domingo, 15 de abril de 2007

Episodio XLV

El capítulo de hoy, al igual que el siguiente, sí van dedicados (que ya toca xD). El de hoy va dedicado a mi lectora más reciente, Nuria quien en sólo dos semanas se ha leído todo lo que he escrito hasta ahora lol xD. Ella, como mujer que es, lo primero que ha hecho ha sido defender su sexo, porque todos sabéis de la escasez de mujeres en rangos importantes y los correspondientes motivos de ello. Espero y deseo, Nuria, que con los tres costosos comentarios que te dejé desde la Wii te haya quedado claro a ti también. Casualmente, has tenido la suerte de que en este capítulo la acción principal está desarrollada por personajes femeninos, y los masculinos han quedado a un lado sin poder ninguno, motivo por el que te dedico este episodio y espero que disfrutes al leerlo. En cuanto a quien va dedicado el siguiente, lo sabréis dentro de dos semanas cuando lo publique :p Ahí va.

Nº ep: 45

Título: N/A

Tamaño: 12

Dedicado a: Nuria



Episodio XLV

M

iedo, preocupación, ansiedad, temor, duda. Todas estas sensaciones recorrían el cuerpo de los caballeros mientras se acercaban cada vez más al lugar en el que se encontraba Fidel.

“Ya estamos muy cerca” dijo Arturo.

“¡Allí se ve algo!” exclamó Jonyo mirando al frente.

Un poco más adelante, la figura de una persona tirada en el suelo empezaba a apreciarse. Estaba boca abajo, la presencia de los altos y robustos árboles añadidos a la distancia obstruían la visión impidiendo un reconocimiento completo.

“¿Quién será?” pensó Gabriel.

Al llegar le dieron la vuelta al cuerpo y comprobaron su identidad. Se trataba de Fidel. Tenía marcas de golpes en todo el cuerpo, un profundo corte a lo largo de todo el torso desde la cadera hasta el hombro del lado contrario y estaba prácticamente cubierto de escarcha. A pesar de estar inconsciente su cuerpo tiritaba levemente.

“Lo han vencido...” dijo Jonyo.

Peter se agachó para examinarlo, al tocarlo notó un frío estremecedor, sus manos quedaron cubiertas de sangre y perdió la sensibilidad en las yemas de los dedos durantes unos segundos.

“Esto no me gusta...” dijo él.

Algo inquieto, continuó examinándolo durante unos minutos más. Posó su mano sobre la frente del caballero, después comprobó sus constantes vitales y dedujo su estado.

“Está muy mal. Puedo curarle el corte del torso pero eso no hará que se recupere. Ha perdido mucha sangre, lo que ha debilitado sus defensas. Todo ello sin contar que la escarcha que cubre su cuerpo ha provocado el descenso de su temperatura corporal y le ha originado fiebre”.

“Si la temperatura es el problema, le rodearé de fuego y se curará” dijo Arturo.

“¡No! Eso podría matarle. El cambio brusco de temperatura le destrozaría por dentro. El cambio debe ser paulatino”.

“¿Y crees que la escarcha es de...?” preguntó Gabriel.

“No lo sé. Es una posibilidad, pero eso no importa ahora. Ya nos dirá qué ha pasado cuando despierte. Ahora tenemos que llevarle al pueblo para que la doctora le trate la hipotermia”.

Los caballeros parecían comprender la situación, pero ninguno se atrevió a sacar el tema. En silencio, se limitaron a transportar el cuerpo mientras Peter curaba la herida del torso.

En su base, Miss Jewel salía del la choza en la que había tenido lugar su encuentro con Suso, caminó hasta su trono de piedra, donde sus subordinados la ofrecieron sentarse tras sacudir el polvo. Ella tomó asiento y empezaron a abanicarla por los dos lados.

“Mmmmm, airecito – dijo ella – Viene bien con el calor que hace. Seguid así, mis fieles siervos”.

Nada más se sentó, Bill hizo acto de presencia, ya limpio y aseado, con gafas nuevas del mismo estilo y todo reluciente.

“Muy buenas, Mi Señora – saludó – ¿Qué tal lo ha pasado?”

“Muy bien, Bill, muy bien. Quedan pocos hombres como él”.

“¿Y su acompañante?”

