventana de un edificio”.

“Sólo una última pregunta. Si quieres darle una paliza a alguien para provocar a Arturo, ¿por qué yo? ¿Me tomas por el rival más débil?”

“Es cierto que Fidel ya no está con vosotros, y el caballero del hielo os abandonó hace tanto tiempo que no se tienen datos verídicos sobre su nivel actual, así que sí se puede decir que seas el más débil ahora mismo, pero no te sientas especial, sólo eres el primero que he encontrado”.

“¿Cómo sabes todo eso?”

“Mi teniente también es mi secretaria”.

“Lo que imaginaba. Soy su cabeza de turco. Típico de ese loco… Tengo un buen marrón encima, pero la conversación no ha sido en vano. Ha dicho que no es capaz de sentir la energía, no me acordaba de eso, pero haré que se arrepienta de habérmelo recordado – pensé mientras apretaba el puño con fuerza – Además, él no sabe que Arturo ha perdido sus poderes, no creo que pueda luchar contra nadie, ni mucho menos transformarse en nada, así que al menos sé que no conseguirá lo que quiere, pero eso no lo sabe, y me hará pedazos con tal de tener su preciado combate a muerte. Me gustaría tener más opciones, pero parece que no me queda más remedio que hacer un poco de ruido para que los demás me localicen y vengan a ayudarme. Aunque eso también atraerá a Arturo, estaremos todos juntos y podremos protegerle y huir. Bien, aprovechando que no puede sentir la energía, me esconderé y atacaré a la teniente desde las sombras. Si consigo alcanzarla con mi Lanza del Relámpago de lleno, es posible que le cause daños suficientes como para poder huir corriendo sin poner el peligro a nadie, y buscar yo a los demás en vez de hacerlos venir. Estas son mis opciones, así que… ¡un momento! ¡¡Ya está viniendo hacia mí!! ¡¡Ya viene!! ¡¡¡Mierda!!!”

“¡¿Por qué te quedas parado, caballero?! – Exclamó mientras avanzaba con su espada desenvainada – ¡¿Tan pronto te rindes?!

Antes de que me quisiera dar cuenta ya me había alcanzado. Apenas pude bloquear su ataque de un acto reflejo, y aun así, la fuerza consiguió lanzarme por los aires. No llevaba mucha fuerza, y en un par de segundos pude recuperar el control de mi cuerpo. Di una voltereta hacia atrás en el aire y terminé apoyado sobre la pared de un edificio.

“¡Joder, no me ha dado tiempo ni a...!”

“¿Crees que estás en posición de quedarte parado diciendo tonterías?” escuché desde arriba.

La teniente venía directamente hacia mí y me dio un rodillazo en la nuca, enviándome directo hacia el suelo. Por suerte para mí, había suficiente distancia como para pudiera impulsarme en la pared en el último momento y evitar un golpe fatal.

“Así no voy a durar mucho… Tengo que…”

“¿Sabes por qué he dicho antes que eres el caballero más débil ahora mismo?” escuché decir al Capitán Lardo desde atrás.

Me di la vuelta para atacarle, pero allí no había nadie. Creyendo que me estaba vacilando, volví a mirar hacia delante y allí estaba, corriendo a la misma velocidad que yo, sólo que de espaldas, mientras se sonreía.

“Todavía no te has dado cuenta, ¿verdad?”

“Sólo has dicho que soy el caballero más débil para provocarme, pero soy lo suficientemente inteligente como para no caer en tu trampa, ¡vas a tener que hacerlo mejor!”

No lo quise admitir, pero en ese momento ya estaba algo enfurecido, así que alcé mi espada contra él y traté de rebanarle la cabeza de un espadazo. Sólo tuvo que dar un simple salto hacia atrás para evitarlo, sin ningún esfuerzo. En ese momento fue cuando vi que sus palabras no eran una provocación.

