sábado, 9 de agosto de 2008

Episodio LXVIII

Uffff, no me puedo creer que esté pasando lo mismo que el verano pasado, incluso peor, al menos el verano pasado publicaba uno al mes. Un consejo, nunca intentéis, teniendo 7 para Septiembre, trabajar 6 horas en Chamartín viviendo en Rivas, levantar un retraso de 10 capítulos en vuestra novela, pasaros el Kingdom Hearts, los Final Fantasy III, VII, y X, intentar llevar a buen puerto una relación cada día más extraña, y que además os quede tiempo para descansar, dormir, y demás... os pasará como a mí, fracasaréis rotundamente. Lo peor no es eso, lo peor es que encima el capítulo ha costado mucho hacerlo porque una de las partes no tiene casi diálogo hasta prácticamente el final (más que nada porque no hay nadie con quien hablar) y es descrptiva y densa, asi q alomejor ni os gusta el ep despues de esperar tanto XD (no me infléis) Pero bueno ya pasó ^^

PD: Guía del episodio V escrita, en espera de la confirmación del personaje que aparece su ficha para su lanzamiento. Guía del Episodio LXVIII escrita, para cuando toque, que no se nos retrase ^^

Título: Alone in the light

Tamaño: 8'3

Dedicado a: N/A


Episodio LXVIII

L

a euforia y el furor del Torneo Continental celebrado en Petoria había llegado a su fin. Los barrenderos recogían los restos de la fiesta del día anterior, y sólo algunos pequeños grupos de jóvenes borrachos continuaban por ahí, vitoreando el nombre de su selección, con el sol de la mañana avisándoles de que ya era hora de que regresaran a casa. Uno de esos grupos caminaba por el puerto gritando su himno nacional mientras Eddy dormía plácidamente en su hamaca. Los cánticos le despertaron, pero su vaguería era tal que trató de volver a dormirse poniéndose el cojín que usaba de almohada por encima de la cabeza, a la vez que rezaba para que los forofos borrachos se alejaran lo más pronto posible. Para su desgracia no fue así, los jóvenes cogieron el gusto a la zona y empezaron a darse un baño en las proximidades del puerto ondeando la bandera de su tierra por encima del agua. Al ver que no tenía más remedio, se levantó e intentó desayunar. Cuando fue a entrar a la caseta, se encontró una nota pegada con cinta adhesiva en la puerta que llevaba su nombre.

Eddy:

Si estás leyendo esto, es que al menos te has despertado, lo cual ya es un esfuerzo bastante grande para ti. Quizás es pedirte mucho, pero ya que no tienes intención de salir ahí a buscar clientes o trabajo (ahora estarás asintiendo con la cabeza), al menos haz este recado que me ha dejado Kevin, ya que él está muy ocupado con el asentamiento de Eivril en la Sede Gubernamental. Necesita que te pases por el castillo de Slayers, hogar de los caballeros, y avises a David para que vaya a ver a Kevin. Según parece, la presidenta quiere darle un nuevo trabajo. Aprovecha a ir ahora por la mañana que David hace su limpieza semanal al castillo . Yo sí estoy buscando clientes, así que haznos un favor a todos y hazlo.

Norris

“Joder, el castillo está a tomar por culo... - dijo mirando mal a la nota, como si ella tuviera la culpa - Bueno, iré. Tampoco tengo nada mejor que hacer..."

Miró el reloj, aún era temprano. Calculó que le llevaría unas tres horas llegar al castillo de los caballeros. Tenía el tiempo justo para estar allí al mediodía, así que se puso en marcha.

Una gaviota picoteaba la pierna de Arturo, que se encontraba tirado en una playa. Estaba empapado, con toda la ropa chorreando. Las olas le mojaban la ropa antes de regresar al mar. Tenía algas pegadas a la ropa y restos de arena por todo el cuerpo, además de emitir un fuerte olor a sal y a pescado. El picoteo le despertó, estaba confuso, no recordaba nada, y lo primero que se le ocurrió fue espantar a la gaviota de mala manera, ondeando el brazo como si estuviera borracho. Trató de levantarse y al hacerlo tosió un poco de agua salada, empapando los granitos de arena que había en sus labios, notando su sabor, por lo que acto seguido se frotó para limpiarse. Miró a su alrededor y sólo vio playa por todas partes, la arena se extendía hasta donde alcanzaba la vista en una dirección, salvo por una enorme montaña que se veía muy lejana, y en la otra ocurría lo mismo con el mar.

