lunes, 15 de julio de 2013

Episodio CLVI

Terminamos la segunda ronda de los combates finales.

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Episodio CLVI
E
l caballero del hielo no dijo una palabra más, era el momento de actuar. Como estaban en el aire, Reik extendió el brazo hacia abajo, apuntando al lago, en el que todavía flotaban los pedazos de hielo de las últimas ofensivas.

La palma de su mano se iluminó brevemente, y decenas de minúsculas partículas de hielo ascendieron hasta flotar alrededor de su invocador, como diminutas estrellas en el cielo, que sólo puedes ver su discreto destello en el cielo, en medio de un mar de luces.

Una vez le envolvió una nube de cristales gélidos, los redirigió contra su objetivo, la teniente. Jezabel veía inofensivo el ataque, pero desconfiaba del caballero. Tal vez fuera un señuelo o parte de la preparación de una técnica superior. No quería arriesgarse, así que comenzó a dar latigazos al aire a gran velocidad, tratando de crear una pseudo barrera que la protegiese del caballero del hielo.

No fue suficiente. Las partículas de hielo eran numerosas y minúsculas, inapreciables a poco que te alejaras de ellas, y aunque Jezabel consiguió bloquear una mínima cantidad de ellas, la realidad era que eran imposibles de seguir ni de contar, e imposibles de esquivar.

Los cristales de hielo avanzaron hasta su cuerpo, se posaron en su ropa, en su piel, en su cabello, y un instante después desaparecieron. Hubo un silencio. Jezabel esperaba que ocurriese algo, o que el caballero continuase con alguna otra técnica, pero todo seguía igual, y ella se sentía como si no hubiera pasado nada.

“¡¡Jajaja!! ¡Tu miserable técnica ha sido un fracaso! ¡Esos cristales de hielo eran tan pequeños que se han derretido y evaporado al entrar en contacto con mi cuerpo caliente! ¿Esto era tu mejor carta? Qué vergüenza… Mereces morir de la forma más cruel posible, pero tranquilo, porque las armas más crueles resultan humanitarias si consiguen provocar una victoria rápida”.

“Hablas demasiado” fue lo único que dijo el caballero.

Desenvainó su espada, y se lanzó contra ella, quien trató de esquivarle, tal t como había hecho hasta ahora. Espero hasta el último instante y después se movió para evitar el espadazo de Reik, que pasó de largo y terminó dando un corte al aire.

“Ya te lo dije, no puedes alcanzarme. Se te olvida que soy militar. Estoy entrenada en todos los ámbitos, y no especializada en la fuerza bruta como…”

Se calló de repente. De un acto reflejo se llevó la mano al pecho, cerca del cuello y notó que había tocado algo fresquito. Bajó la mirada y descubrió un corte en su pecho, y más importante aún, descubrió que tenía seccionada la aorta. Un río de sangre bañaba sus ropas, y la vida se le escapaba por momentos. En pocos segundos no le quedaban fuerzas ni para hablar, y comenzó a rebuscar entre sus pertenencias otro carameloraro que llevarse a la boca.

No entendía nada, pero ahora eso era lo menos importante. Sin perder un instante, volvió a ingerir otro dulce que sanó sus heridas, pero el sangrado había menguado sus fuerzas, y a pesar de que se detenía su hemorragia, no fue capaz de mantenerse en el aire y cayó al agua.

Al emerger a la superficie ya se había recuperado, pero prefirió regresar a la orilla a nado en vez por el aire. Al llegar, Rek ya estaba allí, esperándola.

“Tú… Me has alcanzado… ¿Cómo? – Reflexionaba sobre el último golpe – Yo me he movido tan rápido como he podido, pero está claro que o tú te has vuelto más rápido o yo me he vuelto más lenta. No he notado ningún aumento de velocidad en ti, así que he tenido que ser yo, pero, ¿cómo…? Un momento… No habrá sido… ¿esa técnica de antes? ¿Esto es obra tuya?”

“¿Qué es el frío?” preguntó el caballero del hielo.

“¿Qué…?” la teniente no entendía el repentino cambio de tema.

“¿Qué es el frío? ¿Cuál es la verdadera naturaleza del hielo, su esencia, su auténtico poder? Esa es la pregunta que tuve que responder durante mi entrenamiento. Aquel espectro pretendía apoderarse de mi cuerpo y necesitaba derrotarle para evitarlo, pero el cabrón era una copia exacta de mí hasta ese momento, y por tanto cualquier cosa que hubiera intentado antes no iba a funcionar. Necesitaba algo nuevo, pero se me acababa el tiempo. Mi cuerpo empezaba a desvanecerse y mis ataques eran cada vez más ineficientes.

Lo que no me esperaba que era que la respuesta a ese interrogante estuviera tan ligada a la nueva habilidad que debía desarrollar. Por un comentario que hizo, recordé algo básico sobre el frío, algo tan básico que lo había dejado aparcado en mi memoria todo este tiempo”.