“Se ha quedado en la cama fumando un cigarro, dijo que era su pequeña costumbre. Así que lo dejé descansar”.

“Entiendo”.

“¿Y el Capitán Lardo?”

“Debe de estar al llegar. Siempre que no se haya entretenido por el camino, ya sabe usted que es muy despistado”.

“Perfecto”.

Reik apareció de repente e interrumpió la conversación. Venía sonriendo y llevaba su espada desenvainada, cubierta de sangre.

“Saludos, Mi Señora”.

“Oh, Reik, eres tú. Veo por tu espada que has ido de caza”.

El caballero del hielo extendió el puño, abrió la mano y unos cabellos morenos descendieron hasta el suelo.

“¿Quién ha sido tu presa?”

“Fidel, el caballero de la tierra”.

“Wajaja, perfecto. Ahora esos caballeros sabrán que uno de ellos está bajo mi control, vendrán a por mí pero se encontrarán con que su antiguo compañero me defiende. Intentarán retenerle, hacerle razonar, pero no serán capaces de atacarle. Una confrontación entre amigos, ¡un regalo perfecto para mi amor!”

Continuó riendo de forma exagerada durante varios minutos hasta que Bill la frenó tosiendo intencionadamente.

“Perdón, Bill. Me he emocionado”.

“Nos han llegado nuevos datos de los caballeros. Al parecer, cuando nos dividimos para buscarlos, uno de los grupos topó con ellos y descubrió que Shin los acompañaba. Probablemente les haya contado toda la historia, ¿tomamos alguna medida?”

“No importa, es mejor así. Eso significa que él vendrá con ellos con el pretexto de liberar a su pueblo y a la princesa. Podemos aprovechar la oportunidad para obligarle a que nos diga el secreto que persigo”.

“¿No prefiere someterle?”

“No, si lo hago usará el conjuro para olvidar el secreto al igual que han hecho los demás. No obstante, hice ese estúpido trato con la princesa de no someter a nadie más del pueblo. No es que quiera cumplirlo, pero si no lo hago tal vez se intente suicidar con tal de que no obtenga lo que quiero. No puedo correr un riesgo tan grande por un soldado más”.

“¿Y la princesa? ¿Qué hacemos con ella?”

“No es necesario hacer nada. Ella cree que si consigo el secreto liberaré a su pueblo. Veamos cómo reacciona cuando vea a Shin agonizando delante de ella. Cierto es que le prometí no someter a nadie más, pero nadie habló de que tuviera que preservar sus vidas, jajajaja”.

“Comprendo. Espero que todo salga de acuerdo a sus expectativas. Ahora, con su permiso, me retiro” dijo Bill y se marchó.

“Descansa tú también, Reik. Si vienen los caballeros serás el primero en saberlo”.

“Sí, Mi Señora”.

Fidel había dejado ya de sangrar. Su herida se cerraba con rapidez gracias a los poderes de Peter. Sin embargo, su fiebre iba a peor y su temperatura corporal continuaba descendiendo. Los caballeros le llevaban preocupados, inquietos, esperando conocer la verdad y Shin observaba el cuerpo inconsciente del caballero de la tierra temiendo lo peor.

No tardaron en llegar al pueblo. Empezaron callejeando durante unos minutos guiados por Shin. A pesar de que era de día, las calles continuaban desiertas, las casas mantenían las puertas cerradas con llave, las persianas bajadas y las verjas impidiendo el paso. Se podía apreciar que los jardines estaban descuidados, las flores estaban marchitas, los árboles decaídos por falta de riego en pleno verano y las casetas de los perros vacías con el plato de comida al lado, sin comida ni nadie que la comiera.

Tras derrumbarse psicológicamente después de ver un paisaje desolador, pasados unos minutos vieron al fondo de una calle su destino.

“¡Es allí!” exclamó Shin.

Llegaron hasta la puerta y Arturo llamó al timbre repetidas veces. Nadie contestó.

“¡No! – exclamó confuso – ¡Justo ahora no! ¿Se habrá marchado?”

“La preocupación por tu compañero te ciega, caballero – dijo Shin – ¿no recuerdas cómo abrir esta puerta?”

Bloqueados, los caballero se quedaron pensando durante unos segundos.

“¡El felpudo! ¡La llave!” exclamó Gabriel.

“Exacto”.

