lunes, 16 de enero de 2012

Episodio CXXXI v1.1

Y otro más ^^

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Episodio 

CXXXI


D
urante el almuerzo, en el que faltaban Arturo, Fidel y Peter, los visitantes llegados desde Azeroth continuaron explicando el progreso de sus civilizaciones ante las atentas, o aburridas, según quien, miradas de los caballeros. JesuCristo había estado intentando unificar los tres pueblos en uno, pero en vano ya que no contaba con el apoyo de Hilda, y el clan StormReaver, aún sin un nuevo líder, tenía cosas más importantes por las que preocuparse. Por su parte, Shinkan Mario y Pamela habían estado ayudando en las tareas de reconstrucción de Tolbi, asolada tras el ataque de Arturo, y de luto por la pérdida de tantas vidas en la guerra. Por último, Hilda había preferido no involucrarse en nada para mantener la posición neutral de su pueblo y no poner en peligro las tierras de sus ciudadanos, aunque eso se lo guardó para sí misma.

Al mismo tiempo, Arturo salía del camarote de Peter con algo muy pequeño en la mano, pero que irradiaba una fuerte luz.

“Muchas gracias, Peter”.

“Recuerda que es de un sólo uso. Si fallas, no tendrás una segunda oportunidad”.

“Gracias por el aviso, pero no fallaré”.

“¿Estás seguro de todo esto?”

“Ya te he explicado todo lo que ha pasado, así que sabes las condiciones. Si no estuviera seguro, no podría estar aquí ahora mismo – dijo mirando el objeto brillante – Creo que esa seguridad es lo único que tengo ahora mismo”.

“Con todo lo que me has contado, creo que tener que llegar hasta el punto de pedirme esto debe haber sido lo más doloroso para ti. ¿Vas a usarlo ahora?”

“No. Hay demasiada gente en la isla y no quiero involucrar a nadie más. Es un asunto personal y debo resolverlo personalmente. Además, antes de venir aquí Shawn me dijo que mi entrenamiento comenzaría justo después de comer, y ya ha pasado más de una hora, deben estar acabando y he de ir ya al lugar indicado”.

“Está bien. Pero coge algo de comer para el camino aunque sea, o me sentiré culpable – dijo poniéndose una chaqueta – De todas formas te acompaño. Tengo que ver a Reik y estará allí”.

“Te está ayudando con tu entrenamiento, ¿no?”

“Bueno, digamos que sí, aunque a su manera”.

Al ver que les empezaban a salir bien las cosas, los dos sonrieron, y se pusieron en camino hacia el lugar de entrenamiento.

Nada más terminar de comer, Shawn y los demás partieron también a la zona especificada, salvo Seagram, que decidió quedarse en el asentamiento y participar únicamente cuando fueran necesarios sus servicios. Shawn había escogido una altiplanicie rodeada de colinas rocosas, sin vegetación ni animales salvajes, ideal para que el caballero del fuego liberase todo su poder sin ninguna restricción.

Cuando llegaron, Arturo ya estaba allí, de pie, esperando tranquilamente. Peter se había sentado, apoyándose una de las colinas rocosas. Los espectadores se fueron colocando alrededor, a una distancia prudente, apoyándose también en diversas rocas y colinas. Una vez colocados todos, Shawn se acercó al caballero del fuego.

“Vamos, Shawn… Cuéntame que tienes preparado para mí”.

Todos estaban atendiendo sin perder detalle, hasta que escucharon un leve ruido. La mayoría de los presentes se giraron un instante y vieron a Fidel, que acababa de llegar, ahora sin ganas de quedarse espiando. Sin embargo, nadie le prestó atención, y enseguida volvieron la cabeza de nuevo. La única persona que le saludó fuer el propio Arturo.

“Hola” fue lo único que dijo.

“Hola” contestó por educación, y se colocó al lado de Reik.

“Ya no te escondes – le dijo el caballero del hielo – Vas mejorando…”

“¡Cállate! – Fue lo que pensó, pero al final no dijo nada y se lo guardó para sí mismo – Estoy aquí para descubrir de una vez qué está pasando, Arturo. ¿De verdad puedes entrenar? ¿No has perdido tus poderes? ¿Me has mentido?”

“Ahora que parece que ya estamos todos, podemos comenzar” dijo Shawn.

“¿Es necesario que esté aquí todo el mundo? Nunca había visto un entrenamiento a puertas abiertas”.