A la teniente no le interesaba para nada el relato del caballero, pero le venía muy bien el descanso para compensar la pérdida de sangre que acaba de sufrir, así que fingió escuchar la historia de Reik.

“Recordé que el frío no existe. Toda sustancia está compuesta por átomos, y cada átomo posee un movimiento propio y una velocidad particular que lo diferencia de todos los demás. La temperatura no es más que una escala para poder medir la actividad atómica. Si el movimiento es rápido, la temperatura es elevada, si el movimiento es lento, la temperatura es baja. Es el calor, medido a través de la velocidad atómica, el que determina la temperatura de un cuerpo, así que el frío tan sólo es un término acuñado por la humanidad para identificar la ausencia de calor.

Existe una temperatura por debajo de la cual toda forma de vida cesa y se cristaliza formando hielo. A esa temperatura cesa todo movimiento y actividad de la materia. Es el llamado cero absoluto. Dicha temperatura varía con cada sustancia, y en el caso del cuerpo humano es a -273,15 grados centígrados.

Congelar algo no es más que detener su actividad atómica, y eso es precisamente lo que he hecho con mi nueva habilidad, Mundo Gélido. Las partículas de hielo que mandé contra tu cuerpo no se derritieron y evaporaron, sino que penetraron en tu cuerpo y ahora están girando alrededor de tus átomos en sentido contrario al de sus electrones para detener su movimiento”.

“Por eso me alcanzaste antes… Porque el frío ha hecho que me mueva más despacio… Espera… Eso significa que… – En ese momento, la teniente comprendió que todo el tiempo de descanso que ella creía en su favor en realidad estaba yendo en su contra - ¡Mierda! ¡Tengo que acabar con esto rápido!”

“Efectivamente. Desde el momento en el que te alcance con Mundo Gélido, este encuentro ya estaba decidido. A menos que me derrotes, toda tu actividad molecular se irá deteniendo poco a poco, hasta que quedes convertida en una estatua inerte y sin vida. Como te dije, yo no soy como Fidel, no morirás por mi espada, y pienso cumplirlo. Será el cero absoluto, el soplo supremo capaz de eliminar cualquier forma de vida quien acabe contigo. Ningún caramelo de esos raros podrá salvarte de esto, ya que no tendrás herida alguna”.

El caballero se lanzó al ataque de nuevo. Como habían pasado unos minutos, los efectos de Mundo Gélido se habían agravado, y ahora la teniente era capaz de notar que era mucho más lenta que antes. No fue difícil para Reik esquivar su látigo y golpearla varias veces con la espada sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Sin embargo, ella no quería rendirse, se resistía a resignarse y continuaba atacando, todavía a gran velocidad, pero mucho más despacio que antes.

Tenía que darlo todo. Pulsó el botón del mago que activaba los pinchos, y toda la superficie del látigo se llenó de agujas. Sin perder un instante, continuó atacando al caballero a gran velocidad, sin un patrón de conducta claro.

“Ha perdido la cabeza – pensó Reik mientras esquivaba. La punta de una aguja le pasó rozando por la mejilla y le hizo un pequeño corte – Claro, ahora su alcance es mayor… Está desesperada ya, tengo que acabar con esto…”

Extendió la espada aposta y forzó un choque con el látigo, que quedó enrollado en su espada. Entonces Reik dio un tiró y consiguió arrebatarle el látigo de las manos y arrojarlo al lago. Ella se lanzó volando hacía él para recuperarlo antes de que cayera al agua, pero Reik ya contaba con eso y la tiró de nuevo a tierra de una patada.

El látigo cayó al agua sin que ella pudiera evitarlo, perdiéndose en las profundidades. Jezabel sabía que el tiempo iba en su contra, y ahora que había perdido su arma principal, era el momento de barajar otras opciones.

“¡Usaré mi arma secreta! ¡No podrás hacer nada contra mí ataque final!”

Se llevó la mano al bolsillo interior de la chaqueta y sacó tres esferas del tamaño de su puño que estaban fabricadas con globos rellenos de arroz. Para sorpresa del caballero, en vez de atacarle, se puso a hacer malabares con ellas. Tras unas vueltas, la lanzó las tres bolas echas con globos al caballero.

Reik, que ya se esperaba algo así, reaccionó a tiempo y cortó las tres bolas con la espada. El arroz en su interior se liberó y los granos se derramaron sobre el caballero, quien se cubrió instintivamente.

“¡¡¡Ahora!!! ¡¡¡Muere!!!”

Los granos de arroz se iluminaron por un instante y estallaron todos a la vez, atrapando al caballero del hielo en una deflagración en apenas un instante. La explosión conjunta fue tan rápida que ni Jezabel fue capaz de ver lo que realmente había ocurrido.

“¡¡Gané!! ¡Es imposible que haya logrado sobrevivir a eso!”