El caballero desconocía si había llegado a una nueva isla o si se encontraba en un inmenso continente, de lo único que estaba seguro era de que estaba completamente solo. De pronto, le vinieron todos los recuerdos de golpe acompañados de un agudo dolor de cabeza. La tormenta, sus compañeros en la cubierta, la ola gigante, y cómo había tratado de avisar a Gabriel en vano, siendo arrastrado por la corriente hasta perder el sentido. Entonces, de un acto reflejo, corrió de mala manera hasta la playa, pues no tenía fuerzas para volar, y se tiró al agua de cabeza, buscando evidencias del barco o de sus compañeros, deseando que siguieran con vida. La falta de fuerzas y el hambre le obligaron a regresar a la superficie habiendo bajado unos escasos metros sin encontrar nada. Derrotado, regresó a la playa y se tumbó en la arena a reflexionar.

Mientras recuperaba el aliento tumbado en la arena boca arriba, el sol bañaba su rostro y, por lo menos consiguió una sensación física placentera. Ya tranquilo, meditó. Lo último que recordaba era a sus compañeros arrasados por la ola, y como el mar les tragaba a ellos y al barco. Ahora estaba sólo y no veía ni el barco ni a los demás. El barco era demasiado grande como para que no se divisara, al menos a lo lejos, si había quedado navegando a la deriva, por lo que lo más probable era que se hubiese hundido. Sin embargo, tampoco habían llegado a la playa restos del casco que evidenciaran lo que sospechaba, así que el caballero no sabía que pensar. Después pensó en Peter y el resto, si él había llegado a aquella playa, los demás también podrían haber sobrevivido al tsunami, pero tampoco estaban por ninguna parte. Era posible que hubieran ido a parar a otras zonas de aquel nuevo territorio o incluso que siguieran a la deriva, aunque también cabía la posibilidad de que alguno hubiera muerto en el accidente. Aquella idea le estremeció, agitó la cabeza angustiado y trató de borrarse esa idea de la mente. Si habían llegado al mismo sitio que él, estaba claro que no estaban cerca. En conclusión, quedarse allí era una tontería, ya que nadie sabía donde estaba él, ni él sabía donde estaban los demás.

Caminó tierra adentro en dirección a la gran montaña que veía a lo lejos, pensando que si llegaba a la cima tendría una panorámica de toda la zona, y le sería más fácil encontrar un poblado, el barco, o a sus compañeros. Hundiendo sus botas en la arena bajo una suave brisa que transportaba las nubes a lo largo del cielo, el joven caballero disfrutaba de breves pero placenteros momentos de sombra en los que la arena no le quemaba los pies. Pasó el tiempo, y el mar que iba dejando atrás se fue perdiendo en la lejanía hasta que quedó totalmente rodeado de arena. A pesar de haber caminado durante horas, el lugar al que se dirigía le seguía pareciendo estar igual de lejos. El hambre le destrozaba las entrañas, el calor empezaba a quemarle la piel y su espada y sus ropas nunca le habían resultado tan pesadas. Anduvo zigzagueando unos metros más hasta que cayó desmayado de cansancio, tirado en medio de un lugar desconocido sin nada más que su propia suerte.

Una persona bajita con los cabellos rubios y ondulados abría el portón del castillo de los caballeros y, con un paso medio vergonzoso medio melancólico, caminó hacia el interior. Abrió las ventanas para airear el castillo y, al dar la luz, un murciélago salió volando por una de ellas, asustando al pobre muchacho. La luz dejó ver la entrada del castillo, todos los muebles estaban cubiertos de polvo, las esquinas del techo tenían telarañas y en algunas de ellas sus dueñas estaban dándose de banquete a una indefensa mosca atrapada. Las alfombras necesitaban una buena sacudida y los cristales que se les pasara un trapo bien limpio. Por último, la erosión de las rocas que formaban el castillo dejaban un río de arenilla alrededor de los límites del suelo.

"Uffffff, y eso que estuve aquí hace una semana - resopló al verlo - Echo de menos al Señor Arturo y los demás. Ojalá vuelvan pronto".

