jueves, 30 de abril de 2015

Episodio CLXXX

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Episodio 

CLXXX

El descubrimiento del caballero del fuego parecía haberle subido la moral e igualado de nuevo la balanza del combate. Sus compañeros veían ahora alguna esperanza en su victoria. En cambio, Mesa, a pesar de seguir dolorido y retorciéndose, no veía cambio alguno en la situación.

“Ugh… Parece que esta herida se alimenta de dolor y desesperación… Cuanto más débil esté y más nervioso me ponga, más me dolerá, como ocurrió allí abajo… Tengo que calmarme… Ya casi he ganado…”

Poco a poco, se fue calmando, y a su vez, esa intensa presión que la herida ejercía sobre su cuerpo fue aplacándose paulatinamente hasta desaparecer. Mesa recuperó la compostura y apuntó al caballero con sus garras.

“Que hayas descubierto esto no cambia nada. Aunque me hayas golpeado una vez, sólo tengo que evitar todos tus ataques y no volverás a hacerlo. Con teletransporte es algo fácil de conseguir”.

Arturo frunció el ceño. A pesar de su pequeña victoria, sabía que su adversario tenía razón. Para ganar el combate tenía que acertar sus ataques, y eso estaba siendo lo más difícil de todo el encuentro. Lejos de calmarse y pensar una estrategia, el caballero, movido cada vez más por impulsos, fruto del poder que su propia transformación estaba volviendo a ejercer sobre él, salió disparado hacia su oponente con la esperanza de encontrar una solución al problema por el camino.

Agarró su espada con fuerza  y volvió a iniciar su ofensiva con ella, pero Mesa ya no se arriesgó. Desde el primer espadazo, evitó cualquier contacto con el teletransporte, desapareciendo fugazmente antes de que el filo de la espada pudiera rozarle siquiera.

Aunque se estaba moviendo de un sitio a otro y podría haber decidido reaparecer en una posición ventajosa para un contraataque, no lo hacía, es más, se colocaba en una posición en la que Arturo podía verle perfectamente, precisamente para que el ataque no cesara y pudiera ir cansándolo poco a poco, haciéndole volar de un lado para otro, y que las heridas que ya tenía le hicieran el trabajo sucio.

Sus tres compañeros sufrían contemplando cómo era superado de esa manera por su adversario. En silencio, aguardaban la aparición de una manera, no de que Arturo ganase, sino de que al menos, pudiera meterse en el combate.

“Sigue jugando con él como le da la gana…” pensaba Jonyo.

“Ahora que lo pienso – Gabriel rompió un silencio incómodo – Si Fidel fue capaz de enfrentarse a Mesa, llegando a conseguir que agotara toda su energía; entonces tuvo que ser capaz de romper su teletransporte, ¿no?”

“Seguramente” respondió Reik.

“Entonces sólo tenemos que encontrar el método que utilizó Fidel y Arturo podrá ganar el combate”.

“Pues como no sepas invocar a los muertos no sé cómo lo vamos a hacer. Aunque hubiese una manera, ni nosotros ni Arturo la conocemos, así que es lo mismo que si no la hubiera”.

“¿Y no os parece un poco raro que fuera Fidel el único que lo descubriera?” Jonyo también intervino en la conversación.

“No” volvió a contestar Reik.

“¿No? Al fin y al cabo, Fidel era…”

“¿El más débil? Sí. Por eso no me sorprende. Cuando eres fuerte, piensas que tu fuerza es suficiente para enfrentar tus problemas. Sin embargo, cuando eres débil y sabes que no puedes hacerlo todo con la fuerza, necesitas agudizar el ingenio si quieres lograr tus fines, por eso no me sorprende. Tal vez no fuera el más fuerte ni tampoco el más listo, pero eso no significa que viniese aquí sin tener preparado un plan, y más cuando Shawn intentó utilizarle para matar a Mesa. Conocía bien a su objetivo, así que no es de extrañar que le enseñara algún truco para frenar el teletransporte, pero ninguno de los dos está vivo para poder preguntarle. La única opción que tiene Arturo ahora mismo es agotarle hasta que no tenga energía para hacerlo, pero eso es igual que ganar el combate”.

Mesa terminó cansándose de jugar al gato y al ratón. La potencia y la resistencia que ofrecía Arturo transformado eran demasiado elevadas como para reducirla de forma significativa de esa forma, por mucho que le doliesen las heridas que ya presentaba su cuerpo. Cuando esquivó el siguiente ataque, se teletransportó detrás del caballero y le propinó una patada. Puesto que sus pies también poseían garras ahora, también le causó un nuevo arañazo, esta vez en la espalda.

El cuerpo del caballero caía directo hacia el suelo. Podría haberlo utilizado a su favor, aprovechar la presencia de su elemento en la superficie para beneficiarse de su alivio, pero la transformación seguía aumentando su control sobre su mente a pasos agigantados, y su orgullo le impedía pensar en algo que no fuera atacar con todo su poder hasta eliminar a su adversario. Un instante antes de caer al suelo, dio una voltereta en el aire para caer de pie y se impulsó en la superficie terrestre para reiniciar su ofensiva lo más pronto posible.

“¿Es que no se da cuenta de lo que le está pasando? – Gabriel, al igual que el resto de sus compañeros, notaba perfectamente el cambio de su actitud. Después de todo, lo había visto en primera persona otras veces – ¿Tan fuerte es el dominio que ejerce sobre él que ni después de haberse entrenado es capaz de distinguir cuando pierde el control?”

La situación no cambió a pesar de los esfuerzos del caballero. Sus sucesivos ataques tampoco tuvieron éxito, pero sí lograron colmar la paciencia de Mesa, que decidió terminar con el combate de una vez. Tras esquivar el último ataque, reapareció bajo el caballero, remontó el vuelo de cabeza hacia él y le clavó uno de los largos cuernos que asomaban de su cabeza en el estómago. Inconscientemente, las manos de Arturo acudieron rápidamente a sujetar el cuerno, impidiendo que se clavara hasta atravesarle completamente.

“¡Alto! – Exclamó Reik al ver que Jonyo se llevaba la mano a la espada tras lo ocurrido – ¡No debemos interferir!”

“¿Vamos a quedarnos mirando a ver cómo muere? Nosotros podríamos…”

“Sí, es posible – no le dejó terminar – Juntando las nuevas habilidades de los tres supongo que podríamos vencer a Mesa sin mucho problema. Pero es precisamente por eso por lo que no debemos interferir. Recuerda, ya lo hemos hablado. Si tiene que pasarle algo a Arturo, interviniendo seguramente lo evitaríamos. Tiene que conseguirlo él solo”.

Poco a poco, con mucha resignación, Jonyo terminó calmándose y apartó su mano de la empuñadura de su espada. De hecho, tuvo que mirar hacia otro lado para contener sus ansias por intervenir en el combate.

“Ten fe” le dijo Gabriel.

En el aire, Arturo se revolvía clavado en el cuerno, buscando extraer su cuerpo de allí, pero Mesa se zarandeaba tratando de terminase de atravesarle. La sangre que salía de la herida bajaba por el cuerno y cruzaba el rostro de Mesa hasta cerca de su barbilla, lo suficiente como para poder alcanzar la sangre con la lengua y saborearla.

“¿Dónde está ese gran poder del SuperGuerrero, caballero?” le preguntó en tono desafiante.

Arturo se retorcía clavado en cuerno, buscando una manera de escapar. Sin querer, al mover las piernas, asestó un rodillazo a su adversario en la cara, el cual, automáticamente, encogió su cuerpo y bajó la cabeza, llevándose las manos a la cara. Ese movimiento brusco provocó que el cuerpo de Arturo se desprendiera del cuerno, cayendo al vacío.

Gabriel, Jonyo y Reik, vieron que descendía de cabeza, con las manos tapando la puñalada. Varios mechones de pelo le cubrían ahora los ojos a causa de la velocidad del descenso, así que no podían leer su estado de ánimo a través de su mirada. Sin embargo, sí presentaba otro rasgo que les permitió saberlo inmediatamente.