Gabriel levantó el felpudo, cogió la llave y la insertó en la cerradura. Rápidamente Shin dijo la contraseña. Volvieron a escucharse pasos al igual que la vez anterior y la doctora abrió la puerta pocos segundos después.

“Oh no” dijo nada más abrir la puerta, al ver el estado en el que se encontraba Fidel.

“Es uno de los compañeros que no sabíamos donde estaba” dijo Jonyo.

“¡Enfermera! – exclamó hacia el interior – ¡Necesito una camilla enseguida! ¡Además ve preparando el equipo necesario para tratar una hipotermia grave!”

“¡Sí!” exclamó una voz desde el interior del lugar.

A los pocos segundos la camilla ya estaba en la entrada. Colocaron a Fidel sobre ella y la enfermera se lo llevó a la sala de urgencias.

“¡¿Qué hacéis?! – exclamó la doctora – Entrad y esperad en la sala de espera. Excepto tú – dijo señalando a Peter – ¡acompáñame!”

Todos obedecieron ciegamente a la doctora y depositaron sus esperanzas en ella. Los caballeros fueron a la sala de espera, donde se sentaron a la espera de noticias mientras que Peter y ella se marcharon caminando por un largo pasillo.

“¿Qué le ha pasado para ponerse así? ¿Lo encerrasteis en un igloo?”

“Ha sido atacado – contestó Peter – Aparte de la hipotermia tenía un profundo corte a lo largo del torso, lo cual fue lo único que fui capaz de curar”.

“Entiendo, tienes esa habilidad. La habilidad que se otorga a los líderes políticos de Petoria, ¿me equivoco, Sr Griffin?”

“No, estás en lo cierto, pero eso no es lo importante ahora. Ese corte le ha hecho perder una gran cantidad de sangre, lo que agravó su estado. Para colmo, tenemos la sospecha de que el agresor haya sido otro de nuestros compañeros, probablemente bajo el influjo de Miss Jewel, pero no estamos del todo seguros”.

“Entiendo. No os preocupéis. Dejadlo en nuestras manos – dijo ella posando su mano sobre el hombro de Peter – Nosotras estudiamos en la Universidad de Petoria, estamos bien preparadas”.

“Claro...” susurró no muy convencido.

La doctora dio la espalda a Peter y avanzó sin demora hacia la sala de urgencias, donde la enfermera estaba terminando de asistir al caballero.

“¿Qué has averiguado?”

“Su temperatura corporal está por debajo de los 30 grados, los ataques alérgicos de Shin son un juego comparados con esto. Ahora me dispongo a tomarle la tensión”.

“Entendido”.

La doctora abrió uno de los párpados de Fidel y examinó su ojo con una pequeña linterna médica.

“Sus pupilas estas dilatadas...” pensó.

“¡La tensión está por los suelos!” exclamó la enfermera.

“Está bien, voy a hacerle una auscultación y empezaremos el tratamiento”.

Cogió el estetoscopio que llevaba colgado al cuello, se lo colocó debidamente, desnudó la parte superior del cuerpo del caballero y comenzó a posar el estetoscopio en distintas partes de su pecho.

“Tal y como pensaba, su frecuencia respiratoria es escasa y su frecuencia cardiaca muy débil. Hay que actuar rápido o morirá”.

“¿Qué hacemos, doctora?”

“Su estado es lamentable, esto no se va a solucionar con unas cuantas mantas y una estufa. Intúbale y adminístrale oxígeno caliente y húmedo. Después ve preparándole un baño caliente. Si no resulta recurriremos a la radiondas. ¡Ah! Y quiero que no le pierdas de vista ni un segundo. Avísame para cualquier cosa, voy a informar a los caballeros”.

“Sin problemas, doctora” dijo y comenzó el tratamiento.

Los caballeros se encontraban en la sala de espera, cada uno eliminando la ansiedad de la forma que podía. Gabriel intentaba componer un nuevo poema, Jonyo se había echado una cabezadita, Arturo pensaba inquieto por la sala, Peter se mantenía sentado, con los brazos cruzados y, por último, Shin esperaba apoyado en la pared. Al entrar la doctora Gabriel dio un leve pisotón a Jonyo, éste se despertó y todos la miraron prestando la máxima atención.