Se puso manos a la obra. Empezó sacudiendo las alfombras, después limpió los cristales, el polvo, quitó las telarañas y terminó barriendo el suelo. Tras una primera pasada, abrillantó los muebles y dejó los cristales tan limpios que su transparencia hacía dudar de si había cristal o no. Una vez acabó, se secó el sudor de la frente y se sentó a descansar en el primer sitio que pudo. Estaba tan cansado que se quedó plácidamente dormido. Un extraño ruido le despertó a los pocos minutos, venía del jardín. Algo de aquella situación le resultaba extrañamente familiar y no le traía precisamente buenos recuerdos. Salió un poco asustado al jardín y vio a una persona allí.

“Tú... Otra vez...” susurró y al instante gritó.

A pesar de haber perdido prácticamente el conocimiento, Arturo todavía sentía algunas sensaciones del exterior. Notaba el calor del sol, la brisa que ondeaba sus cabellos y cómo el viento transportaba la arena de un lado a otro y le iba cubriendo poco a poco. De pronto notó que alguien le tocaba en un costado. La sensación cesó unos segundos y después cambió. Ahora notaba que alguien le daba la vuelta y le ponía boca arriba. No tenía fuerzas para abrir los ojos, tampoco para defenderse, así que estaba preocupado por su propia seguridad. No tardó en notar que le tapaban la nariz, impidiéndole respirar el poco aire que le mantenía con vida, por lo que instintivamente abrió la boca para respirar. Fue entonces cuando notó algo que le sorprendió de manera especial. Sintió que, quien quiera que fuera la persona que estaba allí con él, estaba haciéndole beber agua. Según el agua se introducía por su gaznate para después llegar hasta todos los confines de su cuerpo, el caballero iba recuperando las fuerzas. Consiguió abrir los ojos, todavía veía borroso por el cansancio y el calor, pero pudo distinguir la figura de una niña con una cantimplora. Continuó dándole de beber durante unos segundos más, hasta que el caballero recuperó las fuerzas pero, cuando se levantó a darle las gracias y a preguntarle quien era, ya se había ido. Sus pisadas habían quedado en la arena y se perdían en la lejanía, hasta que una brisa más fuerte de lo normal levantó la arena y las borro, dejando al caballero de nuevo sin nada más que su propia suerte.

El mayordomo de los caballeros recordaba a través de su mirada el infierno que había pasado tiempo atrás. Ante sus ojos se encontraba Yolien, pero algo había cambiado en ella. La parte derecha de su cuerpo era orgánica, pero la parte izquierda era robótica y además poco perfeccionada. Podía observarse el cerebro positrónico, el ojo de cristal, los cabellos de alambre, los cables y hierros que formaban su brazo, que terminaba en una pinza que hacía de mano, podía apreciarse cómo el pulmón de níquel se llenaba y vaciaba de no ser por un atajo de cables y hierros que hacían de sistema circulatorio y lo tapaban parcialmente. Por último, la pierna era una viga de titanio que terminaba en un pequeño yunque que hacía de pie. Su parte orgánica era igual que siempre, con su chaqueta y pantalones con muchos bolsillos, y a la espalda la enorme sierra que Arturo le impidió usar en el pasado.

"No... - repitió el joven mayordomo - Otra vez no, por favor, otra vez no".

Las imágenes de su secuestro pasaban por su mente como si fuera una película, sufriendo de nuevo cada golpe, cada angustia, cada lágrima, mientras veía como Yolien abría y cerraba la pinza de su mano robótica produciendo un extravagante sonido agudo.

"Volvemos a encontrarnos" sonó desde un altavoz situado en su cintura.

David estaba paralizado del miedo. Vio sacar de unos de los bolsillos a Yolien un pequeño destornillador, y cómo se lo lanzaba directo a la cabeza. A pesar de que no venía demasiado rápido, el mayordomo tenía tanto miedo que era incapaz de apartarse, viendo acercarse su muerte inexorablemente.

“¡Aparta!” gritó una voz.

Eddy apareció de repente y se abalanzó sobre David, empujándole para que el destornillador no le atravesara el cráneo. Después, de un acto reflejo, lo desvió de una patada para que no le diera a él.

“¿No has visto que venía hacia ti? ¿Por qué no te has apartado?” le regañó Eddy.

“Pe... perdona. Yo, yo...” Balbuceó el chico aún asustado.

“Yo que quería una mañana tranquila... En cambio parece que tendremos movimiento”.

Yolien retiró la pinza de su muñeca y en su lugar emergió un cilindro con muchos agujeros en la parte superior.

“¡Oh, no!” gritó y de nuevo empujó a David, esta vez, detrás de una gran roca que había en el jardín.