“¿Esta… sonriendo?” se preguntó Gabriel.

“¿Habrá descubierto algo? – pensaba Jonyo – ¿O es que ya lo da todo por perdido?”

El cuerpo finalmente cayó al suelo. El impacto volvió a agrietar el suelo, dejando pasar la lava del núcleo externo, que una vez más, salió a toda presión, inundando completamente el cuerpo del caballero. Desgraciadamente, esta vez sus heridas eran ya demasiado graves como para ser curadas con una exposición tan breve a su elemento, por lo que, cuando la presión del magma fue apaciguada y Arturo fue visible otra vez, tan sólo sus heridas superficiales se habían cerrado, mientras que la herida de la cornada, aunque ahora era más pequeña y algo menos peligrosa, continuaba sangrando suavemente.

“Tú mismo acabas de comprobar que ya no sirve de nada cerrar tus heridas – le dijo Mesa al descender a tierra – El daño ya está hecho, tus órganos internos no se regenerarán sólo con exponerte al fuego”.

“Es cierto. He comprendido que eres demasiado poderoso para mí incluso estando transformado yo también. Alargar esto sería sufrir a lo tonto. Por eso, te pido que me ataques una última vez, y terminemos con esto”.

“¡¿Pero qué dice?!” exclamó Gabriel sobresaltado.

Nadie comprendía nada. Mesa desconfió de las palabras del caballero, estaba claro que algo no iba bien. Sabía que podía ser una trampa, pero no se imaginaba cual. Le preocupaba que Arturo buscase un contacto directo, así que en vez de acercarse, mandó su larga cola con el extremo en forma de punta de flecha directa a su objetivo.

“Si tengo razón… – pensaba el caballero mientras veía acercarse el ataque – Si la tengo, entonces tal vez consiga ganar este combate. Tal vez…”

La cola de Mesa alcanzó a Arturo en el mismo punto en el que le había clavado el cuerno pocos minutos antes. Quería asegurarse de que esta vez el caballero fuera atravesado completamente, y así fue. La punta de flecha entró por el abdomen, cruzó todo su cuerpo y salió por la espalda, completamente ensangrentada. Rápidamente, Arturo cayó sobre sus rodillas, cabizbajo, ante la estupefacta mirada de sus compañeros, que seguían sin comprender nada. Hubo un silencio sepulcral, y pasados unos segundos, Arturo agarró con fuerza la cola de Mesa con su mano izquierda y levantó la cabeza desafiante.

“¡Allá voy! – dijo, con la boca ensangrentada por la hemorragia interna – ¡Esta es mi apuesta final!”

Sin soltar la cola de Mesa, Arturo se levantó, dolorido y ensangrentado, y salió corriendo hacia su adversario, a la vez que cargaba un puñetazo con su mano derecha.

“¡No servirá de nada! – exclamó Gabriel – Se teletransportará… ¡Igual que las otras veces!”.

“¡No! ¡No lo hará! – Gritó Reik – ¡No puede!”

Sorprendentemente, el puño de Arturo golpeó poderosamente a un Mesa desconcertado por los acontecimientos. De nuevo, el caballero aprovechó para golpear en la herida con todas sus fuerzas, llegando a echar abajo el monstruoso cuerpo de su adversario. Tras el golpe, el retroceso del cuerpo de Mesa hizo que la cola regresase, saliendo por donde había entrado y empeorando la ya grave herida de Arturo, que soltó la cola por el dolor y cayó al suelo mientras sus ropas se teñían de rojo.

“Le ha dado… ¿Cómo es posible?” preguntó Gabriel.

“Ya veo… – Jonyo lo entendió por sí mismo – El teletransporte de Mesa no sólo le traslada a él, sino también a cualquier cuerpo vivo que esté en contacto con él en ese momento, como aquella vez que puso la mano en el hombro de Blackron y desaparecieron los dos. El hecho de que sólo afecte a seres vivos le permite cambiar de lugar sin llevarse con él, por ejemplo, el suelo que pisa cuando no está en el aire, pero por lo que parece, si está tocando a otra persona, no puede elegir no trasladarla también. No es que no pudiera evitar el ataque cambiando de lugar, sino que, al estar su cola en contacto con Arturo, se lo habría llevado también y la situación no habría cambiado. Eso es lo que ha tratado de comprobar Arturo. Pero, en mi opinión, el precio a pagar ha sido demasiado caro” concluyó viendo a los dos combatientes tirados en el suelo.

“Entiendo… Ahora que Mesa sabe que ha descubierto el secreto de su técnica, basta con que evite todo contacto con Arturo para solucionar el problema – opinaba Gabriel – Parece que seguimos como estábamos”.

“No… No puede hacer eso… – susurraba Arturo mientras intentaba forzosamente ponerse de nuevo en pie – Esto es un combate… Si quiere ganar tiene que golpearme, y para golpearme tiene que entrar en contacto conmigo…”

“¿En serio? ¿Ese es tu plan? – le reprochaba su compañero Jonyo – ¿Piensas dejarte atravesar cada vez que quieras dar un golpe?”

“Creo que sus intenciones van más allá – Reik también entró en el debate – Esta vez Arturo quería comprobar si tenía razón. Si Mesa también cambia de lugar los seres vivos que estén en contacto con él en el momento del teletransporte, también significa que cuando va a atacar no puede teletransportarse. Si Arturo prevé con suficiente antelación sus movimientos, podría atacar al mismo tiempo que Mesa, o incluso antes, y siempre acertaría…”

“Claro… Si Mesa cambiase de lugar en el momento de atacar, su ataque lógicamente fallaría, por eso sabe que no va a hacerlo. Puede funcionar, pero sigue siendo muy arriesgado” dijo Gabriel.

“¿De verdad crees que un plan tan estúpido propio de un crío puede funcionar contra mí? – Mesa había tenido tiempo de sobra recuperarse del golpe, precisamente por los graves daños que sufría Arturo – Tengo todos los elementos oscuros en mi poder. Puedo atacar a distancia perfectamente. Pero no te envenenaré con el agua negra, ni te anularé con el rayo negro, ¡prefiero que tu propio elemento acabe contigo sin mostrar piedad!”

Extendió los brazos, y una vez más, una ráfaga de llamas negras nació de sus manos, camino hacia su objetivo.

Arturo no tenía fuerzas para huir en ese momento, las heridas todavía pesaban en su cuerpo. Cualquier movimiento brusco sería fatal, así que se decidió por la única opción que le quedaba, contrarrestar el ataque.

Todavía con una rodilla posada en el suelo, el caballero también extendió las manos hacia delante y proyectó una gran cantidad de llamas, que avanzaron rápidamente al encuentro de las negras. El choque de ambas llamaradas provocó un pequeño forcejeo elemental. Sin embargo, al igual que la otra vez, las llamas negras fueron devorando poco a poco a las llamas amarillas del Arturo, ganando terreno rápidamente, pero sin que el caballero pudiera evitarlo.

“¡No! ¡Otra vez no! – Exclamó al ver cómo el fuego no hacía más que retroceder – ¡Esta vez tengo que pararlo!”

Aprovechando que estaba quieto y sin nadie que pudiese atacarle por sorpresa, el caballero aprovechó para cargar un poco de energía, volcándola toda en su ataque elemental. Las llamas se volvieron azules y aumentaron rápidamente en número, frenando a las negras, pero únicamente retrasando lo inevitable.

“Es inútil… – pensaba Jonyo – Aunque aumente el número de llamas azules, por muy ancha que sea su corriente de fuego, sólo significará que las llamas negras tardarán un poco más en hacer su trabajo, no que no vayan a ser capaces de hacerlo. No puedes hacer como yo, moverte a través del tiempo, donde el fuego negro no te puede seguir, pero estoy seguro que tiene que haber otra manera de frenar su ataque…”

“¿Pretendes intimidarme? – dijo Mesa al ver que el número de llamas azules había crecido – ¡Eso puede hacerlo cualquiera!”