“Díganos la verdad – dijo el caballero de la rosa – no nos engañe con falsas esperanzas. Eso me lo hicieron en el pasado y al final por no querer hacer daño haces más daño del que hubieras hecho en un principio”.

La doctora respiró un momento para librarse del agobio que suponía que tantas personas estuvieran pendientes de ti, después observó cuidadosamente el rostro de los caballeros y cogió aire.

“Su estado es grave, pero estable. Al tener una enfermedad de causas ambientales, sólo por estar aquí ya mejorará. Su temperatura corporal ha bajado 7 grados. Apenas le quedan fuerzas para respirar y su corazón no bombea suficiente sangre, esto hace que no llegue oxígeno ni a los órganos ni al cerebro, primero se pierde la consciencia, después los órganos dejan de funcionar y por último el cerebro va apagándose poco a poco, a veces causando daños irreversibles como parálisis, pérdida de la sensibilidad en una zona del cuerpo o deficiencia mental por la muerte de neuronas. Finalmente, el sujeto acaba muriendo. De haberlo traído un poco más tarde, podría no haberlo contado.

Le hemos intubado y le estamos administrando oxígeno caliente hasta que recupere las fuerzas y pueda respirar él solo. El aumento de temperatura debe ser gradual y escalonado, por lo que una vez suba unos grados le daremos un baño caliente. La enfermera está con él y lo tenemos monitorizado. No corre ningún peligro.

Respecto a la pérdida de sangre por el corte, no ha sido tan grave, seguramente lo encontrasteis rápido. Me encargaré de conseguirle un buen almuerzo y recuperará las fuerzas. Se pondrá bien, no os preocupéis”.

“Menos mal” dijo Peter.

“Esperad aquí. En unas horas despertará”.

La doctora se marchó y los caballeros se quedaron de nuevo esperando.

“Creo que lo que ha pasado es bastante obvio – dijo Jonyo – Habrá que hacer algo al respecto”.

“No es lo que estás pensando – dijo Arturo – Seguro que hay una explicación”.

“Negar la realidad no la convierte en mentira”.

“¡No hay pruebas!”

“¡¿La escarcha que lo recubría y la hipotermia no te parecen prueba suficiente?! ¡Ha sido él, está claro!”

“Calmaos los dos – interrumpió Gabriel – no merece la pena discutir por ello. Es cierto que es una posibilidad, pero confiemos un poco en él. No se le atrapa tan fácilmente”.

“Gabriel tiene razón – dijo Peter – Cuando Fidel despierte ya nos dirá él quién le atacó. Ahora será mejor que descansemos”.

“Yo de vosotros no tendría demasiadas esperanzas – dijo Shin – Viéndoos a vosotros recuerdo todas y cada una de las veces en las que yo he pasado por esta misma situación. Siempre tenía la vana esperanza de que mis pensamientos estaban equivocados, de que todo saldría bien y que al día siguiente me los encontraría a todos al salir de casa esperándome para salir a dar una vuelta, para echar un multiplayer a la consola, o simplemente para reír durante horas y horas contando absurdas y graciosas anécdotas del pasado mientras tomábamos una copa. Sin embargo, por más que me he esforzado, nunca he conseguido despertar de esta pesadilla. Me gustaría apoyarte, Arturo, pero sé que no va a ser así, por desgracia...”

El silencio se hizo con el poder.

Alguien vigilaba de cerca la base de operaciones de Miss Jewel desde el profundo bosque que la rodeaba. Tenía localizado su trono, donde se encontraba en ese momento, sentada, dirigiendo a sus subordinados para que la proporcionaran los mayores placeres posibles. También había echado el ojo al altar de sacrificios donde horas antes había ocurrido una ejecución delante de sus ojos. Las chozas en las que se hospedaban los subordinados estaban ya controladas por su mirada, además de los cambios de guardia e incluso la choza en la que Suso descansaba. Únicamente una choza escapaba a su control, la única que permanecía siempre vigilada por dos guardias y las únicas personas que tenían acceso a ella eran Bill y Miss Jewel.

“No es una choza dormitorio, ni tampoco un almacén – pensó – Deben tener algo interesante ahí para guardarlo tan fieramente”.

Miró entonces a su alrededor para comprobar la vigilancia y descubrió al caballero del hielo caminando por el lugar.