Del cilindro con agujeros de la muñeca robótica de Yolien empezaron a salir balas como si de una ametralladora se tratase. Davis y Eddy tuvieron que taparse los oídos del insoportable ruido que generaban las balas al impactar contra la roca que les cubría, mientras veían los casquillos aparecer por el césped del jardín.

“Parece que vamos a necesitar ayuda, ¿no crees?” preguntó el mayordomo.

“Va a ser que sí...”

El helicóptero en el que había venido estaba aún sobrevolando el castillo, y el enviado particular de Mesa se encontraba en su interior observándolo todo.

“Hmpf... ¿Por qué me habrán encasquetado a este robot inútil en una misión tan importante?”

Cuando el fuego de la ametrallador cesó, Eddy saltó por encima de la roca ahora llena de agujeros y, tras dar una voltereta en el aire, propinó una fuerte patada a Yolien en el pecho, enviándola contra el muro del castillo, que se derrumbó con el impacto, sepultando a su enemiga. Inmediatamente, agarró de la mano a David y ambos se dirigieron al interior del castillo. Una vez allí, trataron de ocultarse.

“Vale, parece que sabes quien es esa mujer robot, así que dime todo lo que sepas”.

“Esa es... Bueno era... Se llama Yolien. Es una de las personas que atacaron el castillo y a los caballeros. Pero ella lo hizo de un modo distinto. Me secuestró y retó a los caballeros en una cueva, mientras me tenía atado de una cuerda sobre una enorme olla con ácido, además de herirme. Estuve a punto de morir. Pero... el señor Arturo acabó con ella con su espada, partiéndola por la mitad, no sé cómo ha podido sobrevivir. Y ahora ha vuelto”.

“Si te fijas la parte orgánica de su cuerpo es en la que está el corazón, puede que eso lo explique todo. Lo que no entiendo es por qué habrá venido aquí si saben que los caballeros han dejado esta isla. Debe de andar buscando algo. No podemos huir, pondríamos en peligro el castillo, podría destruirlo, pero tampoco creo que pueda vencerla enfrentándome a ella yo solo. Necesito avisar a Norris y a los demás como sea...”

Se asomaron por una ventana y vieron como Yolien apartaba los escombros con su brazo metálico. Una vez se vio libre, se dirigió hacia el castillo también.

“¡¿Qué haces?! – se escuchó desde el altavoz del helicóptero – ¡Recuerda a qué hemos venido aquí! ¡Deja de perder el tiempo con esos dos y ve a por lo que hemos venido a buscar!”

“Quiero... matarlos” respondió el robot.

“¡No estás aquí para satisfacer tus vendettas personales! ¡Recuerda que soy yo quien manda! ¡Si te atreves a desobedecer, acabaré contigo!”

“Genial, hay otro más, y parece que es más fuerte – comentó Eddy – Por lo menos nos ha dado algo de tiempo. Tenemos que avisar a los demás, ¿hay algún teléfono por aquí?”

“Sígueme” dijo el mayordomo y avanzó marcando el camino.

Subieron unas escaleras de caracol hacia el piso superior, hasta llegar a un vestíbulo que comunicaba con las habitaciones de los caballeros. Allí, en una mesilla, había un teléfono. Eddy se abalanzó sobre él y marcó el número de la caseta del puerto. Estuvo esperando mientras sonaban los tonos hasta que saltó un contestador.

"Hola, somos Eddy y Norris S.L. - se escuchó con la voz de Eddy - ¡No, somos Norris y Eddy S.L.! - se escuchó de repente con la voz de Norris - Bueno, si eres un cliente y no te hemos cogido el teléfono, prueba a llamar al bar de José, la Pipa Ebria, lo más probable es que estemos allí, si no, deja un mensaje con tus datos después de la señal, si no estamos muy borrachos a la vuelta te contestaremos. ¡¡¡Piiiiip!!!"

"¡Mierda! - gritó mientras colgaba enfadado - ¡Ha saltado el jodido contestador! ¡Probaré llamando al bar!"

En el bar estaban los últimos forofos, intentado agarrar minutos de placer, cuando la realidad era que estaban borrachos tirados en una mesa, berreando su himno nacional. Norris también estaba allí, alejado en una esquina de la barra, observándoles con asco, y mirando mal a Jose por no echarlos.

"Lo siento, me están dando de comer. Aguantar estas cosas es parte de mi trabajo".

"Tú sabrás...".