En ese instante, y sin necesidad de cargar energía, Mesa también aumentó el tamaño de su ataque elemental, no sólo igualando el de su adversario, sino superándolo también.

“¡Mierda! – Pensó el caballero cuando vio que el fuego negro se le venía encima otra vez, y sin pararse a pensar, automáticamente invirtió más energía para, por lo menos, igualar el tamaño del ataque elemental de su oponente – ¡Soy el caballero del fuego! ¡No puedo perder de esta manera! Si no, la muerte de Fidel habrá sido en vano. Así que, fuego… ¡Arde! ¡¡¡Arde!!! ¡¡¡¡¡Ardeeeeeeee!!!!!”

En lugar de aumentar más el número de llamas, Arturo se concentró en elevar la temperatura de las ya existentes. Poco a poco, el fuego azul fue cambiando suavemente de color, o mejor dicho, perdiendo todo color, pues las llamas se volvieron blancas.

“Las llamas se han vuelto, ¿blancas?” comentaba Gabriel extrañado.

“¡Claro! – Exclamó Reik – Es evidente. ¿Os suena la expresión al rojo vivo? Se conoce así porque un cuerpo a temperatura alta emite la mayor parte de su radiación en zonas de baja frecuencia, como el rojo o el infrarrojo. Realmente, los colores no existen, por eso en función del estado del cuerpo que emite las frecuencias y del organismo que las interpreta, vemos cosas distintas a otros animales como los perros y los gatos estando bajo las mismas circunstancias. Ahora está pasando lo mismo. Las llamas de Arturo han aumentado mucho más su temperatura, y con ello, la frecuencia de sus ondas electromagnéticas ha cambiado, por eso lo vemos blanco. Si un cuerpo a temperatura alta se conoce como al rojo vivo, un cuerpo a temperatura todavía más alta se vuelve al rojo blanco”.

En cuanto todas las llamas se volvieron blancas, dejaron de retroceder ante sus homólogas negras, creando un equilibrio. A pesar de que ahora ninguno de los dos sobrepasada al otro, no cesaban de producir llamas. Tal acumulación de fuego de una manera tan prolongada causó un aumento de la temperatura ambiente de la zona, afectando especialmente a los tres caballeros que observaban el combate.

“Toda la energía que están derrochando esos dos se está acumulando en el aire – pensaba Jonyo – Tal vez deberíamos alejarnos un poco” terminó aconsejando a sus compañeros.

El caballero continuó mandando cuanta energía fue capaz para seguir elevando la temperatura de las llamas, hasta que lograron hacer retroceder al fuego negro. La situación se invirtió, el fuego blanco avanzó devorando al negro, hasta que finalmente Mesa se vio en la obligación de detener su ataque y escapar del alcance del fuego blanco con su teletransporte, trasladándose a una posición cercana.

“No lo entiendo… El fuego negro ha sido derrotado, ¿cómo es posible?”

“La cualidad especial del fuego negro es que no se extingue hasta que reduce su objetivo a cenizas. Sin embargo, eso no tiene nada que ver con su temperatura, que es fija. Si el cuerpo que tiene que quemar tiene baja temperatura o es fácilmente inflamable, tardará menos, pero si se enfrenta a un objetivo que por su composición no es inflamable o tiene una temperatura más elevada, tardará más – Arturo explicaba lo que había ocurrido por sí mismo – Me di cuenta cuanto cambie las llamas normales por las azules. Inmediatamente, tu fuego negro frenó considerablemente su avance, aunque no sirvió para detenerlo.

Es por eso que se me ocurrió la idea de aumentar todavía más la temperatura de mis llamas, aunque no imaginé que cambiarían de color otra vez. Por suerte, estaba en lo cierto. Al aumentar la temperatura por encima de la del fuego negro, tus llamas no pudieron avanzar más, y terminaron retrocediendo. Lo que significa que no hay manera de que el fuego negro pueda con algo que tiene una temperatura superior a él”.

“¡Bien! – Exclamó Jonyo – ¡Sabía que había otra manera! Con esto Mesa se verá obligado a luchar cuerpo a cuerpo, y Arturo tendrá alguna posibilidad”.

“Espera, no vayas tan rápido – le dijo Reik – Él todavía guarda un ataque a distancia más poderosa que el fuego negro”.

Batiendo sus alas, Mesa ascendió por encima de la posición de su adversario. Rápidamente, continuó elevándose hasta que, a simple vista, se le veía como un simple punto negro en medio del cielo. Allí, cargó una bola de energía negra en su dedo índice y apuntó hacia abajo.

“Está apuntando hacia nosotros…” dijo Gabriel tras calcular la trayectoria.

“¡¡Este es el final, caballero!! – Gritó desde lo alto – ¡¡Antes te libraste de mi Cero Oscuras esquivándolo, pero si lo haces ahora, matará a tus amigos!! ¡¡No tienes escapatoria!! ¡¡¡Desaparece!!!”

Con aquella última exclamación, Mesa disparó su Cero Oscuras directamente contra Reik, Gabriel y Jonyo, que veían como la oscuridad se acercaba a ellos. En un instante, Arturo dio un salto y se colocó en medio de la trayectoria de la onda.

“Haaaa… Haaaaaa… – el caballero empezaba a notar los efectos del combate – Acabo de gastar un montón de energía para detener el fuego negro, y ahora esto… ¿Acaso su poder es infinito?”

Sin perder más tiempo, cargó durante unos instantes una onda de color blanco en cada mano, echó las manos al frente y juntó las dos ondas, que se fusionaron, formando una acumulación mayor.

“Esta vez no lo haré… No intentaré ir por el camino yo solo sin contar con nadie – pensaba Arturo mientras el Cero Oscuras avanzaba hacia él – ¡No renunciaré a ser yo mismo! ¡Así que tampoco cambiaré el nombre de mis ataques! – Y rápidamente gritó – ¡Recíbelo, Mesa! ¡¡Final God Breaker Cannon!!”

Una grande y poderosa onda blanca salió disparada de las manos de Arturo. Su poder era tal, que incluso hizo retroceder a su ejecutor, consiguiendo que descendiera ligeramente, hasta controlar completamente su propio ataque.

¡¡Cuidado!! – exclamó Jonyo – ¡¡Al suelo!!”

Los tres caballeros se tiraron en plancha contra el suelo, quedando boca abajo y con las manos cubriéndose la cabeza. Pocos segundos después, las dos ondas, una negra y la otra blanca, ambas de tamaño y potencia similar, y avanzando a una velocidad vertiginosa, chocaron violentamente. El poder de cada una era tan cuantioso, que cuando se encontraron, no fueron capaces de mantener un choque de ondas, sino que se destruyeron mutuamente, desatando una descomunal explosión.

La colisión se produjo a una altura considerable, por lo que nadie recibió daños directos. No obstante, la onda expansiva sí logró alcanzar la superficie de la tierra, produciendo innumerables estragos. El suelo se agrietó por varias zonas, creando fallas que dejaron vía libre al magma que amenazaba desde el interior. Al extenderse, varias grietas terminaron por juntarse, abriendo todavía más terreno, dando lugar a pequeños ríos de lava, que separaron a los caballeros que se encontraban en tierra.

“¡Esto se hunde…!” exclamó Gabriel, y rápidamente, se levantó y saltó hacia la plataforma sobre la que se encontraban sus compañeros, totalmente rodeados de roca fundida.

El castillo de la Fiera Deidad tampoco salió ileso del suceso. Parte del terreno sobre el que se asentaba fue alcanzado por las grietas, amenazando la estructura, mientras temblaba el castillo entero. Además, el cristal de varias ventanas estalló de repente, y muchas de las piedras talladas que formaban aquella inmensa fortaleza comenzaron a agrietarse.