“Él... ¿aquí? – pensó sorprendida – Ya ha caído uno, esta mujer no pierde el tiempo. Si se hace con otro caballero las cosas se pondrán algo más que difíciles”.

Avanzó sigilosamente dando un pequeño rodeo hasta llegar al punto más cercano del bosque a la choza que le interesaba. Examinó su objetivo desde varias perspectivas y descubrió que el techo tenía un agujero, probablemente como medio de ventilación y fuente de luz solar, ya que no había ventana alguna. Saltó al techo con cuidado y se colocó de forma que los guardias de la entrada no se percataran de su presencia. Una vez se sintió a salvo, examinó el interior desde el agujero.

“Desde aquí no se ve nada. Tendré que entrar. Espero que no haya nadie dentro”.

Entró por el agujero con un suave aterrizaje, observó rápidamente la puerta y se aseguró de que los guardias no habían notado su presencia. Tras comprobarlo, se relajó.

“¿Quién eres?” dijo una voz a su espalda.

“Me han descubierto” pensó exaltada y se giró de repente.

Al hacerlo descubrió una celda con una persona en su interior.

“¿Quién eres?” repitió.

“Perdón, me has asustado. Pensé que me habían descubierto. Mi nombre es Mireia, ¿quién eres tú?”

“Me llaman la princesa del crepúsculo. Soy una habitante de este lugar, que ahora es dominado por Miss Jewel”.

“Ah, he oído hablar de ti. Eres la que se entregó al invasor creyendo que así arreglaría las cosas. Que inocente, no importa que tipo de pacto hayas hecho. No lo cumplirá”.

“¿Conoces lo que ocurre en ese lugar?”

“Digamos que me informé un poco antes de venir”.

“Ya veo. Tienes razón. Sé que no cumplirá su parte del trato”.

“Entonces no comprendo que haces aquí”.

“Es fácil de entender. Sé que ella me matará si le doy lo que me pide, que mantendrá al pueblo bajo su control sin que nada ni nadie pueda detenerla, pero mientras esté aquí no puede hacerme nada. Sabe que si acaba conmigo lo que queda del pueblo se levantará contra ella sin importarle perder la vida, por eso sigo aquí”.

“Estás... ¿ganando tiempo?”

“Necesito averiguar cómo se libera a la gente de su sometimiento ya que, aunque lograse acabar con ella, los hombres del pueblo seguirían a su merced”.

“Dices que mientras te mantengas aquí con vida será como si tuvieras a Miss Jewel con las manos atadas, pero... – dijo mirando el plato de comida lleno de insectos y ratas – si no comes acabarás muerta y todo tu esfuerzo habrá sido en vano”.

“Me has caído bien. Para responder a tu pregunta he de mostrarte algo, ¡observa!”

En casa de la doctora, los caballeros esperaban cansados el despertar de Fidel bañados por el sol del atardecer que se filtraba entre los orificios de una persiana medio bajada. La doctora apareció por la puerta y de nuevo todos se agruparon a su alrededor en un instante.

“Esto... – dijo sonriendo cortésmente – si no les importa, por favor no vengan todos a la vez la próxima vez que entre por la puerta. Me agobia un poco”.

“Lo sentimos” dijeron todos a coro.

“¿Cómo está Fidel?” preguntó Peter.

“A eso venía, ya pueden pasar a verle, ha recobrado el conocimiento”.

“¡Bien!” exclamaron de nuevo a coro y avanzaron por el pasillo en dirección a su habitación.

En el interior de la choza en la que estaba cautiva la princesa, Mireia y ella continuaban la conversación.

“Ya entiendo – dijo Mireia – así es como consigues que ella crea que te mueres de hambre. Buen truco. De esa forma, su inquietud la perturbará en todo momento. Con suerte puede que hasta consigas que negocie por miedo a que pierdas la vida, jajaja”.

“Gracias por los ánimos, pero te agradecería que mantuvieras el secreto. Si me descubre será capaz de sacrificar a alguien del pueblo como venganza”.

“No te preocupes, no se lo diré a nadie. Aunque dudo que me creyeran si lo hiciera. Bueno, ahora que he comprobado lo que hay aquí, debo seguir con lo mío. No vemos. Llegado el momento, vendré personalmente a liberarte”.

“¡Espera! Yo te he contado varias cosas, pero tú no me has dicho qué has venido a hacer aquí”.