“Si tú los quieres echar hazlo. Yo no tengo ningún problema”.

El caballero miró a su alrededor. Ninguno de los espectadores tenía cara de irse aunque se lo pidieran amablemente, así que se resignó.

“Bueno… No importa”.

“Perfecto. Antes de comenzar a entrenar, debo explicarte algunas cosas. ¿Recuerdas por qué tenéis que ir en barco hasta Konoha pudiendo ir volando tranquilamente en unos minutos?”

“Sí. La energía acumulada allí provoca una presión suficiente como para impedirnos volar, por lo que si lo intentáramos terminaríamos en el fondo del mar poco antes de llegar”.

“Exacto. La suma de las energías de Mesa, el Capitán Lardo, la Teniente Jezabel, el Caballero Negro y el Señor Oscuro son demasiado grandes comparadas con cualquiera de vuestras energías individuales y, digamos que os aprisionan, consiguiendo no solo que no podáis volar, sino en algunos casos pueden llegar a impediros caminar o a haceros perder el sentido. Está claro que sabes lo que ocurre. Ahora dime, ¿sabes por qué ocurre?”

“Pues… – dudó el caballero – Ya lo has dicho tú, ¿no? Porque todas esas energías juntas nos superan individualmente”.

“Pero cuando Mesa estuvo en Petoria, caminaba tranquilamente por la calle y la gente no caía desmayada a su paso, ¿no es cierto?”

Arturo se quedó callado. No sabía qué responder.

“Te lo preguntaré de otra manera, ¿qué pasa cuando intentas detectar la energía de Peter o de Mario en una zona poblada y desde cierta distancia?”

“Que no puedo. Normalmente es imposible detectarla de forma natural como pudiera sentir la de Jonyo o la de Fidel. Tengo que pararme a intentarlo manualmente, digamos, y aun así me cuesta un montón. No es que no distinga unas energías de otras, es que… Es que no las siento, ¡claro, es eso!”

“Correcto, Arturo. Sólo puedes percibir las energías que están dentro de tu propio umbral de percepción. Al concentrarte amplías un poco ese rango, pero nunca podrías detectar la energía de un bebé, de un pequeño animal o de un insecto, porque están por debajo de tu umbral mínimo.

Esas mismas reglas se aplican al otro extremo. Las energías que superan el umbral máximo de cada persona no pueden ser detectadas por mucho que se esfuerce, y por ende, esas personas no tienen el problema de la presión”.

“¿Estás diciendo que tenemos ese problema por ser más fuertes que los demás? – Preguntó Arturo – Es decir, que en ese aspecto una persona normal tiene ventaja sobre nosotros, ¿no?”

“Al ser personas entrenadas, vuestro umbral de percepción es mucho más amplio que el de un Petoriano o cualquier persona normal, y como todo tiene sus ventajas e inconvenientes. Por supuesto una persona que no es capaz de detectar energía alguna no tiene este tipo de problemas, al igual que las personas que tienen la enfermedad que les impide sentir el dolor no importa cuán fuerte les golpees, pues no les harás daño jamás, aunque sí puedas herirlos.

Para que una persona cuyo umbral máximo de percepción está por debajo de vuestra energía pueda sentirla, tendríais que reducirla deliberadamente hasta ese nivel, del mismo modo que también la reducís todos cuando no queréis que os detecten a vosotros, ¿no es cierto?”

“¿Entonces cuál es el plan? ¿Podemos reducir nuestra energía hasta un punto en el que no sintamos la de Mesa y los demás y poder ir volando hasta la isla?” preguntó Gabriel.

“No. Tanto vuestra energía como vuestro umbral de percepción evoluciona junto a vosotros, pero aunque vuestra energía sea controlable, el umbral no lo es. Como he dicho antes, es imposible no detectar energía que puedes detectar o tratar de detectar energía que no puedes con tu umbral actual, del mismo modo que ves en color y por mucho que quieras nunca podrás ver sólo en blanco y negro, o al contrario, tampoco podrás ver rayos infrarrojos ni percibir ultrasonidos de esos que se usan para asustar a los perros sin el correspondiente visor”.

“Yo tengo una pregunta – intervino Reik – Si Mesa, el amigo de éste, la teniente y todos esos juntos son tan fuertes según tú, ¿por qué la suma de sus energías no supera nuestro umbral máximo y nos dejan de molestar?”