La onda expansiva también afectó a los propios combatientes. Mesa fue empujado aún más hacia lo alto, pero logró amortiguar el retroceso abriendo sus alas tanto como pudo. En cambio, Arturo, herido con anterioridad, y sumando el tremendo gasto de energía de dos poderosas técnicas consecutivas, era arrastrado a tierra por la onda expansiva sin oponer resistencia. El aura que envolvía su transformación, aunque seguía presente, estaba mucho más apagada y sobresalía mucho menos que cuando se inició el combate. Ahora, su brillo era escaso, su silbido se había vuelto un susurro, y apenas cubría estrictamente su cuerpo.

El caballero cayó en seco sobre una plataforma de tierra, plenamente recubierta por las distintas corrientes de lava que seguían adueñándose del lugar, confluyendo entre sí, y reduciendo cada vez más la presencia de suelo firme.

“Al menos, esto aliviará las heridas de Arturo” comentó Gabriel.

“Más importante que eso – Reik estaba centrado en otros aspectos – Arturo le ha demostrado a Mesa que puede anular cualquiera de sus ataques a distancia. Si quiere ganar, está obligado a luchar cuerpo a cuerpo”.

Con tan sólo pasar unos segundos tirado en el suelo tan cerca de la lava, Arturo ya notó que el dolor de sus heridas se atenuaba suavemente. En cuanto se vio capaz, se puso en pie para esperar a su adversario.

Mesa no se hizo de rogar En cuanto los efectos de la onda expansiva desaparecieron, fue visto descendiendo a gran velocidad hacia su contrincante.

“Tengo que concentrarme – se decía Arturo a sí mismo – No puede teletransportarse y atacar al mismo tiempo, así que tengo que fijarme muy bien para atacar al mismo tiempo que él – Mesa ya había retrasado uno de sus brazos, pero todavía estaba muy lejos como para ejecutar ningún golpe – Todavía no. He de esperar – Según se acercaba, su brazo estaba cada vez más retrasado, y sus zarpas, preparadas para el ataque – Un poco más… Sólo un poco más… – Finalmente, alcanzó su posición, y comenzó a adelantar el brazo – Un poco más… ¡¡Ahora!!” exclamó dentro de su ser.

Tratando en todo momento de seguir los movimientos de su adversario, Arturo también extendió el brazo, sin perder de vista la garra de Mesa, que se aproximaba inexorablemente hacia él, pero contra la que no podía hacer nada.

En el mismo momento en que recibió el arañazo de manos de su oponente, el caballero sintió que su ofensiva también daba en el blanco. No obstante, al volver la vista al frente, se encontró con una sorpresa un tanto desagradable. Su ataque no había alcanzado el torso de Mesa, sino un ala, que él había doblado hacia dentro para cubrirse, amortiguando el impacto.

Una vez más, tanto Arturo como sus compañeros veían cómo Mesa había anulado con extrema facilidad otra estrategia del caballero, que volvía a ver la victoria como algo inalcanzable. Apenas unos segundos después, Mesa desplegaba el ala con la que había amortiguado el ataque, golpeando con ella al caballero, que salió rechazado y comenzó a caer.

“Tengo… Tengo que seguir intentándolo – se animaba a sí mismo – ¡No puedo perder…!”

Tras una pequeña voltereta hacia atrás en el aire, Arturo tocó suelo y se impulsó hacia arriba, pero Mesa se había adelantado a sus movimientos y ya estaba justo encima de él, cortándole el paso. Antes de que el caballero pudiera hacer nada, le agarró de la cabeza y se la estrelló contra el suelo. A partir de ahí, voló a ras de tierra, arrastrando la cabeza del caballero por el suelo, terminando por arrojarle a uno de los ríos de lava que cada vez tenían más presencia en el lugar. Cuando todavía se estaba hundiendo, utilizó su larga cola para engancharle de una pierna y tiró para sacarle.

“No dejaré que tu elemento vuelva a aliviar tus heridas”.

Aprovechando que estaba unido a Mesa, Arturo intentó atacarle desde su actual posición, boca abajo y colgando. Esta vez, no necesitó cubrirse con el ala, le bastó con bloquear el golpe con la palma de su mano. La pérdida de poder de los ataques del caballero comenzaba a resultar demasiado evidente. Antes de que el caballero tuviese tiempo de reaccionar, Mesa utilizó su cola para estampar su cuerpo contra el suelo. A pesar de todo, Arturo logró levantarse y se dispuso a continuar luchando.

Mientras combatían, un extraño viento comenzó a soplar alrededor del lugar. No soplaba en una dirección concreta, sino más bien al revés. Las corrientes de viento de todas direcciones comenzaron a confluir alrededor de Mesa y Arturo, formando un fiero torbellino que los envolvió completamente.

“Pero… ¿Qué pasa ahora?” se preguntó Jonyo.

“Creo que lo sé – dijo Gabriel – Siento una anomalía en la naturaleza que nos rodea. La fuerza de sus ataques al chocar ha creado una zona de altísima temperatura y presión alrededor del campo de batalla. El duelo de fuegos, el choque de ondas, incluso el intercambio de golpes cuerpo a cuerpo. Toda la energía desaprovechada en esos ataques se ha quedado deambulando por la zona, hasta que se ha concentrado tanta que ha empezado a manifestarse, en este caso, en forma de un fiero ciclón. En el interior de este horno infernal, se desarrolla la lucha, consumiendo la energía de los contrincantes”.

“Pues saquemos a Arturo de ahí” sugirió Jonyo y trató de avanzar hacia el tornado, pero su compañero le impidió el paso.

“Mira – Gabriel cogió una piedra y la lanzó contra el torbellino. Al acercarse, la corriente la convirtió en polvo antes de que llegara a tocar el suelo – La energía de todo el que se acerque será consumida también. Y aunque consiguieses entrar, puesto que tu cuerpo es más resistente que una piedra, no podrías salir hasta que terminase el combate”.

“¿Por qué?” hasta Reik empezaba a tener curiosidad.

“Sólo el vencedor podrá salir de ahí. Toda la energía acumulada en ese torbellino, favorecerá al futuro ganador. Mientras que para crearlo, la fuerza de los adversarios tiene que ser similar, si uno de los dos comienza a debilitarse, el torbellino comenzará a dañarlo, por lo que acabará con el futuro perdedor. Esto es lo más importante de este tipo de duelos. En el momento en que uno de los dos reciba un golpe mortal, toda la energía acumulada caerá sobre él, lo que prácticamente... ¡le matará!”

“¿Fuerza similar? Si Arturo lleva perdiendo todo el combate…” Reik cuestionaba su hipótesis.

“La energía de ambos al comenzar el duelo era muy parecida. Sin embargo, Mesa ha sacado mayor provecho de sus habilidades y por eso va ganando. A veces, la fuerza no lo es todo”.

“¿El aumento de temperatura no debería favorecer a Arturo?”

“No. Estás mezclando las cosas, Jonyo. Una cosa es la presencia de su elemento y otra, factores externos como la temperatura. Si la temperatura la estuviese provocando el propio fuego entonces sí, pero si la está causando algo diferente, como en este caso, una zona de aislamiento formada por una gran densidad de energía, Arturo la sufrirá como cualquier otro”.

El viento empezaba a ser tan fuerte que dificultaba a los tres caballeros seguir adecuadamente el combate. Apenas veían vagamente a los combatientes, y debían apoyarse en sonidos y gritos para enterarse bien de lo que ocurría ahí dentro.

“Apenas consigo ver algo…” dijo Reik forzando su vista para tratar de avistar a su compañero.

“Tranquilos, yo leeré el combate para todos – Jonyo cerró los ojos para concentrarse – Igual que cuando luchó contra Lardo. Puedo ver a través de la electricidad de sus cuerpos”.