“¿Te das cuenta ya? Todos los caballeros cumplen el atributo que representan. Arturo tuvo el valor y la fuerza necesarias para matar al caballero del hielo en aquella ocasión.Reik cree en sí mismo sin dudar ni una sola vez, aunque sus creencias le aparten de vosotros. Incluso el caballero de la tierra, que es considerablemente más débil que tú, cumple con su atributo, y da igual cuantos golpes reciba, pues siempre tendrá fuerzas para levantarse. Y Gabriel, bueno, en su caso es más complicado, porque antes de saber qué representa deberíais saber quién es. Pero tú, que además estabas advertido, sigues cometiendo el mismo error que la otra vez. Puede que puedas prever los movimientos de los demás por los impulsos eléctricos, puede que tengas ataques fulminantes y devastadores que arrasen con tus adversarios, pero sin una velocidad acorde con todo eso, no te servirán de nada. Te lo dije entonces y te lo vuelvo a repetir, pero parece que no aprendes. Sin no consigues ser más rápido que todos los demás, nunca vencerás al Caballero Negro, porque no saldrás vivo de aquí”.

De pronto sentí el látigo de la teniente fustigándome en la espalda. El primero fue un ataque fuerte y conciso que me hizo perder rápidamente el equilibrio. No contenta aún, volvió a golpearme unas cuantas veces más, fueron golpes suaves, bueno, todo lo suave que puede ser un latigazo, para hacerme caer al suelo. Hice un esfuerzo y conseguí evitar la caída dando un paso hacia delante, pero ella atacó a mis tobillos hasta que logró su objetivo. Caí boca abajo y unos instantes después las piernas de la teniente me pisotearon la espalda, asegurándose de que me inmovilizaban bien.

“No te motives tanto, Jezabel, o le matarás demasiado pronto. Recuerda que le necesitamos vivo para atraer Arturo. Debe morir delante de sus ojos para que logremos que se transforme”.

“Mis disculpas, Capitán, pero me cuesta contenerme al luchar contra un rival tan débil” dijo mientras me pisaba la cabeza.

Jezabel miró hacia abajo sin querer y me pilló sonriendo aunque me estaba aplastando la cabeza. No tardó en notar el resplandor de las dos bolas de energía que estaba cargando en mis manos. Rápidamente, las estrellé contra el suelo tratando de provocar una explosión que les alejara lo suficiente como para escapar, a pesar de que me hiriera a mí también.

Todo salió bien, en cuanto vieron mis manos aplastando las bolas contra el suelo, saltaron para no ser alcanzados por la explosión. Además, después de que el fuego se disipara, se liberó una nube de polvo y humo que cubrió toda la zona, permitiéndome ocultar mi energía y escapar entre la confusión. Tuve suerte de que me arrinconaran entre callejuelas poco transitadas para atacarme, ahora yo estaba usando eso en su contra. Buscando un sitio donde esconderme antes de que se disipara también el humo, vi un contenedor de basura mientras huía. No quería dañar mi reputación metiéndome en un sitio, así, pero tampoco tenía donde elegir, así que me metí en el de reciclaje de papel y cartón, que por suerte, estaba detrás y no lo había visto. Una vez dentro y bien revuelto entre cajas de leche y de juguetes de todo tipo, me aseguré de no dejar rastro de energía alguno y me quedé lo más quieto posible.

El humo tardó unos minutos más en disiparse, minutos que a mí me parecieron años. Me quede mirando fijamente la calle desde el agujero que había para meter la basura, preguntándome cuanto tardarían en aparecer. Sentía sus energías dando vueltas por ahí, en el cielo, acercándose, pasando muy cerca, acelerándome el corazón, y alejándose después. Cuando se cansaron, se juntaron en el mismo sitio y aunque estaban en el cielo, pude oírles hablar perfectamente.

“Ha escondido su rastro, Capitán – le escuché a ella – Pero no se preocupe, destruiré toda la zona y le obligaré a aparecer”

“¡Alto, teniente! – Exclamó él – ¡Deténgase! ¡Es una orden!”

“Pero… ¿por qué?”