“Buena pregunta Reik. Y la respuesta es tan sencilla que la has respondido tú mismo. No son una única energía, son varias, con diferente intensidad y repartidas por un área geográfica. Si estuvieran todas en el mismo punto al máximo de su poder es posible que ocurriera eso, pero al estar lo suficientemente alejadas como para que las percibáis por separado, nunca estáis bajo el influjo de todas a la vez, sólo de las que estén más cerca, por eso los efectos no llegan a tanto”.

“Pues vaya…”

“Pero sin querer has clavo Reik, aunque desde el lado contrario. Me explico, no estamos aquí para que nuestros enemigos nos superen tanto que no nos moleste su energía, sino para que nuestra energía sea superior a la de ellos”.

“Eso es obvio…” pensó Fidel.

“Arturo, dime, ¿por qué estás aquí? ¿Qué es lo que quieres conseguir ahora que ya has recuperado tus poderes?”

“Controlar el SuperGuerrero. Hasta que no escuché a Jonyo contar esa parte de la historia no era consciente del peligro que supone. Esa transformación es un arma de doble filo, y puede ser utilizada contra nosotros. Por eso mi mayor deseo ahora es controlarla, y si no es posible, eliminarla para que vuelva a ser utilizada”.

“¿Estás seguro de eso, Arturo? – Le preguntó Peter – Sin esa transformación el Capitán Lardo nos habría matado a todos”.

“No. No lo habría hecho. Algo me dice que no habría sido así, que si no hubiera sido yo, alguien más habría sido capaz, no sé si de derrotarlo, pero desde luego sí de detenerlo. Sin embargo, me transformé, y aunque todos saliéramos con vida cientos de personas inocentes murieron en lugar de nosotros… Kevin… Y la ciudad quedó devastada. Encima cuando todo terminó ni siquiera pudimos recoger su cuerpo. Tuvimos que huir como ratas asustadas. Vale que yo no estaba consciente pero, aun así… No me lo puedo perdonar. Así que no voy a arriesgarme, no dejaré que algo así vuelva a ocurrir”.

Ninguno dijo nada, pero tanto Gabriel, como Jonyo y como Reik estaban recordando esos patéticos momentos en su interior.

“Ese es precisamente el objetivo de tu entrenamiento, Arturo. Pero antes quiero ver hasta dónde eres capaz de llegar”.

“No entiendo”.

“Quiero comprobar que la primera fase de tu entrenamiento ha sido un éxito y que estás en plenas facultades y capacidades. Si no lo estás no puedo ayudarte. Venga, ¡libera tu energía! ¡Muestra a todos tu poder!”

“Si hago eso delante de él… – dudaba el caballero – ¡No! ¡Ahora no puedo pensar en eso…! ¡Lo haré!”

Arturo empezó de forma suave. Cerró los ojos y comenzó a emitir energía suavemente. Las pequeñas piedrecitas que había alrededor comenzaron a dar vueltas en torno a él y una suave brisa fue rodeándole poco a poco. En ese instante, todos los presentes detectaron su energía, pues todos eran capaces de hacerlo.

“Venga, deja de hacer el tonto” le dijo Jonyo.

De pronto abrió los ojos, flexionó las rodillas, tensó todos sus músculos y dio un fuerte y agudo grito. Su energía se disparó y con ella surgió una fuerte ráfaga de viento que amenazaba con arrastrar a los más débiles, que de momento podían seguir en pie. Además, empezaron a aparecer los efectos de presión en esas mismas personas.

“¡Entonces es cierto, Arturo! – Pensaba Fidel – ¡Todavía tienes tus poderes! ¡¿Qué significa esto?! ¡¿Me has mentido?! Lástima que no pueda preguntarte…”

Pamela cayó de rodillas. Intentaba levantarse con todas sus fuerzas pero no era capaz. Hilda, a pesar de tener elevados poderes mágicos, tuvo que apoyarse en la roca para no caer al suelo. Jesucristo, de momento sólo sentía un fuerte dolor de cabeza, y Shinkan Mario, a pesar de estar sufriendo los efectos también, se mantenía firme, aunque sudando por la frente.

“A quien se le ocurre dejar que esa gente se quede aquí sabiendo lo que iba a pasar – comentaba Reik – Anda, lleváoslos antes de que sea demasiado tarde”.