En el interior del tornado, Arturo y Mesa continuaban su enfrentamiento. A pesar de que la sensación de dolor de sus heridas se había reducido considerablemente, la mayoría de ellas continuaba sangrando, en especial la del ataque que le atravesó completamente. Sin darse cuenta, se iba debilitando poco a poco, y el ansia por terminar el duelo cuanto antes crecía en su interior.

“¿Qué te parece el escenario que hemos creado? ¿No te resulta ideal para esta situación? – Ahora era Mesa el que empezaba a ser controlado por los delirios de su propia transformación – ¿Cuál será tu nota final, caballero? ¿Aprobado o suspenso?”

Arturo no contestó. En su lugar, salió a su encuentro para continuar el enfrentamiento. Mesa le correspondió y también se dirigió hacia él. El caballero tenía intención de volver a atacar a su adversario simultáneamente, pero ahora con otra estrategia añadida.

“Aunque logre alcanzarle, seguramente vuelva a protegerse con un ala o cualquier otra parte de cuerpo. Tengo que ir un paso más allá – sigilosamente, empezó a cargar energía en uno de sus puños, suavemente, para que el brillo no le delatase – Esta vez, en lugar de asestarle un golpe directo, le dispararé un Final God Breaker Cannon. Es muy posible que haciéndolo con una sola mano tenga mucha menos potencia, pero debería compensarse por hacer el disparo a quemarropa. No tengo energía para hacerlo más que una vez más, así que probablemente, esta sea mi última oportunidad de ganar el combate…”

Decidido, se llevó la mano en la que cargaba energía atrás, para que se viera lo menos posible, y avanzó en posición de ataque hacia su objetivo.

“Sabe que soy diestro, no le extrañará nada que avance con el brazo izquierdo adelantado para cubrirme y el derecho retrasado para el ataque”.

Mesa avanzaba con el brazo doblado hacia dentro, mostrando el codo adelantado. En lugar de practicar un simple zarpazo, buscaba liquidar de forma efectiva el combate gracias al hueso puntiagudo que le salía del codo.

Aunque los dos se movían a gran velocidad, para el caballero todo pasaba en cámara lenta. Sabía que tenía que dejarse apuñalar por ese hueso puntiagudo para lograr su meta, pero estaba dispuesto. El brillo de la energía que acumulaba en su mano ya era más que evidente pero también contaba con que Mesa no tuviera tiempo de reaccionar, como ya había ocurrido anteriormente. Esperó pacientemente a que el cuerpo de Mesa estuviese a punto de entrar en contacto con el suyo para adelantar el brazo y lanzar el ataque justo en el momento del apuñalamiento.

“¡¡Ahora!! – pensó y llevo el brazo hacia delante – ¡¡Final God Breaker Cannon!!”

Un instante antes de que sus cuerpos entraran en contacto, Mesa se teletransportó evitando el ataque del caballero, que salió disparado hacia ninguna parte. La poderosa onda blanca, aunque bastante más estrecha que antes, pasó a través del tornado que los rodeaba, saliendo de la zona de alta densidad de energía, perdiéndose en la lejanía. Una vez cesó la onda, el agujero que había creado en el tornado volvió a cerrarse, aislándolos de nuevo.

Mesa reapareció detrás de Arturo, extendió el codo mostrando la mano que tenía oculta, y en ella apareció una bola de energía negra en la punta de su dedo índice.

“¡Cero Oscuras!” exclamó desde atrás.

Arturo escuchó el ruido de la onda justo detrás de él y tuvo tiempo de darse la vuelta, pero de nada más. Logró cubrirse de un acto reflejo, pero no pudo impedir que el Cero Oscuras le devorase completamente.

“He de confesar que he tenido suerte – pensó Mesa – No imaginaba que los dos teníamos el mismo plan en mente. Si no me hubiese trasladado antes de entrar en contacto con él, habría perdido el combate, pero no ha sido así. Al fin y al cabo, la suerte es parte del éxito”.

Desde el exterior, Gabriel, Jonyo y Reik, vieron primero como salía el Final God Breaker Cannon del interior del torbellino, y después el Cero Oscuras, que también se abrió paso momentáneamente. Sin embargo, el cuerpo del caballero no fue expulsado de la zona de alta densidad. Cuando la onda negra cesó, Arturo apareció flotando en el aire, dentro del tornado, y comenzó a descender. A medida que caía, su aura iba desapareciendo y su cabello regresaba a su color natural, al igual que sus ojos. Para cuando cayó al suelo, ya había perdido completamente su forma de SuperGuerrero.

“¡Sigue con vida! – Mesa estaba tremendamente sorprendido – Debería haber sido desintegrado… Sin embargo, parece que el aura de la transformación le ha protegido de su terrible final, a cambio de desaparecer, claro…”

Jonyo detectó los cambios en el organismo de Arturo a través de la electricidad de su cuerpo. Aunque no podía verle, sabía que había perdido la transformación, y su preocupación se reflejó en su rostro.

“¿Qué pasa? – Le preguntó Reik – Te has quedado blanco”.


“El SuperGuerrero ha sido… ¡Derrotado!” contestó con resignación.

jueves, 16 de abril de 2015

Episodio CLXXIX

Uno más de camino al final ;)

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Episodio 

CLXXIX

A
rturo y Mesa, ambos transformados y dispuestos a enzarzarse en su duelo final, continuaban frente a frente, mirándose fijamente, esperando cada uno a que el otro diera el primer paso. Mientras ambos disfrutaban perdiendo el tiempo, el mundo continuaba su proceso de devastación. A los chorros de lava espontáneos, los terremotos y las grietas, se le unían ahora fuertes vientos y mareas. Lenta, pero inevitablemente, todo el planeta estaba siguiendo el camino hacia su destrucción.

De la grieta que había surgido cerca de donde estaban, comenzó a brotar lava suavemente, hasta formar un pequeño río que pasaba muy cerca de la posición de Jonyo, quien no podía apartar la vista del flujo de magma.

“Tranquilo – le dijo Gabriel – Es un planeta, no se puede destruir tan fácilmente. Aunque lo que haya dicho Mesa sea verdad, cosa que dudo, el planeta primero tendría que deteriorarse completamente por dentro, luego por fuera, y después de todo eso, dependiendo del daño, ya se vería si dejaría de existir o no. A lo que iba, no te preocupes por eso ahora, ya veremos si podemos hacer algo después. Hay tiempo de sobra. Te lo dice el Caballero de la Naturaleza”.

“Qué me vas a contar a mí del tiempo…” trató de bromear para calmarse un poco.

Finalmente, fue Mesa el que, batiendo sus grandes alas negras, dio comienzo al combate. Saltó hacia delante, y se lanzó contra el caballero del fuego, volando a ras de suelo. Sin esperar a que llegase, Arturo lanzó una onda directamente hacía él. La onda viajó a gran velocidad, pero antes de llegar a impactar en su objetivo, Mesa desapareció, reapareciendo en el mismo instante algo más adelantado. La onda pasó de largo, provocando una fuerte explosión a lo lejos.

“¿Lo ha esquivado?” preguntó Gabriel.

“No. Ha sido uno de sus teletransportes – trataba de aclarar Jonyo –  Cuando esquivas algo a tanta velocidad que parece que desapareces, normalmente permaneces unos segundos desaparecido para tratar de sorprender a tu adversario. Pero él ha reaparecido en una ubicación completamente distinta en el mismo instante, no hay duda”.

“Pero, ¿no necesitaba ponerse dos dedos en la frente para hacer esa técnica?”

“Al igual que le pasa a Arturo o que le pasaba al Capitán Lardo – intervino Reik, que al igual que los otros dos, desconocía que Mesa había adquirido esa mejora durante su combate contra Fidel – es posible que su transformación también modifique parte de sus habilidades, para bien o para mal. Realmente, ahora mismo no sabemos lo que puede llegar a hacer”.