El fuego dejó paso al humo, y el humo no dejó paso a Reik, sino a una barrera de hielo que lo envolvía. El rostro de la teniente reflejó su hundimiento moral al descubrir que su as en la manga había sido un fracaso, y desde ese mismo instante se rindió, aunque todavía tardaría un poco hasta que su orgullo lo aceptara.

El caballero del hielo estaba en posición de guardia, con los brazos cruzados cubriéndole la cabeza. Empezó a retirarlos lentamente, cuando la barrera de hielo comenzó a resquebrajarse hasta que reventó en varios trozos que quedaron por el suelo. Reik retiró los brazos, y varias quemaduras leves en su cuerpo quedaron al descubierto.

“Eso ha estado cerca. Me ha alcanzado a pesar de lanzar la barrera de hielo, por culpa de unos granos que se han colado antes de tiempo. Parece que vas a estar puteándome hasta el último momento…”

Se lanzó a por ella, que intentó continuar defendiéndose, pero ya era demasiado tarde. El tiempo perdido con los malabares y la deflagración eran una apuesta arriesgada que acababa de perder, y con la movilidad que le quedaba, ya no era más que una marioneta al servicio del caballero, que comenzó a golpearla y a cortarla una y otra vez, hasta destrozar todo su cuerpo completamente.

A pesar de estar recibiendo una paliza descomunal, la teniente sonreía. Aquella actitud molestó mucho a Reik. Además, su cuerpo ya casi no respondía. Temblaba, tenía los dedos agarrotados, y luchaba consigo misma para poder hacer cualquier movimiento.

“Mentiría si dijese que no tengo curiosidad. Ahora que lo único que puedes hacer es hablar, dímelo, ¿por qué mataste a Alberto y a Cristina?”

“¡¡Jajajaja!! – A Jezabel todavía le quedaban fuerzas para reír – ¡¿De verdad piensas que alguien de mi estatus se rebajaría a matar a unos críos?! ¿Llevas todo este tiempo pensando que lo hice yo?”

“A mí no me engañas. Tienes el anillo roto colgando de tu cuello ahora mismo. Antes, cuando te corté cerca del cuello quería liberarlo de ti, pero tuve la mala fortuna de que al moverte, el anillo se fue hacia la parte trasera de tu cuerpo por la inercia de la velocidad”.

“¿Y qué? Eso no demuestra nada. Yo no maté a esos dos, aunque tampoco puedo decir que no interviniese”.

“¡Explícate!” le amenazó con su espada.

“¿Qué haces? ¿No decías que tu espada no iba a darme muerte?”

El caballero gruñó levemente, tragándose sus palabras, y envainó la espada.

“Por aquel entonces yo era la entrenadora personal de ese chico, todavía no había entrado en el ejército del Señor Oscuro. Tenía un gran potencial físico, pero no mental. Esa novia que tenía le manipulaba a su antojo, hacía lo que quería con él, y encima va el tonto y me suelta que le ha comprado un anillo de compromiso para pedirle matrimonio esa misma tarde, el día de su cumpleaños.

Era una oportunidad perfecta para comprobar la tenacidad de su mente y demostrar si mi entrenamiento había conseguido volverle una persona más fuerte psicológicamente además de físicamente”.

“¡Alberto era una persona muy amable! ¡¿Por qué tenías que intentar hacerle cambiar!?”

“Sí, muy amable. Demasiado amable. Era uno de esos estúpidos sin personalidad que van diciendo que sí a todo con tal de complacer a aquellos que consideran sus seres queridos. Así te ahorras muchos problemas, es cierto, pero en realidad lo único que consigues es vivir a expensas de los demás. De lo que te digan, de lo que hagan, ¡todo! No puedes vivir tu propia vida. En realidad únicamente trataba de ayudarle, era mi deber como entrenadora personal de ese chico, así que aproveché el momento en el que se duchaba después de terminar el entrenamiento para romper el anillo y volver a envolverlo sin que se diera cuenta.

Habían quedado esa tarde en un parque, cerca de ese centro comercial con lago que acababa de abrir. Ese centro comercial tan prometedor que ahora tiene el lago artificial medio vacío y el césped se seca en pocos días nada más llega el verano. Le seguí cuidadosamente, y observé la situación desde la distancia.

Lo que presenciaron mis ojos me llenó de auténtica felicidad. Cuando la chica vio el anillo roto, estalló de furia. Él se disculpó rápidamente, alegó que no sabía qué podía haber pasado, que no era culpa suya y que el anillo estaba bien la última vez que lo vio. Sin embargo, caballero, cuando las personas se enfadan es cuando muestran su verdadera naturaleza, y al ver que esa chica no creía sus palabras, que en realidad no confiaba en él, Alberto estalló y terminó la relación de inmediato con unos cuantos gritos.