Ya era demasiado tarde. Arturo volvió a aumentar su energía, levantando a su vez una polvareda a su alrededor. Las colinas rocosas empezaron a agrietarse, provocando pequeños derrumbamientos que se precipitaban sobre todos sin piedad. Pamela cayó desmayada, pero Jonyo la cogió antes de que tocara el suelo. JesuCristo, Hilda, Shinkan Mario e incluso Peter, que se supone está acostumbrado a la energía de  los caballeros cayeron al suelo, y aunque conscientes, ya no eran capaces de levantarse. Jonyo y Gabriel los recogieron y se los llevaron a una zona más alejada y segura, para luego regresar a donde sólo quedaban Arturo, Shawn, Fidel y Reik.

“Pues no es para tanto... – El caballero del hielo trató de encenderse un cigarro, pero la fuerza del viento de su compañero era demasiado potente como para permitir que se encendiera el mechero – Mierda, tendré que esperar…”

Arturo continuaba dando lo mejor de sí y aumentando su energía hasta el máximo. El suelo que pisaba se agrietó, para poco después abrirse un socavón de golpe con el siguiente aumento de energía. Las colinas rocosas más cercanas directamente se derrumbaron y toda la tierra empezó a temblar.

El caballero empezaba a mostrar signos de cansancio. Sudaba, sus músculos estaban a la máxima presión, sus venas se marcaban en la frente, sus pies, a pesar de que su energía había creado un socavón, se clavaban en la tierra.

“Un poco más… Todavía puedo un poco más… ¡Un último esfuerzo! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Gyaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!”

Con ese último grito, un aura blanca le rodeó, y liberó la mayor energía que pudo en un instante. La onda expansiva arrasó con todo a su paso, obligando a Reik y a Fidel a retirarse unos metros para no ser alcanzados. JesuCristo, Hilda, Mario y Peter, continuaban prestando atención, aunque desde el suelo. Después, tan rápido como surgió, la energía desapareció y todo volvió a la calma. El polvo que había levantado aún seguía en el aire, e impedía ver con claridad la posición de Arturo. Sin embargo, sí que se podía ver a Shawn Stevenson, que había sido el único que no se había movido del sitio.

Al disiparse la polvareda, Arturo apareció tirado en el suelo, cansado y jadeante. Shawn se acercó a él mientras Jonyo y Gabriel ayudaban a los demás a reincorporarse.

“¿Qué tal lo he hecho?” preguntó el caballero.

“Todavía no te lo puedo decir. Ahora lo sabremos”.

De pronto Jonyo apareció volando muy cabreado y agarró violentamente a Shawn.

“¡¿De qué coño vas?! ¡¿Cómo se te ocurre traerlos aquí sabiendo que ibas a pedirle esto a Arturo?! ¡Pamela se ha desmayado y los demás no se tienen el pie! ¡Hay que…!”

“Espera, Jonyo” le dijo una voz.

El caballero del rayo volvió la mirada atrás. Gabriel apareció caminando, con Hilda y JesuCristo apoyados en él, aún sin poder mantenerse en pie por sí mismos.

“Creo que hay algo detrás de todo esto, una razón, – le dijo el caballero de la rosa - ¿no es así?”

“Je – Shwan sonrió, pero no contestó – Decidme, ¿habéis notado algo?” le preguntó a JesuCristo y a Hilda.

“En el último momento… Durante un instante – contestó JesuCristo – Dejé de sentir su energía”.

“¿Cómo?” dijo Jonyo y al fin lo entendió todo.

“Parece que sí lo has hecho bien, Arturo – felicitó al caballero – ¡Ahora levanta, ni siquiera hemos empezado!”

“¡Sí!” exclamó sonriendo todavía en el suelo.

1 comentarios:

Jon dijo...

Bueno un capítulo corto y sin mucha trascendencia a mi parecer, pero, es un capítulo y se agradece tener que leerlo.

Peter se había sentado, apoyándose una de las colinas rocosas.(en una de las colinas)
y enseguida volvieron la cabeza de nuevo. La única persona que le saludó fuer el propio Arturo.(fue el propio)
“Pero sin querer has clavo Reik, aunque desde el lado contrario(...)
¡Pamela se ha desmayado y los demás no se tienen el pie!(no se tienen en pie)
“Je – Shwan sonrió, pero no contestó – Decidme, ¿habéis notado algo?” le preguntó a JesuCristo y a Hilda.(shawn)

Un saludo a todos