Mesa alcanzó finalmente la posición de Arturo, y se abalanzó sobre él con sus garras, como un depredador dispuesto a devorar a su presa. El caballero se cubrió con su espada, bloqueando las garras, que agarraron la hoja de su arma como si fuera un simple barrote sin filo, produciendo un pequeño forcejeo.

Ahora que lo tenía tan cerca, Arturo pudo comprobar lo mucho que le costaba reconocer al antiguo Mesa en ese cuerpo de monstruo. De no ser por las deterioradas gafas que todavía llevaba sobre sus ojos y los andrajos que quedaban de su traje, no estaba seguro de si sería capaz de distinguirle sin haber visto cómo cambiaba.

Contemplar tan de cerca el nuevo aspecto de su adversario le provocó auténtica repulsión. Casi de un acto reflejo, empujó violentamente a Mesa hasta hacerle caer de culo. Como un animal, dio un salto para levantarse, cayendo a cuatro patas. Arturo ya había dado comienzo a su contraofensiva. Estaba muy cerca, por lo que en vez de pensar una nueva estrategia, Mesa recurrió a su larga cola. Modificó el extremo con forma de punta de flecha, cambiando ahora a ser una simple bola, pero bastante más grande que antes. Movió su cola para enviar el extremo directo hacia su objetivo, estrellando la bola violentamente en el pecho del caballero, que fue claramente sorprendido.

“Ugh – el impacto le detuvo durante unos segundos la respiración – ¿Qué es esto? Es como si fuera de algún metal pesado” pensó mientras la observaba, incrustada en su cuerpo.

El ataque frenó en seco la ofensiva de Arturo, que se quedó parado en el sitio. Mesa retiro su cola, restauró la forma original del extremo de su cola y volvió al ataque. Antes de que el caballero tuviese tiempo de reaccionar, recibió un zarpazo que le desgarró parte de sus ropas, dejó cuatro surcos sangrando en su torso, y finalmente le tiró al suelo.

Mesa se acercó lentamente, saboreando el combate, relamiéndose, con una lengua morada, larga y fina, que no le habían visto hasta ese momento. Esos instantes bastaron para que Arturo recuperase la concentración y sorprendiese a su enemigo con un espadazo de debajo de arriba al mismo tiempo que se ponía en pie. Sin embargo, él volvió a evitarlo, teletransportandose a su espalda.

Arturo fue capaz de verle, a través del reflejo de su espada. Sin embargo, no fue capaz de evitar que le clavara sus garras en el costado. Una nueva herida sangraba ahora en su cuerpo. Acaba de empezar el combate y ya perdía sangre por distintos sitios.

El dolor le obligó a agacharse, apoyándose sobre una de sus rodillas. A su espalda, Mesa se preparaba para rematarle, cuando el caballero decidió efectuar un nuevo ataque, pero en vez de lanzarlo sobre Mesa, lo hizo contra el suelo. Desde esa misma posición, propinó un fuerte puñetazo al suelo que incrustó completamente su mano y agrietó los alrededores, originando varios géiseres que lanzaron vapor de toda a toda presión a su alrededor. No contento con eso, todos vieron como salían destellos del interior del agujero donde tenía metida su mano. Estaba cargando una bola de energía, que rápidamente hizo estallar, dando paso no sólo a simple vapor de agua, sino a un torrente de lava que salió disparado hacia el cielo, engulléndole completamente.

“¿De verdad pensaba que podría alcanzarme con eso? – Pensaba Mesa mientras evitaba la lava con facilidad – No… No puede ser tan estúpido. Tiene que haber algo detrás”.

La erupción fue perdiendo fuerza poco a poco, dejando a Arturo a la vista de nuevo. Parecía haberse recuperado un poco de los últimos golpes y sus heridas habían dejado de sangrar.

“Claro… Su elemento le ha curado” dijo Jonyo.

“Bueno, no es exactamente así – explicó Gabriel – Es cierto que su elemento le ha prestado algo de ayuda al exponerse a él, pero no tanta. Le ha devuelto un poco las fuerzas y le ha cerrado las heridas, pero siguen estando ahí. Al mínimo golpe pueden volver a abrirse”.

“Tu estúpido amigo también hacía estas cosas cuando se enfrentó a mí – le dijo, refiriéndose a apoyarse en el poder de su elemento – Pero ninguno de esos trucos le sirvió para evitar su muerte”.

Arturo advirtió que Mesa sólo trataba de provocarle, y tras unos instantes titubeando, finalmente pareció controlarse. Se alejó levitando unos metros, y cuando nadie lo espera, arrojó su espada contra él, directa hacia el pecho.

Durante los segundos que estuvo viajando por el aire, nadie la perdió de vista. Tanto Mesa como el resto de caballeros no alcanzaban a adivinar las intenciones de Arturo, pero su adversario sabía que un ataque de ese tipo no suponía peligro alguno para él, por lo que no se preocupó de las intenciones que pudiera tener. Podía esquivar el ataque, pero cambiar de posición otra vez le parecía innecesario pudiendo solucionar el asunto con un simple manotazo.

Extendió el brazo hacia atrás, y apuntó con una de sus garras a la espada, que ya estaba muy cerca. Cuando estaba a punto alcanzarla, Arturo apareció delante de él, agarró la empuñadura y recuperó la espada, viendo como el zarpazo de Mesa golpeaba al aire. Rápidamente, Arturo blandió la espada, practicando un corte horizontal sobre el pecho de Mesa.

“¡Bien hecho! – Reik no pudo evitar expresar su satisfacción – Mesa necesita teletransportarse conscientemente. Como es lógico, no lo hace de manera automática, así que ha creado una situación en la que no tenga tiempo para reaccionar. Sabía que si lanzaba la espada, toda la atención recaería en ella. En ese tiempo, él se ha desplazado a toda velocidad sin llamar la atención, ha alcanzado y recuperado la espada y finalmente ha podido ejecutar su ataque”.

No obstante, los resultados ofrecidos no eran tan bueno como la estrategia tomada por el caballero. A pesar de que había logrado atacar a su adversario con su espada, lo único que consiguió fue que saltaran chispas de la fricción de la hoja con la piel de Mesa, pero no fue capaz de infligirle daño alguno.

“Esa extraña piel blanca… No consigo cortarla, ¿por qué? – se preguntaba sorprendido y confuso – Es como si fuese de piedra…”

Aunque el plan había tenido éxito, la ofensiva no lo había tenido. El factor sorpresa había desaparecido, y ahora Mesa preparaba su contraataque. Arturo vio cómo la cola de Mesa le rodeaba, tratando de sorprenderle por detrás. La punta de flecha avanzaba hacia su espalda, pero él ya la había visto y estaba preparado. Esperó hasta el último momento, y cuando el extremo de la cola iba a hundirse en su cuerpo, escapó desapareciendo sin dejar rastro.

“Ha desaparecido, ¿dónde está?” se preguntaba Gabriel.

“Arturo no sabe teletransportarse, así que tiene que estar por ahí, dando vueltas a gran velocidad. Pero… Yo tampoco consigo verle…” añadió Reik.

“Es normal que no le vean – pensaba Jonyo, sin decir nada – Incluso yo, que estoy acostumbrado a estas velocidades le veo muy vagamente, ¿cómo van a verle los demás?”

De pronto, Arturo apareció en medio del cielo, a espaldas de Mesa, disparó una onda de energía contra él, y volvió a desaparecer. A pesar de estar de espaldas, Mesa movió una de sus dos grandes alas negras, utilizándola primero como pantalla para cubrirse de la onda, y un instante después, desvió el ataque de un alazo, sin girarse siquiera.

“Es extraño, no ha necesitado moverse para rechazar el ataque de Arturo – Jonyo continuaba analizando la situación – Incluso aunque la luminosidad le haya advertido de la presencia de la onda, sigue siendo demasiado como para evitarla de esa manera, y más tratándose de un ataque sorpresa. Y si… – fue entonces cuando se fijó en los ojos de Mesa, ahora amarillos y brillantes, con esa pupila fina y alargada – No será que… ¡¡¡Cuidado Arturo!!! – gritó – ¡Él no…!!!”