Los forofos se abrazaron y empezaron a bailar encima de la mesa haciendo bastante ruido, momento en el que sonó el teléfono. El comportamiento de los aficionados ya sobrepasó el límite de lo permisible y Jose se dispuso a echarlos, haciendo caso omiso de la llamada. Norris lo escuchó, y trató de avisarle, pero estaba demasiado ocupado tirando fuera del bar a los borrachos, que cayeron de bruces en un charco. Después pensó en cogerlo él mismo, pero le pareció que no era asunto suyo y lo dejó pasar.

"¡Joder! ¡Tampoco! - gritó Eddy de nuevo - ¡Ahora sí que tenemos un problema!"

Tras recuperar parte de sus fuerzas, Arturo continuó su camino a la deriva, en dirección a la gran montaña que veía a los lejos, y que parecía no acercarse nunca. Mientras caminaba, no podía quitarse de la cabeza a la niña que le había ayudado antes. No sabía quien era ni de donde había salido ni por qué le había ayudado, tampoco estaba seguro de si había sido un espejismo, pero le hizo deducir una cosa, aquel nuevo territorio estaba habitado, y si una niña estaba deambulando por el desierto, es que debía haber una población cerca, lo que le animó a seguir adelante. Un par de horas después, el efecto del agua prácticamente había desaparecido, y el caballero empezaba a tambalearse de nuevo. Al fin, vio algo que le pareció un poblado a lo lejos, reunió las fuerzas que le quedaban y avanzó hasta allí. Según se acercaba veía edificios de piedra, pero al acercarse más apreció que estaban prácticamente en la ruina. Había edificios de varios estilos arquitectónicos, el caballero no se podía explicar cómo habían llegado a estar juntos. Una iglesia, una mezquita, varias catedrales, e incluso templos de estilo oriental, así como estatuas, bustos, cuadros o cualquier tipo de representación artística también en un estado deplorable y una extraña torre de cristal en el centro que no parecía tener nada que ver con lo demás. Inundado por la curiosidad, el caballero trató de acercarse a las ruinas, caminar a través de ellas, estudiarlas, y averiguar si alguien vivía allí, pero al acercarse a escasos metros de la que tuvo más cerca una pared de energía el impidió el paso, además de empujarle hacia atrás con una onda de choque, terminando en el suelo de culo. Confundido, se levantó y trató de aproximarse de nuevo para provocar la aparición de la barrera. Con sólo acercar la punta del dedo a unos centímetro ya se manifestaba, pero no te repelía si no la tocabas.

"¿Una kekkai? ¿Peter? ¿Estás ahí?"

"¿Peter? ¿Te refieres a Peter Griffin? ¿Acaso le conoces?" dijo una voz.

"¿Quién habla?" preguntó el caballero.

Miró hacia arriba y vio a una persona sentada encima de la barrera como si de suelo se tratara, no le repelía. Era un joven con el pelo moreno, a lo afro, pero de un volumen moderado, los ojos negros y pequeñitos y llevaba una chaqueta gris.

"Agente Pangea 011. Seagram. Identifícate".

"Mi nombre es Arturo. ¿No tienes calor con esa chaqueta?" preguntó el caballero, sin ocurrirle algo mejor que preguntar.

"Las noches en el desierto son muy frías y duras. Ahora en serio, ¿de qué conoces a Peter Griffin?"

"¿Ha hecho él esta barrera?"

"No, esta barrera la genera la torre de cristal que ves ahí al fondo, y otras tres , situadas en los límites de la ruinas, le sirven de soporte energético. Te repito, ¿de qué le conoces?".

"Venía conmigo en el barco, ¿sabes dónde está?"

"Jajajaja ¿Peter Griffin? ¿Contigo? ¿El maestro de las barreras mágicas? ¿La eminencia en el arte de la defensa y la estrategia? ¿Qué iba a hacer el Presidente de Petoria con un vagabundo moribundo perdido en el desierto como tú?"

"¿Perdón?" preguntó el caballero indignado.

"Deja de inventarte tonterías y confiesa de una vez. Has venido a invadir las ruinas y llevarte el tesoro, ¿de qué clan eres? ¿o eres un cazarrecompensas?"

"No entiendo nada de lo que estás hablando".

"Si no quieres hablar, no es mi problema. Yo estoy aquí trabajando, y mi deber es eliminar a todo el que se acerque, ¡muere!"