Lo había conseguido. Había ayudado a ese chico a librarse de la losa que impedía que alzase el vuelo y liberase todo su potencial, pero tuviste que aparecer tú. A la mañana siguiente, cuando trataste de reconciliarles, los dos te gritaron y saliste corriendo de allí. Ese acto apaciguó los corazones de ambos, y decidieron darse una pequeña tregua e ir los dos a buscarte.

Tu ridícula intervención estaba poniendo en peligro mi éxito, así que traté de quitarte de en medio. Llegué hasta ti antes que ellos, te dejé inconsciente de un golpe y te arrojé al lago del centro comercial para que las aguas se apoderasen de tu existencia. Todavía no sé cómo te las apañaste para sobrevivir.

Poco después, ellos dos llegaron al parque, pero no te encontraron. Aun así, continuaron buscándote por los alrededores, respetando esa pequeña tregua que debía durar, por lo menos hasta el momento en el que te encontraran.

Sin embargo, no aparecías. Ya era de noche, y además yo te había arrojado a un rincón al otro lado del lago. Era prácticamente imposible que te encontraran con tan poca visibilidad, aunque para la policía fue muy fácil hacerlo a plena luz del día a la mañana siguiente.

Pasaban las horas, y seguías sin aparecer. La paciencia de ambos se agotaba a un ritmo de vértigo, y cada vez se ponían menos de acuerdo sobre por dónde ir a buscarte, si juntos o separados, o probar simplemente con ir a tu casa para ver si habías vuelto por tu propio pie. Finalmente, volvieron a pararse a discutir.

Ahí fue cuando Alberto liberó su auténtico potencial. Cristina no paraba de echarle la culpa de todo, y esta vez él no se quedó callado asintiendo, sino que empezó a culparla a ella de lo ocurrido y llegó a levantarle la mano. En ese momento, Cristina fue más rápida y le dio una bofetada por osar siquiera hacer ademán de violencia contra ella. Eso fue la gota que colmó el vaso. Los dos llegaron a las manos y comenzaron a pelearse… Hasta que se mataron mutuamente”.

En ese instante, la mirada del caballero se llenó de odio y afán de violencia.

“No digas tonterías. Tú los mataste. Si se hubieran matado el uno al otro, la policía lo habría descubierto y no me habrían acusado a mí. Estoy seguro de que los mataste y después manipulaste las pruebas o algo”.

“Que ingenuo eres, caballero. Cuando sucede una tragedia, a la opinión pública no el importa la verdad, sólo quieren un culpable para aliviar sus propias conciencias. Y ese fuiste tú, el que estaba más cerca. Yo no maté a esos dos, pero estoy orgullosa de que, al menos, Alberto muriera prematuramente, pero libre y dándolo todo, en vez de haber vivido bajo el yugo de los demás”.

“Ya veo… De todas formas, te equivocas en una cosa”.

“Yo no me he equivocado en toda mi vida. Sólo sigo órdenes, obedezco, no puedo equivocarme”.

“Te equivocaste al pensar que quería matarte porque tú provocaste la muerte de Alberto y Cristina. Yo no tengo una mente tan simple como Fidel”.

“¿Cómo?”

“Es cierto que yo adoraba a esos dos… Pero en realidad sólo era una mentira, un velo de hipocresía. En realidad les odiaba… Les odiaba por ser pareja. A Alberto por tirarse a la chica que me gustaba, y a Cristina porque aunque pudiera estar cerca de ella como su amigo, en realidad estaba más lejos de su corazón que si viviera en otro continente. Sabía que nunca tendría ninguna oportunidad, pero me conformaba con estar a su lado, con soñar despierto, en vez de luchar por lo que quería de verdad. Su muerte acabó con cualquier mínima posibilidad real a la que hubiese podido aspirar.

Era un crío, sí, pero me da igual. Eso no justifica nada. Cuando estuve en prisión preventiva crecí más que todos los años anteriores juntos. Comprendí que había estado perdiendo el tiempo, que había sido un cobarde, un debilucho, pero que todavía era joven y tenía tiempo para cambiar. Cambiar a un nuevo yo. Alguien cuya felicidad no dependiese de los demás, que pudiera valerse totalmente por sí mismo y que su éxito o fracaso dependiera única y exclusivamente de su esfuerzo. Así es como he llegado a ser lo que soy ahora, y si te digo la verdad, estoy muy contento con ello. Ya no me importa que esos dos hayan muerto, es más, estoy contento porque me han ayudado más con su muerte de lo que lo hicieron en vida, por eso puedo decirte que me da exactamente igual que provocases su muerte”.

La teniente veía los ojos del caballero del hielo, y su mirada le hacía sentir como si tuviera la punta de un cuchillo justo delante de sus ojos y con tan sólo moverse un milímetro, su vida se acabaría.

“Pero lo que sí que no voy a olvidar, es que por tu culpa fui acusado de un crimen que no cometí. Fui repudiado y odiado, pero no te confundas, no me importa los que pensaran mis amigos, mi familia, ni tan siquiera mis padres, ¡pero no perdonaré el hecho de que me estuviste utilizando a tu antojo! ¡Me da igual que fueran órdenes de arriba, tú las ejecutaste, y tu morirás por ellas!”