No tuvo tiempo de terminar la frase. En un instante, Mesa dio un salto que parecía no ir a ninguna parte, y en medio del aire, asestó un codazo a la nada. Primero se escuchó un golpe, y acto seguido, el cuerpo de Arturo apareció, clavado en el hueso puntiagudo que le había salido a su adversario en el codo.

“Debí haberlo imaginado antes. Esos son ojos de gato. Gracias a ellos, Mesa, al igual que los felinos, puede detectar mejor los objetos en la oscuridad, y también, lo que en este caso sería una presa en movimiento – Jonyo por fin compartía su teoría con el resto – Él sabía desde el principio donde se encontraba Arturo, por eso fue capaz de bloquear la onda sin girarse y de detectarle cuando ni nosotros le veíamos”.

La fuerza del golpe le hizo caer de cabeza contra el suelo, dejando un chorro de sangre por el aire según descendía. Casi al llegar al suelo, logró controlar medianamente la caída y aterrizar sin darse un golpe. Ya en tierra, se dispuso a golpear el suelo de nuevo para que saliera más lava y pudiese curarse una vez más, pero Mesa se dio cuenta.

“No te dejaré…”

Inmediatamente, se teletransportó hasta su posición, y evitó que abriese la tierra de nuevo lanzándolo al aire de una patada. Como sus pies también se habían convertido en poderosas zarpas, el caballero también se llevó un nuevo arañazo. Para no dar tiempo a recuperarse a su adversario, cargó una pequeña bola de energía negra en la punta de su antiguo dedo índice, apuntando directamente contra su objetivo.

Cero Oscuras”.

“Ese ataque… Yo, lo he escuchado antes – de repente, varios recuerdos aparecieron en la memoria de Gabriel – ¡¡¡Arturo!!! ¡¡¡Esquívalo!!!” gritó en cuanto se acordó de aquel momento.

Un poderoso rayo de energía negro brotó de la pequeña bola que cargaba Mesa, aumentando rápidamente su grosor a medida que avanzaba. Arturo tenía pensado simplemente cubrirse ante aquella técnica, pero las palabras de su compañero llegaron a tiempo y por suerte para él decidió hacerle caso, moviéndose en el aire lo justo para que el Cero Oscuras pasase por su lado sin tocarle, pero lo suficientemente cerca como para sentir su calor.

El rayo negro continuó avanzando imparable por el firmamento. En su camino, se topó con una montaña, a la cual atravesó sin perder poder ni velocidad alguna, consumiendo todo lo que se cruzaba en su camino, hasta dejar un agujero limpio que cruzaba todo el monte, de cuyos bordes manaba un extraño humo negro. Finalmente, la onda salió de la isla y se perdió en el cielo.

“Parece que he hecho bien en esquivarlo – reflexionaba Arturo – Era muy parecido a mi God Breaker Cannon, pero con energía oscura…”

“Es verdad… Ahora que lo menciona – se preguntaba Gabriel – Tiene ese ataque con el que destruyó ese edificio enorme por dentro, desintegrando todo, y con el que luego casi gana a Fidel en Narshe, ¿por qué no lo usa?”

“Bueno, creo que uno de los motivos es porque ya no se le va la olla con la transformación. Antes era un despropósito de ataques uno detrás de otro, con un enorme despilfarro de energía por esa agresividad y ansia de destrucción que nacía en él cada vez que se transformaba – Jonyo parecía tener la respuesta completa – Pero dejando eso a un lado, está claro que hay algo más. Piensalo. Hasta ahora, ¿cuántos ataques de Arturo han dado en el blanco?”

“Claro… El teletransporte…”

“Eso es. Es demasiado arriesgado utilizar un ataque como el God Breaker Cannon sin estar seguro de que no vas a fallar. Es demasiada energía gastada, y todavía nos espera otro enemigo después. No es que tenga muchas opciones…”

“Mesa está jugando con ventaja – añadió Reik – Él ya nos conoce a todos, pero nadie había visto nunca su transformación. Creo que Arturo está haciendo lo correcto. Estudiar a su oponente”.

“Si vuelvo a intentar usar la lava para beneficiarme, se trasladará instantáneamente de nuevo, impidiéndomelo – Arturo valoraba sus opciones – Necesito que salga de manera natural…”

Llegado a ese punto, decidió echar mano de su elemento. Aunque seguía en el aire, ya se había recuperado del golpe y podía volar libremente. En pleno vuelo, comenzó a cargar energía. Su aura se intensificó, acentuando su color dorado y su característico silbido. A medida que cargaba energía, varias lenguas de fuego nacían dando vueltas a su alrededor. Las lenguas fueron aumentando en número hasta envolver completamente al caballero en un tornado de fuego que avanzaba imponente hacia Mesa.

Lejos de intimidarse, su adversario sonrió. Cuando el tornado de fuego se acercó lo suficiente, abrió sus alas lo más que pudo y comenzó a batirlas con fuerza, produciendo un poderoso viento que fue apagando las llamas poco a poco, hasta extinguirlas por completo, dejando al caballero al descubierto.

“Con el simple batir de sus alas – Arturo no daba crédito a lo que estaba ocurriendo – Solo con eso, ha logrado sofocar todas mis llamas…”

Una vez más, Mesa batió sus alas, pero esta vez para servirse de ellas para volar sin gastar energía. Arturo todavía se encontraba en estado de shock y no se percató de la llegada de su oponente, que aprovechó para propinarle varios zarpazos con el fin de derribarle.

La caída fue precedida por un grito, pero lejos de dejarle en paz, Mesa también descendió para rematarle. Aunque sus dedos, y sobre todo sus uñas, se habían convertido en garras, Mesa todavía poseía la anatomía propia de un ser humano. Conservaba la palma de la mano y sus cinco dedos, por lo que podía agarrar y lanzar sin mayor problema. Cuando se puso a su altura, la agarró de la cabeza, clavándole sus garras alrededor de la frente, la cara y la nuca, y le acompañó en el descenso hasta que él mismo le estrelló la cabeza contra el suelo, asegurándose de que el impacto fuera lo más violento posible.

El cuerpo del caballero atravesó la tierra avanzó hacia las profundidades, liberando la lava que aguardaba debajo una vez más. En cuanto salió el chorro de magma, Mesa se apartó con rapidez, dejando al caballero inundado de su elemento.

“Vaya… Me he pasado… Parece que todavía no controlo bien mi fuerza…”

A los pocos segundos, el chorro cesó su potente fuerza inicial, regresando a una erupción lenta pero indetenible, de la que salió Arturo, otra vez con sus heridas cerradas, aunque tampoco curadas.

“Es mentira… – pensó el caballero, que había escuchado la voz de su agresor – Lo ha hecho a propósito para que me cure… Es como si se estuviera riendo de mí…”

Sin darse cuenta, estaba comenzando a ceder ante el poder de su propia transformación. La ira y la sed se sangre que tanto trabajo le había costado llegar a controlar, volvían a abrirse paso gracias a las provocaciones de Mesa.

“¡¡A ver si estas puedes apagarlas tan fácilmente!!”

Cerró el puño con fuerza, y de pronto, quedó envuelto en fuego azul. Acto seguido, dio un puñetazo al aire, proyectando una llamarada de fuego azul hacia su adversario.

“Todavía no me lo puedo creer… – comentaba Gabriel muy asombrado – A pesar de que Arturo está en SuperGuerrero, la forma con la que derrotó a Mesa en su forma normal de dos golpes y con la que derrotó al Capitán Lardo cuando se volvió loco, Mesa está controlando el combate con una facilidad insultante…”

“Estábamos equivocados… – confirmó Reik – Da la impresión de que van más o menos igualados, con los típicos vaivenes de cualquier batalla. Pero realmente es Mesa quien controla la situación”.

“Y eso que todavía no los ha usado…” susurró Jonyo sin querer demasiado alto.