“¿No se da cuenta? Eso es lo que él quiere que hagamos. Si disparas a una parte en la que no está y no le das de lleno, le darás la oportunidad perfecta para escapar entre la confusión y avisar al caballero del fuego. Antes hemos vigilado los límites del humo de la explosión anterior y no ha salido nadie, así que tiene que estar aún por ahí, escondido. Bajaremos y le buscaremos a pie. Arturo no debe verle hasta que esté a punto de morir”.

“¡Entendido Capitán!”

Después de lo que había oído, quedarme escondido más tiempo era una condena. Tarde o temprano iban a acabar encontrándome. Debía salir, y rápido, para encontrarles yo a ellos y tener alguna posibilidad de salir vivo de allí. Me hizo hueco entre los cartones para salir más fácilmente cuando de pronto el Capitán Lardo aterrizó justo delante de mi cara. Me quede paralizado un instante, y cuando reaccioné escondí la cabeza con el mayor sigilo posible. No sabía si me había visto o no, pero para cubrir todas las posibilidades, me tapé la boca y contuve la respiración mientras escuchaba sus pies caminando por los alrededores.

“Ahí hay algo – dijo con total convicción – Puede que no sea capaz de percibir la energía, pero sí puedo tener presentimientos y notar cuando algo no va bien”.

Estaba perdido, si de verdad me había descubierto, sólo me quedaba atacar por sorpresa un instante antes que él y huir antes de que se recuperase. Me preparé mientras esperaba el momento preciso, sintiendo sus pasos acercándose cada vez.

“¡Ahí estás!” exclamó él.

Ya estaba sacando la cabeza para salir, estaba de espaldas a mí, mirando el cubo de basura, era la oportunidad perfecta, cuando oí un maullido y me escondí de nuevo.Después asomé un poco la cabeza, lo justo para ver qué hacía. Me sorprendí al verle hablando con un gato que había entre la basura.

“Hola gatito, ¿cómo estás? ¿Estás buscando algo de comida? ¿Me dejas que te adopte?”

Trató de coger al gato, pero los animales tienen mejor instinto que las personas, y le arañó sin pensárselo dos veces. Después salió corriendo y el Capitán Lardo fue tras él.

“¡Espera! ¡No quiero hacerte daño!”

“¿Será bipolar?” pensé a verle marcharse así.

Sentí la energía de la teniente a un par de calles más abajo, y el Capitán Lardo se había ido en dirección contraria. Tenía vía libre. Era mi oportunidad de largarme y encontrar a Arturo antes de que lo hicieran ellos. Salté del interior del contenedor y salí corriendo hacia la primera calle con mucha gente que vi. Nada más salir vi un grupo de tías de muy buen ver y me paré en seco. La verdad es que estaban muy bien, y eran bastante jóvenes, seguramente un par de años más jóvenes que yo, por lo menos. De pronto recordé la actitud del Capitán Lardo cuando estaba delante de Mireia y la de Princesa de Arcadia y se me ocurrió una cosa. Podía irme, tenía tiempo suficiente para alejarme antes de que se dieran cuenta de que no estaba, encontrar a Arturo, avisarle y que atacáramos todos juntos, pero también podía hacer otra cosa. Atacar yo solo con un plan maestro y llevarme toda la gloria. Me gustó la idea. Sólo con imaginármelo sonreía de ilusión. Sabía perfectamente que era no era la decisión correcta, pero, nadie tenía por qué enterarse.

Me acerqué al grupo de jovencitas con mi natural atractivo y mi arte de seducción y les susurré algo al oído. Primero me llevé una bofetada porque entendieron mal mi petición, pero cuando me dejaron explicarlo más detenidamente aceptaron encantadas.

Hecho lo difícil, regresé a las callejuelas buscando a la teniente. Ella era la que podía localizar mi energía, y además era la más débil de los dos, tenía que ser el primer objetivo sí o sí. Seguí su rastro hasta encontrarla, que estúpida, todavía seguía buscándome por las callejuelas como le habían ordenado, no tenía ni idea de lo cerca que estaba. Subí al tejado de un edificio de un par de plantas que había cerca y preparé mi ofensiva.