El caballero del hielo se lanzó contra ella con la espada apuntando directamente hacia su cabeza.

“¡Te cortaré la cabeza en dos, igual que tú hiciste con el anillo!”

La teniente utilizó sus últimas fuerzas, sacó una pistola plateada del bolsillo y se apuntó a la sien.

“¡Al igual que mi antepasado, el gran Hitler, prefiero causar mi propia muerte antes de darte el gusto de acabar conmigo! ¡¡Adiós caballero!! ¡¡Nunca podrás completar tu venganza!!”


Reik aceleró lo más que pudo, pero no fue suficiente. La teniente disparó su arma con una sonrisa de oreja a oreja, teniendo como última visión el rostro del caballero del hielo enfurecido al ver que se quedaba a un paso de consumar su venganza.

Curiosidades!!!

Lanzar un soplo glacial a la temperatura del cero absoluto solo está al alcance del Caballero de Oro de Acuario, (bueno, y de Hyoga).

No quería que la nueva habilidad del caballero de hielo se quedara sin nombre, así que he ido a lo fácil y he encontrado este ataque de Pokémon que además, casualmente, no hace daño y sólo sirve para reducir la velocidad.

Lo de los malabares no creo que haga falta explicarlo a los que tuvieron a esa mujer en 1º de Bachillerato xD


jueves, 4 de julio de 2013

Episodio CLV

Bueno, parece que lo de la Copa Confederaciones no ha podido ser, como tampoco pudo ser la Décima, pero bueno, que se jodan que cuando ganan les pagan un pastón y encima tienen los cojones de evadir los impuestos. Yo soy feliz con haber terminado la carrera y haber disfrutado de uno de los mejores E3 de la historia :)

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Episodio CLV
E
l Caballero Negro quedó muy sorprendido por la decisión de Jonyo, y a pesar de que esa situación le beneficiaba, escuchar esas palabras le ofendió profundamente.

“¿Qué acabas de decir? – trató de aclararlo, por si lo había entendido mal – ¿Insinúas que no soy capaz de arrebatarte tus poderes por mi cuenta y necesito tu caridad?”

“Sabía que te lo tomarías así. No has cambiado nada. Tranquilo, esto no tiene nada que ver con que dude de que puedas robarme mis poderes elementales. Únicamente es que busco lo mismo que tú”.

“¿Lo mismo que yo?”

“Sí. Tú has venido aquí para acabar conmigo y así perpetuar la superioridad que perdiste con lo de Sandra. Pues yo he venido para destronarte definitivamente, para dejar claro que lo que ocurrió con Sandra no fue un caso aislado, que puedo vencerte en cualquier área y en cualquier momento, y para que mi coronamiento sea supremo, quiero derrotarte en tu forma final, en tu pleno apogeo, en tu máximo poder, para que no puedas poner ninguna excusa cuando pierdas.

Es más, si por mí fuera, esperaría a que obtuvieras todos los elementos, pero ninguno de mis compañeros va a perder el combate, así que lo único que puedo ofrecerte es el rayo, así que tómalo antes de que cambie de opinión”.

“¡Imbécil! ¡Si hago eso, perderás tus poderes! ¡Ya es bastante estúpido que confíes en que tus compañeros no serán derrotados por Mesa y los demás, pero creer que puedes vencerme a mí renunciando a tus poderes es sin duda la mayor de tus locuras!”

“Ese es mi problema, ahora haz lo que tienes que hacer”.

“Igualmente, aunque ya sabes que no es necesario que el sujeto víctima de la absorción esté muerto, sí es necesario que esté muy debilitado. No puedo hacerlo sin derrotarte primero”.

“Ya lo sabía. Estuve delante cuando conseguiste el fuego negro, y también había pensado en ello. Creo que será suficiente con reducir mis niveles de energía al mínimo para que puedas lograrlo, ¿me equivoco?”

“Está bien… – a Blackron no le quedaban más argumentos para rechazar la petición de su antiguo amigo y rival – Lo haremos a tu manera, será mi concesión final. Alcanzaré el SuiFuuRinKaZanHyouRai y después te aplastaré con su poder”.

El Caballero Negro se lanzó contra el caballero del rayo. De camino, abrió la palma de su mano, y generó una pequeña bola de energía distinta de lo habitual. Era completamente negra, salvo por unos suaves rayitos violetas que parpadeaban a su alrededor.

Con la mano que tenía libre, Blackron agarró al caballero del rayo por el cuello de la camisa y lo elevó unos centímetros del suelo. Después, acercó la bola de energía oscura al cuerpo de Jonyo, y ésta comenzó a girar sobre sí misma a gran velocidad, mientras se formaba un hueco hacia dentro en la parte superior de la oscura esfera, convirtiéndose en un agujero negro a pequeña escala, pero capaz de generar una corriente de aire hacia su interior.