“¿Yo? He venido a recolectar” dijo y se marchó de un salto por donde había venido.

“¿Re...colectar? ¿El qué?” pensó la princesa mientras contemplaba el agujero del techo, la única fuente de información que tenía del exterior. El único motivo por el que sabía si era de día o de noche, si llovía o hacía sol, si de verdad estaba viviendo, o si era todo una horrible pesadilla.

Cuando los caballeros entraron en la habitación de Fidel, éste estaba tumbado en la cama, degustando un apetitoso filete con patatas con salsa por encima y un refresco para acompañar que le acababa de servir la enfermera.

“Vaya, te estás poniendo las botas” dijo Arturo al entrar.

Fidel se detuvo al oír la voz conocida, se giró y vio a todos entrando por la puerta.

“Sois vosotros, que alegría volver a veros”.

“Eso deberíamos decirlo nosotros – dijo Jonyo – nos has dado un susto de muerte”.

“Al parecer no hay de que preocuparse – dijo Gabriel – Un caballero no muere tan fácilmente”.

“¡Pues claro!” exclamó orgulloso y todo rieron.

“¿Cómo está?” preguntó Peter a la enfermera mientras todos reían.

“Hemos conseguido que recupere la temperatura corporal, y con lo que está comiendo repondrá la sangre que había perdido. Además le servirá para que su organismo se vaya reactivando por dentro. No ha presentado complicaciones de movimiento de ninguna parte del cuerpo ni los medicamentos han causado efectos secundarios. En cuanto acabe de comer podrá irse. Está perfectamente”.

“Gracias”.

“Salvar vidas es la parte que más me gusta de mi trabajo”.

“¡Ey Peter! – exclamó el caballero – Deja ya el rollo de los enfermos, ¡estoy bien! Si no, ¡mira!”.

Fidel comenzó a tensar los músculos para que se le marcaran los bíceps, tríceps, pectorales y abdominales.

“No eres el único que tiene algo de musculatura por aquí – dijo Jonyo – yo hago abdominales y flexiones todos los días”.

“Lo sé, y estarías mejor aún si no fuera por las palmeras de chocolate que te vi comprar en Petoria el día antes de que marcháramos”.

“¿Cómo sabes tú eso?”

Todos se rieron de nuevo. Shin les observaba desde el fondo de la habitación y sonreía con nostalgia al ver al grupo unido de nuevo. Al verlos soñaba con un futuro en el que él pudiera repetir aquella escena junto a Bill, Wancho y el resto de la gente del pueblo.

Pronto se dio cuenta de que no todos reían. Arturo había estado limitándose a sonreír al principio, pero hacía rato que había dejado de hacerlo.

“perdonad que interrumpa un momento tan bueno – dijo el caballero del fuego – Fidel, celebro que estés bien, pero tenemos que hablar seriamente contigo”.

Las risas cesaron al instante y se convirtieron en miradas esquivas.

“¿Quién te atacó?” preguntó sin vacilar.

Fidel dejó el cubierto sobre el plato, aunque quedaba todavía un pequeño trozo de filete y unas pocas patatas. Dudó durante unos segundos sin estar seguro de lo que iba a decir, suspiró y tras ello miró a Arturo fijamente.

“La persona que me atacó... fue Reik”.

Los caballeros se derrumbaron. La expresión de su rostro cambió de repente, mezclándose en un cúmulo de sensaciones negativas tales como angustia, terror, impotencia y desesperación. Aún con una leve esperanza, Arturo preguntó de nuevo.

“¿Por casualidad notaste si en su frente había una marca de labios o si sus ojos despedían un intenso fulgor rojo?”

“Sí, concretamente me atacó por hacer un comentario sobre esa marca de labios. Y algo más, su fuerza era mayor de lo normal”.

Ya no había ninguna duda, todos los síntomas coincidían. Arturo se dejó caer en una silla y se llevó las manos a la cabeza.

“Es culpa mía, yo le vi salir del barco aquella mañana. Tuve la oportunidad de detenerle, pero no lo hice, dejé que se marchara a una tierra desconocida y por ellos le han arrebatado el juicio y casi mata a Fidel”.

Shin caminó hasta él y le colocó la mano en el hombro.

“No te preocupes, todos cometemos errores. Yo una vez estafé al seguro para comprarme una consola y un reproductor de audio y vídeo portátil”.