“Vale... La técnica qu voy a utilizar no es mi estilo, está pensada para asesinar sigilosamente a tu enemigo de un único golpe, y a mí me gusta lucirme y llamar un poco la atención, pero en este caso no tengo más remedio que utilizarla. Perdóname, Andrés, por las veces que me negué a querer aprenderla, cuando ahora va a salvarme la vida. El único inconveniente es que hace mucho ruido, así que sólo tengo una oportunidad – Empecé a concentrar energía en mi mano, y después la recubrí con una fina película de electricidad, pero tan intensa que se escuchaba permanentemente un murmullo de chispas. En ese momento, mi mano era más afilada que cualquier espada y más mortal que cualquier golpe – Si no soy lo suficientemente rápido, me cogerá por el sonido y seré caballero muerto. Lástima que no puedas mirar, Capitán Lardo, ¡te mostraré que tengo esa velocidad que tanto me echas en cara!”

Salté rápidamente del tejado y en un instante había alcanzado a Jezabel. Ella escuchó mi ataque, y llegó a tener tiempo de girar la cabeza hacia atrás para ver qué era, pero nada más.

“Esta es... ¡mi hoja oculta! ¡Chidori!”

Antes de que le diera tiempo a hacer nada, la cogí del cuello con un brazo y con el otro la atravese desde la espalda hasta que salió por el otro lado en medio de un grito ahogado.

“El Capitán Lardo tenía razón, no eres lo bastante rápido...”

“¿Eso es lo único que se te ocurre decir después de que te haya atravesado el corazón?”

“Precisamente lo digo por eso. Fíjate bien – Eché un vistazo para ver por donde la había atravesado, y me cabreé al ver que no era el punto que había previsto. Es más, estaba bastante alejado del corazón, casi en el hombro – ¿Lo ves? He tenido tiempo suficiente para evitar que me mates. Ahora que has revelado tu posición, el Capitán Lardo acabará contigo, jeje...”

“Siento decirte que no vendrá. Le tengo bien ocupado con una nuevas amigas que he conocido hace un rato”.

“Bastardo... Juegas sucio... Pero aun así vendrá, ya lo creo que vendrá. Lo único que no entiendo es cómo un simple caballero de tres al cuarto como tú ha podido pillarme por sorpresa, ¿cómo es posible? Yo soy… ¡Yo soy la teniente Jezabel!”

“Tú eres un poco tonta por lo que veo. Desde la vez que te vencimos entre todos ha pasado ya mucho tiempo, es normal que ahora mismo, después de lo que hemos mejorado cada uno, yo sólo no tenga problemas para hacerte frente. Estoy seguro de que hasta Fidel podría vérselas contigo y no te sería nada fácil vencerle”.

Saqué mi brazo ensangrentado y la dejé caer al suelo. Intentó levantarse, pero la herida era demasiado grave como para permitirse ese lujo.

“Estás acabada. No te remataré, no ataco a quien no puede defenderse. Quédate ahí y reflexiona sobre tu vida, si es que tienes conciencia, claro. Yo voy a hacerle lo mismo a tu Capitán”.

Me marché caminando y a los pocos pasos noté el látigo viniendo hacia mí. Sin mucho problema, esquive el ataque moviendo la cabeza y detuve el látigo agarrándolo yo mismo.

“Parece que aun… ¡tienes ganas de marcha!” grité y tiré del látigo con fuerza, arrastrando su cuerpo por el aire hasta que chocó con la fachada de un edificio, donde quedó incrustada, boca abajo.

“No me dejas otras opción, ¡voy a tener que rematarte!”

Alzé la mano al cielo y atraje un rayo que agarré con mis propiad manos. Arranqué un trozo y apunté contra mi objetivo.

“Aquí acaba todo para ti, ¡Lanza del Relámpago!”

Lancé el rayo contra ella, quien al no poder moverse ya, cerró los ojos para enfrentarse a su terrible destino. Cuando estaba a punto de golpearla, el Capitán Lardo apareció y despejó mi Lanza del Relámpago de un espadazo sin mayor dificultad.