Poco a poco, un polvo brillante de color amarillo que manaba del interior del cuerpo de Jonyo, fue siendo absorbido por la esfera negra, rellenándola desde lo más profundo hasta llenarse completamente. Es ese instante, la parte oscura estalló como una cáscara. Sus pedazos se precipitaron al suelo, pero se desvanecieron antes de llegar a tocarlo, y sobre la palma de la mano de Blackron tan sólo quedó, levitando, una esfera amarilla y blanca con unos diminutos rayos resplandecientes en su interior. 

El caballero cayó de rodillas, visiblemente debilitado. No tenía fuerzas ni para levantar la vista, y no pudo ver como su antiguo amigo se apoderaba de su fuerza. No pudo ver cómo el cielo quedo recubierto de auténticas nubes negras, que no permitían el paso de un sólo rayo de sol. No pudo ver cómo de aquellos oscuros nubarrones, varios rayos negros se precipitaron violentamente contra la tierra, originando pequeños pero profundos cráteres a su alrededor, aunque sí fue capaz de percibir su reflejo.

Mientras tanto, el Caballero Negro soltó la esfera elemental del rayo, y ésta comenzó a flotar por sí misma. Abrió los brazos, dando la bienvenida a su nuevo poder, y la esfera elemental se iluminó, reaccionando ante las esferas que ya se encontraban en el interior de joven de color. Comenzó a introducirse en su pecho suavemente, y tras entrar, una lluvia de rayos negros rodearon a Blackron, envolviéndole en una nube de electricidad.

Jonyo estaba ahora sentado, cubriéndose los ojos para no ser cegado por aquel oscuro destello que estaba frente a él. Cuando desaparecieron los rayos, el caballero observó de nuevo a Blackron, y notó que ya no era el mismo. Su apariencia se mantenía intacta, pero la energía que transmitía había cambiado. Es algo que ya había sentido antes, cuando le vio apoderarse del fuego oscuro. Ahora, su mirada era más malévola, su sonrisa más sádica y la sensación que le rodeaba era pura violencia.

“Con cada elemento oscuro que obtiene, Blackron se vuelve más diabólico y malvado. Ese poder le está sumiendo en el odio y va a terminar por consumirle. Tal vez no haya sido del todo una buena idea dejar que coja mi elemento, pero ya no puedo echarme atrás, pero al menos confío en que los demás ganen cada uno su combate para que su odio no se vuelva más fuerte todavía”.

“Haaaaaaaaa, haaaaaaaaaa – jadeaba, tras asimilar completamente su nuevo poder – Siento como la fuerza fluye en mi interior. Acabo de terminar de adueñarme completamente del elemento del rayo, y ahora, lo usaré contra ti, su antiguo portador, aunque ahora no seas más que un simple humano más, sin poder alguno”.

“Je… Es cierto – lo reconoció – Ahora entiendo cómo se sentía Arturo. Soy capaz de notar por mí mismo que han desaparecido todos mis poderes. Sin embargo, no pienso dejar las cosas así”.

Las nubes negras que habían acudido a la llamada del Caballero Negro habían desaparecido. Al finalizar la transformación, aquellas nubes también habían regresado a su estado inicial, pero seguían cargadas de electricidad.

“No sé qué pretendes exactamente, pero no tengo ningún interés en esperar más para tomar tu miserable vida”.

Blackron desenvainó su espada negra y se lanzó al ataque. Jonyo no podía perder el tiempo. Desenvainó su espada y la alzó al cielo, pero había algo diferente. En vez de agarrarla por la empuñadura, la cogió de un poco más arriba, por la hoja. Inmediatamente, las nubes cargadas de electricidad reaccionaron descargando varios rayos directamente contra el filo de la espada del caballero, quien, al estar pegado a ella, las recibió en su propio cuerpo un instante antes de que Blackron le alcanzase.

El Caballero Negro se vio en la obligación de retroceder para no ser electrocutado él también. Dio un paso atrás, y se cubrió los ojos con un brazo para no ser cegado ahora él tampoco.

Fue instante. Todo había acabado antes de que hubiese podido hacer nada. Sin darse cuenta, Jonyo yacía ahora en el suelo, todavía sujetando su espada, y sufriendo ligeros espasmos por la electricidad. Tenía los cerrados, no se movía, no respiraba, pero continuaba sonriendo.

“Mesa me había dicho que el mango de tu espada era de goma y por eso no caías víctima de tus propios ataques, pero has cogido tu espada por la hoja a propósito para recibir tu propia medicina. Parece que tenías la intención de suicidarte desde el principio, para expiar tus pecados por destruir nuestro grupo de amigos por levantarme a Sandra… En fin, al menos has caído manteniendo tu esencia. Has muerto con una sonrisa en la cara, tal y como hacías en vida, cuando te reías por cualquier cosa. Y yo, he recuperado mi esencia, al estar ante ti, todavía con vida, ¡he demostrado que era, soy y siempre seré el mejor de los dos! Sin embargo – susurró mientras levantaba su espada – No puedo volver al castillo sin que mi espada atraviese tu cuerpo, no sería una victoria completa, así que este será nuestro pequeño secreto, Jonyo”.