“¿Todavía no los ha usado? – le escuchó su compañero – ¿El qué?”

“Eso… – contestó Jonyo señalando hacia delante – Para qué habré abierto la boca…”

Mesa extendió el brazo al frente, abrió su mano, y una inmensa cantidad de llamas negras surgieron en unos instantes, bloqueando el paso de las llamas azules.

“Es cierto… – se dio cuenta Reik – Por culpa de la transformación me había olvidado de que ha absorbido todas las esferas elementales. Por lo tanto si el Caballero Negro era capaz de usar los elementos oscuros, era lógico pensar que Mesa también”.

Las llamas negras chocaron frontalmente contra las llamas azules, provocando un pequeño conflicto. Sin embargo, en cuestión de segundos, las llamas negras empezaron a devorar a las azules, consumiéndolas totalmente. A medida que eliminaban el fuego azul, las llamas negras avanzaban hacia el caballero, que termino en la obligación de cesar su ataque y retirar su posición, derrotado por su propio elemento.

“El fuego negro ha sido capaz de quemar el propio fuego… – comentaba Gabriel – ¿Acaso hay algo que Arturo pueda hacer?”

“Por lo que hemos contado, todos ascendimos de clase tras superar una situación de tensión parecida – Jonyo se mostraba esperanzador – ¿Es posible que con él pase lo mismo?”

“No podemos saberlo. También hay diferencias entre ambas situaciones – Reik parecía ver las cosas de otra forma – En primer lugar, nosotros estábamos solos. Parece una tontería, pero ese tipo de experiencias siempre pasan en solitario. Si algo como lo que nos ha ocurrido le tiene que ocurrir también a Arturo, nuestra simple presencia puede impedirlo. Y en segundo lugar, nosotros no podemos transformarnos como hace él, así que no sería de extrañar que él no pudiera hacer algo que sí podemos hacer nosotros. En cualquier caso, no debemos intervenir, ni mucho menos contarle nada de lo que nos ha pasado hasta que acabe el combate. De hacerlo, intentaría lograrlo para cambiar las tornas del combate, y no se puede perseguir algo que ni siquiera sabemos si realmente puede suceder”.

La última demostración de poder de Mesa, utilizando su propio elemento, había calado hondo en el caballero, que veía cómo todas sus puertas hacia la victoria se iban cerrando una a una. Sus ataques habían sido inutilizados por el teletransporte, su espada había sido bloqueada por la piel de Mesa, su velocidad por sus ojos, y sus llamas por las sus alas, y su fuego azul por el fuego negro. Ahora temía que cualquier cosa que se le ocurriera fuese también anulada rápidamente por alguna otra cualidad del nuevo cuerpo de Mesa todavía no descubierta.

“Así que este es… El auténtico poder de Mesa… ¿Fidel realmente se enfrentó a este monstruo y estuvo a punto de vencer? – La duda se apoderaba del caballero – ¿Cómo lo consiguió? Es cierto que Mesa no estaba transformado, pero Fidel tampoco, y yo sí, así que es lo mismo – en su mente no dejaba de aparecer la imagen de su difunto amigo – Y no es sólo eso. Reik, Jonyo, e incluso Gabriel están aquí. Eso significa que han derrotado a sus adversarios. La teniente, el Capitán Lardo, el Caballero Negro… No puedo sentir la energía de ninguno de ellos… ¿Es que me he quedado atrás? ¿Qué ha ocurrido mientras estaba inconsciente?”

No se había dado cuenta, pero Mesa ya había comenzado una nueva ofensiva. Extendió su mano hacia el cielo, con la palma de la mano bien abierta y las garras tan separadas como pudo. Desde esa posición, bajó el brazo dando un arañazo al aire, dejando tras de sí una estela de viento negro con cada garra, las cuales salieron disparadas todas hacia Arturo en cuanto la mano de Mesa tocó el suelo.

“¡Cuidado idiota!” le gritó Reik a su compañero, que seguía enfrascado en sus propios pensamientos.

Al escuchar la voz, Arturo volvió al mundo real, pero ya era demasiado tarde. Los cinco haces de viento estaban demasiado cerca y avanzaban demasiado rápido. Apenas le dio tiempo a cubrirse pero dio igual. Los cinco impactos simultáneos le rompieron la guardia, le desgarraron parte de la ropa, le hirieron gravemente y finalmente le derribaron, todo en apenas un par de segundos.

“Está totalmente fuera del combate…” susurró Gabriel.

“Eso ha sido… ¡Getsuga Tenshou! – Jonyo reconoció el ataque al instante – ¡¡Ha ejecutado cinco Getguga Tenshou al mismo tiempo y sin usar una espada siquiera!! – Todavía no salía de su asombro – Blackron apenas podía hacer uno y muy de vez en cuando… Es… Es realmente un monstruo…”

El caballero del fuego continuaba cayendo, sin mostrar signos de una recuperación aérea que le impidiera estrellarse contra el suelo. Realmente, su condición física le permitía perfectamente frenar la caída y retomar el vuelo, pero su condición emocional bloqueaba toda posibilidad.

“Yo… Ya estoy acabado… – podía ver su cuerpo sangrar por todas partes. El último ataque había sido tan violento que había reabierto todas sus heridas de golpe. Aunque utilizase de nuevo el poder de su elemento para curarse, ya no sería lo mismo. La gravedad de las heridas y la pérdida de sangre marcaban una diferencia significativa que no podía subsanarse con una curación parcial. En cambio, veía que su adversario seguía igual que al inicio del encuentro – Está intacto… Ni siquiera he podido herirle una sola vez – Fue entonces cuando advirtió de nuevo la herida que Mesa tenía en el pecho. Esa herida ya la tenía cuando empezaron el combate pero, a diferencia del resto, no se había curado con la transformación. Era la primera vez que veía una herida así. No sangraba, parecía más bien la grieta de una edificio, un corte oscuro y profundo, que no se sabía hasta donde llegaba – Esa herida… ¿Por qué no ha curado también? Yo no se la he hecho, así que debió ser cosa de Fidel, pero está claro que un arma normal no podría hacer una herida tan extraña como esa. Tal vez fuese ese hacha que mencionaba Mesa en su relato, pero, ¿de dónde sacó Fidel un hacha? Da igual… En cualquier caso, lo importante es que esa herida no se ha curado cuando Mesa se transformó, ¡y pienso averiguar el motivo!”

Cuando estaba cerca de estrellarse, finalmente recuperó algo de confianza y fue capaz de retomar el vuelo, directo hacia su adversario, sin haber cerrado sus heridas ni tomado un respiro. Agarró su espada con fuerza e inició su ofensiva.

“Ahora qua ya sabes que tu espada no puede hacerme daño, no hay necesidad de seguir evitando tus ataques” dijo Mesa.

Arturo comenzó a asestar espadazos sobre todo el cuerpo de su adversario sin recibir mayor respuesta que las chispas que saltaban por la fricción de su espada. Costado, pecho, espalda… Todo soportaba los golpes de Arturo por mucha fuerza que pusiera en ellos. Mesa esperaba relajado a que el caballero se rindiera por sí solo, y cuando vio su oportunidad, apartó su espada y asestó un puñetazo directo a la extraña herida oscura que cruzaba el torso de su oponente. El ataque pilló por sorpresa a Mesa, que no tuvo tiempo de reaccionar ni mucho menos de teletransportarse. Realmente, el golpe no produjo ningún dolor en él, pero si activó el poder la herida, que le hizo sentir una vez más como si todo su cuerpo fuera arrastrado hacia interior de esa herida oscura.

“¡Le ha dado!” Exclamaron todos los caballeros que estaban de espectadores.

“Parece que tu transformación tiene un punto débil – le dijo Arturo – Ahora que lo he descubierto, ¡¡te venceré con el mensaje que nos dejó Fidel antes de morir!!” exclamó con fuerza, refiriéndose a la herida.