“¿Crees que está bien matar a los subordinados de los demás?”

“Si son idiotas, sí. Cambiando de tema, ¿cómo nos has encontrado? ¿No decías que no sabías captar la energía?”

“Uno debe ser consciente de sus propias limitaciones. No sólo no soy capaz de sentir la energía, ni me importa lo más mínima, sino que además me pierdo con facilidad, por eso la teniente tiene un control remoto que me indica su posición en el GPS del móvil. Si a eso le añades que no caen muchos rayos con el cielo descubierto, no fue tan difícil”.

“¿Control remoto? ¿GPS? – entonces recordé las palabras de la teniente cuando acababa de atravesarla, asegurando que su Capitán vendría a buscarla – Claro, lo uso en ese momento...”

Dayuri sacó el cuerpo de la teniente de la pared y la tiró al suelo.

“Retírese, teniente. En el coche tenemos algún carameloraro, tómese uno y vuelva cuando se haya recuperado. Yo me encargaré de esto, parece que nuestro joven caballero ha querido hacerse mayor demasiado rápido, necesita que le bajen un poco los humos”.

“Me niego a entrar otra vez en esa cafetera de color limón…”

“Pues quédate ahí y muere, como prefieras. Te cojo prestado el látigo mientras tanto”.

Arrancó el látigo del cinturón de la teniente y me atacó directamente con él. Conseguí evitarlo echándome a un lado, siguió adelante y atravesó el edificio que había detrás de mí arrasando ventanas, paredes y hasta personas. Una pobre mujer fue atravesada por el estómago y el látigo salió por su espalda. Murió en el acto y el cuerpo quedó colgando del látigo hasta que Dayuri lo recogió.

“Es increíble cómo cambia la fuerza de un arma de una persona a otra. Pero también tiene inconvenientes, se nota que no está acostumbrado a utilizarla, puede que sea más fuerte, pero también es menos precisa, creo que podré conseguir que no me alcance con ella”.

Esperé a que me atacara de nuevo con el látigo, lo esquivé, y aproveché el tiempo que necesitaba para recogerlo para lanzarme al ataque. Saqué mi espada, la alcé al frente y preparé una estocada mortal.

“¡No me subestimes, chaval!”

Esperó hasta el último momento para esquivar mi ataque, y antes de dejar que pasara de largo y fuera un blanco más fácil, me dio un fuerte puñetazo en la cara para demostrarme su superioridad.

“Un consejo, no juegues con los mayores, caballero, porque si lo haces, perderás”.

Antes de que pudiera caer al suelo, me enrolló el látigo por el cuello y me colgó. Desesperado, agarré el látigo y traté de quitármelo, pero la presión era demasiado fuerte. Me estaba ahogando y no podía hacer nada para evitarlo.

“Has jugado bien, caballero, pero parece que todo acaba aquí – le escuché decir mientras ataba el otro extremo del látigo a un poste para no tener que sujetarme él mismo. Después, desenvainó su espada y caminó hacia mí – Si eres un caballero de verdad, tienes que sobrevivir a este ataque – dijo mientras se preparaba para cortarme – Espero que no me decepciones, recuerda que te quier vivo, pero te voy a da la oportunidad de demostrarme que mereces la pena, ¡muere!”

El Capitán Lardo comezó a bajar la espada, y en  ese momento el látigo hizo que perdiera el conocimiento..


Curiosidades!!!



Sí, de la Lanza del Relámpago sólo hemos cogido prestado el nombre, pues el ataque en sí no tiene nada que ver.


Que grande el Chidori...


Que a su vez hace homenaje a hoja oculta del Assassins Creed


Lo de "te parece buena idea matar a mis suboridandos" "Si son idiotas sí" es una frase muy graciosa de Nico Bellic en el GTA IV

El coche que se menciona es el auténtico coche de Abelardo, pero no tenemos foto por el momento. Al igual que su afición por las mujeres jóvenes también es real.