Suavemente, fue dejando caer la espada al dejar el brazo muerto, e instintivamente, iba dirigiendo la hoja hacia el cuerpo del caballero. Cerró los ojos un instante para parpadear, y al abrirlos de nuevo, Jonyo estaba de pie, bloqueando su ataque con su espada, y riendo ante la estupefacción de su antiguo compañero.

“Pues me parece que todavía no vas a poder volver al castillo” le dijo el caballero del rayo, mirándole a los ojos.

“¡¡No!! ¡¡No puede ser!! – El Caballero Negro no podía salir de su asombro – ¡¡Te he robado tus poderes!! ¡¡Te han caído varios rayos!! ¡¡¿Por qué sigues vivo?!! ¡¡¿Por qué estás de pie, bloqueando mi espada?!! ¡¡¡¿Por qué no estás muerto?!!! – Gritó con todas sus fuerzas – ¡¡¡¿Por qué?!!!”

“¿De verdad piensas que vendría hasta aquí y haría todo esto sin un plan?”

En ese momento, los dos se separaron dando un salto hacia atrás.

“Explícate”.

“Es cierto que te has llevado mis poderes, pero eso no significa que me los hayas arrebatado de verdad. Olvidaste que ya robaste el elemento de un caballero con vida, Arturo, y que éste ha sido capaz de recobrar todas sus fuerzas. A pesar de que estuve en la isla con él, no tuve oportunidad de presenciar su recuperación, estaba ocupado con mi propio entrenamiento, pero sí que tuve oportunidad de preguntarle después.

La última noche que estuvimos todos juntos, Arturo nos contó su plan para detener a Fidel y nos pidió nuestra colaboración, o más bien dicho, nuestra promesa de que no íbamos a interferir bajo ningún concepto. Por supuesto, yo iba a colaborar igual. La relación entre esos dos estaba contra las cuerdas y lo último que necesitaba el grupo eran movidas de última hora, por lo que habría apoyado cualquier decisión que acabara con los conflictos. Sin embargo, no pude resistirme a aprovechar que me había pedido ayuda para pedírsela yo a él, para preguntarle realmente cómo lo había conseguido, y su respuesta fue clara”.

>>Jonyo había formulado su pregunta después de que la petición de Arturo fuese atendida. Todos estaban ahí todavía, y las miradas se centraban en él, al que todos observaban tomándole por loco. Pasaron unos segundos de silencio en los que el único sonido que se escuchaba en el barco era el soplo del viento, y en el que la única luz que les bañaba era la suave claridad que venía de la luna. El caballero del fuego estuvo particularmente quieto y callado, mirando fijamente a los ojos a su compañero para asegurarse de que iba en serio antes de dar una respuesta.

>>“El Caballero Negro no te roba tus poderes. Las habilidades no se pueden robar, sólo saca una copia exacta a través de esa esfera. No obstante, lo que sí es cierto es que la extracción provoca una alteración en el vínculo entre tu elemento y tú, corrompe tu organismo y parece que pierdes tus poderes, pero en realidad lo que ocurre es que se rompen los lazos que te unían a ellos, por eso tienes que unirlos de nuevo”.

>>“¿Unir los lazos con mi elemento?”

>>“Sí… Si de verdad estás pensando en entregarle tus poderes al Caballero Negro sin que te mate primero, es algo que tienes que saber. Mientras no seas capaz de restaurar el vínculo que te une a tu elemento, no podrás hacer nada, tu entrenamiento habrá sido en vano y morirás irremediablemente. Puede que no los pierdas, pero conseguirlos será igual de difícil que cuando no los habías aprendido todavía”.

>>“Pero, ¿cómo restauro esos vínculos?”

>>“Inúndate de tu elemento, pídele su aprobación y gánate su respeto otra vez. Esa es la única forma. En mi caso, Shawn me arrojó al pozo de lava. Pensé que moriría allí abajo a pesar de que era el caballero del fuego, pero no fue así. Cuando estaba sumergido, mi cuerpo no sólo no sufrió daños, sino que además me encontraba muy a gusto. Hacía mucho tiempo que no sentía calor, y ese día lo conseguí. El mejor consejo que puedo darte es que pienses una cosa, ¿cómo te hace sentir tu elemento? Ahí encontrarás la respuesta”.