“¿En serio?” preguntó Jonyo.

“Ya lo creo”.

“¿Y nunca te pillaron?”

“No”.

“Los de los seguros son todos unos ladrones, se lo merecían”.

“Exacto. Así que no te derrumbes – dijo volviéndose a Arturo – Además, tú no sabías qué iba a pasar. Auto compadecerse no arreglará las cosas”.

“Un momento, alguien puede explicarme, ¿qué está pasando aquí? ¿Quién eres tú? – preguntó Fidel señalando a Shin, de cuya presencia nos e había percatado hasta entonces – Y algo más sencillo, ¿dónde estoy y cómo he llegado hasta aquí?”

“Es cierto – dijo Gabriel – no te hemos puesto al día”.

“A ver... – dijo Peter – esto es complicado, no sé por donde empezar. Veamos... después de que te fueras del barco...”

Los caballeros fueron contándole a Fidel todo lo ocurrido hasta entonces por turnos, según quien había vivido más de cerca cada parte.

“Vaya... – dijo Fidel al terminar de escuchar la historia – Y yo haciendo el payaso por ahí sin saber nada. Lo que le ha pasado a Reik podría haberme pasado perfectamente a mí también o en su lugar. De hecho, no me mató porque no quiso, así que debe de quedar algo de humanidad en su corazón”.

“O puede que pensara que si te mataba no podría divertirse de nuevo en otra ocasión” dijo Gabriel.

“Lo importante ahora es decidir nuestro patrón de conducta – dijo Peter – si nos lo encontrásemos, ¿seríais capaces de atacarle sin dudar?”

“No lo sé” respondió Jonyo.

“Yo tampoco” contestó Gabriel.

“¿Es que no existe ninguna forma de devolverle a la normalidad, Shin?” preguntó Arturo.

“No – respondió tajantemente – Por lo menos nosotros no lo hemos conseguido. Miss Jewel siempre ha dicho que es irreversible y, hasta ahora ha tenido razón. Todo el que ha caído en sus garras no ha mostrado nunca ningún síntoma de recordar quien era antes”.

“Eso no demuestra que sea irreversible – dijo Gabriel – Sólo demuestra que hasta ahora nadie lo ha conseguido”.

“Tal vez si hablamos con él consigamos que despierte” dijo Jonyo.

“No conseguiréis nada – dijo Shin – Es más, probablemente no haya matado a Fidel para que os enteréis de qué está pasando y haceros caer en una trampa”.

“Tal vez – insistió el caballero de la rosa – pero no perdemos nada por intentarlo. Debemos confiar en él, y en nosotros mismos”.

Shin observó el rostro esperanzado de los caballeros y dudó por unos instantes de sus propias palabras.

“Si estáis tan seguros, yo os acompañaré”.

“¿Lo harías?” preguntó Gabriel con la mirada iluminada.

“¿Estáis todos de acuerdo?”

“¡Sí!” exclamaron a la vez.

“¡Reik! ¡Déjanos el resto a nosotros!” exclamó Arturo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jejeje me ha gustado mucho lo de las palmeras de chocolate y lo de los abdominales y flexiones, tmb hago pesas,haber cuando podemos luchar con reik los caballeros que estoy impaciente
Un saludo a todos.

Anónimo dijo...

Se acerca la hora en que los caballeros tengan que luchar entre ellos. Ese combate, si se produce, será memorable... pero ¿cómo quitar la marca de la frente? ¿será una lucha interna del portador de la marca? O por el contrario será una lucha que deberán realizar los demás caballeros (Jesus, parezco la voz en OFF de DB xD). Muy buen episodio, en esta época de examen tras examen viene bien tener un poco de lectura amena. Un saludo

Anónimo dijo...

este episodio a tao to wapo, pero como ya te comente, no me hace ninguna gracia la tactica esa que utilizas de dejar las cosas a la mitad, entre eso y que yo n me entero de la mitad de las cosas ke tan klaras porke no presto atencion pues me keo aki kon ganas de saber sufriendo y eso jode mazo, porke tienes ke esperar dos semanas minimo pa enterarte, por lo demas de PM como siempre estudia y eskribe eskribe eskribe eskribe eskribe ke tengo ganas ya lo sabes


un saludo hermano