Escuchó de repente un pitido intermitente que se iba acortando hasta volverse un sonido continuo. Enseguida supo de qué se trataba y dio un saltó de un acto reflejo. Acto seguido, unas minas ocultas en la arena explotaron. La onda expansiva le empujó contra la barrera, que le repelió de nuevo. Al caer volvió a escuchar el pitido debajo de la arena y, haciendo el mismo movimiento que en una flexión, se impulsó con sus brazos hacia arriba, evitando que la explosión le diera de forma directa, pero siendo alcanzado por las llamas. El caballero caía de nuevo al suelo, mientras pensaba alguna alternativa.

“Seguramente haya más minas por el suelo, si caigo otra vez me alcanzarán sin remedio, tengo que hacer algo”.

Unos segundos antes de impactar contra la arena, Arturo emitió una onda de energía hacia el suelo, para impulsarse de nuevo sin tocar la superficie. Al saltar por tercera vez, se estabilizó y localizó a su oponente.

“No tengo fuerzas para volar... Pero sí que puedo lanzar un ataque” pensó el caballero.

“No está mal para un vagabundo cazarrecompensas, ¡jajaja! – comentaba Seagram – ¡Me vas a hacer esforzarme y todo!”

“Si lo que proteges es esa barrera, la destruiré, así no habrá más problemas, ¡haaaaaa!”

El caballero lanzó una onda de energía contra la barrera, lo suficientemente lejos de su adversario para que no fuera capaz de alcanzarla y repelerla.

“Pierdes el tiempo...”

La onda chocó contra la barrera, produciéndose un montón de destellos amarillos. La barrera no cedía, pero el caballero insistió y aumentó la potencia. El resultado fue el mismo, hasta que la barrera emitió una onda de choque que destruyó la onda dividiéndola en cientos de pedacitos de energía que se diseminaron por la zona.

“Te lo dije, esta barrera es indestructible. Mi trabajo es puramente presencial”.

Arturo aterrizó en la arena, pero a una diferencia de espacio mayor, guardando una distancia de seguridad.

“Las minas no explotaron hasta que me acerqué, pero antes de que él llegara estuve observando la barrera y caminando por esa zona y no explotó ninguna. Debe de tener algún control remoto para evitar detonaciones no deseadas. Por tanto, si hago que se vaya...”

“¿Qué te pasa, muchacho? ¿Te rindes?”

“No... ¡todo lo contrario!”

El caballero despareció un instante y apareció en el aire, delante de Seagram, con una mano extendida a unos centímetros de su cabeza

“Despídete de tu voluminoso peinado”.

Arturo proyectó una bola de fuego sobre su adversario, con el fin de convertirle en una antorcha humana. La bola traspasó su cuerpo como si fuera un fantasma y chocó contra la barrera, siendo destruida por ésta. Entonces, el cuerpo de Seagram comenzó a volverse borroso por momentos, recuperando su aspecto original segundos después, repitiéndose una y otra vez la misma secuencia.

“¿Es un holograma? ¡Claro! Por eso no le rechazaba la barrera”.

“Jejeje, me has descubierto, chaval. Y además te has cargado el holograma con el fueguecito, parece que tendré que apagarlo hasta que los sensores recuperen su temperatura normal. Sin embargo, aunque yo no esté para detenerte, no conseguirás romper la barrera y entrar en las ruinas. Estoy un poco lejos como para ir personalmente, pero bueno, no será necesario, por esta vez te perdono la vida”.

“¿Qué me perdonas la vida? Sino fuera porque estoy cansado y hambriento, no serías rival para mí”.

“Puedes fanfarronear cuanto quieras, pero si vuelves a acercarte a estas ruinas, aunque sea sólo un poco, te oiré y vendré a acabar contigo, no en vano me llaman... ¡el oyente!”

“¿Qué es este lugar?” pensó irritado el caballero.

El holograma se apagó, y con él se desvaneció la figura de aquel nuevo personaje, quedando Arturo, por tercera vez, sin nada más que su propia suerte.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me ha gustado aunque personalmente hubiera puesto algo mas de movimiento y accion,pero ha estado bien,bueno esperemos que a partir de ahora los capitulos puedan salir algo mas rapido si puede ser porque los anteriores se van olvidando,pero bueno espero que las cosas te vayan mejor de lo que pintas en la introduccion o te puedan ir mejor
Un saludo

Anónimo dijo...

Pienso lo mismo que Jon, le falta acción, pero estás en una etapa de estrés máximo así que no pasa nada ^^. Espero que las cosas te vayan bien a partir de ahora y tomate la vida con más tranquilidad ^^. Un saludo