“Después de eso, todos se fueron a dormir. Todos menos Arturo, que tenía que iniciar su plan. Esa noche, yo no pude dormir. Estuve pensando sobre lo que me había dicho Arturo, sobre cómo me hacía sentir mi elemento, pero no logré obtener mi respuesta. De hecho, Blackron, cuando estaba frente a ti, todavía no había encontrado esa respuesta que tanto necesitaba, pero tenía que seguir adelante. Cuando esos rayos cayeron sobre mí a través de la espada, sentí todo mi cuerpo patas arriba. Aquella descarga eléctrica sacudiendo mi cuerpo era una experiencia nueva para mí. Jamás había sido atacado por mi propio elemento de esa manera ni había sentido en mis propias carnes la sensación que produce una buena descarga de electricidad.

Sí. En ese momento encontré mi respuesta. Me di cuenta de lo que me hacía sentir mi elemento. Activación, excitación, que te carguen las pilas, llámalo como quieras, pero esa es la idea. Gracias al elemento rayo, yo me he mantenido activo, incluso contento, gracias a que me ha dado la energía para seguir adelante desde lo de Sandra. Ese es mi vínculo con él, y por eso he recuperado mis poderes”.

“Has vuelto a ponerte un paso por delante de mí – murmuró Blackron cuando Jonyo terminó de contar su historia – ¡¡Esto ya no puedo permitirlo!! ¡¡Muere!!”

El Caballero Negro se lanzó con fiereza contra Jonyo, que entendió que el tiempo de conversación había terminado.

“Es curioso… – reflexionaba el caballero mientras se acercaba su adversario – Esa descarga debió haberme matado, pero… Me siento más poderoso que nunca. No ha sido sólo una sensación mía. Ese rayo, de verdad ha rellenado todas mis fuerzas, y ahora, ¡siento que puedo con todo!”

Al momento de decir esas palabras, el filo de la espada de Blackron estaba a unos centímetros de su cuerpo, pero a Jonyo le bastó un instante para volver a bloquear el ataque de su adversario.

“No esperaba menos del caballero del rayo, cuyo atributo es la velocidad”.

“Al igual que cuando conducía el Bugatti Veyron, la velocidad es algo que siempre ha estado a mi lado”.

“Te iría mejor si tuvieses la suerte a tu lado ahora mismo”.

Ambos volvieron a dar un salto hacia atrás para retirarse. Jonyo dio una voltereta hacia atrás en el aire y se impulsó en una gran roca para regresar al combate. Cargó el puño de electricidad, y salió volando hacia su adversario, que le esperaba aún con la espada en mano.

“¡Lightning Plasma!”

Golpeó con éxito el estómago del Caballero Negro, que fue sacudido con la electricidad que Jonyo le había transmitido, y su cuerpo fue paralizado unos instantes. El caballero del rayo sonrió al haber dado el primer golpe, pero su alegría se desvaneció en cuanto notó que Blackron volvía a moverse y le agarraba de un hombro.

“¡Mierda! ¡Esto es lo que él quería!”

El Caballero Negro le sujetaba con fuerza para que no escapara, a la vez que se preparaba para cortarle con la espada. Rápidamente, Jonyo le dio un segundo puñetazo, esta vez sin el elemento añadido, en el esternón, cortándole momentáneamente la respiración y sus movimientos para poder escapar.

“Ugh… – Blackron se resentía tras cortarse su respiración – ¿Eso ha sido un acto reflejo? No… Ha sido… ¿velocidad crítica? Probablemente, pero por si acaso, vamos a poner a prueba su velocidad”.

Blackron se lanzó contra el caballero del rayo, espada en mano. A medio camino, se desvaneció, pero verlo no asustó a Jonyo. Se dio la vuelta y allí estaba Blackron, realizando un espadazo detrás de él. Sus espadas chocaron, y un segundo después, el Caballero Negro volvió a desvanecerse.

Continuó atacando a Jonyo por diferentes flancos, pero el caballero conseguía llegar a tiempo para bloquear el golpe y recibir daños, aunque su adversario volvía a desvanecerse antes de que pudiera contraatacar.

Finalmente, Blackron se dio por satisfecho, y cesó su ofensiva. Apareció a unos metros del caballero, sonriendo de excitación. Al fin había llegado su momento para vengarse y para recuperar su lugar, y el hecho de que su rival se lo estuviera poniendo difícil nada más empezar, y después de arrebatarle sus poderes lo hacía todo mucho más emocionante.

Agarró su espada con las dos manos, y se puso en posición de combate. En ese momento, un aura negra comenzó a envolverle poco a poco.

“Ese aura… – observaba el caballero del rayo – Es la manifestación de los lamentos de su alma, de su dolor y sufrimiento… Parece que esto por fin va a comenzar”.


“Eso no he estado mal, Jonyo – le dijo sonriendo con cierta pretenciosidad – Ahora déjame ver qué tal lo haces contra los elementos oscuros”.

Curiosidades!!!


El Lightning Plasma es un ataque del Caballero de Oro de Leo, Aioria, en Saint Seiya (Caballeros del Zodiaco).