lunes, 16 de julio de 2012

Episodio CXXXVIII

Bueno, si no ocurre nada extraño, acabamos el volumen en el episodio 140 :)

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Episodio CXXXVIII
S
hawn había permitido al caballero del fuego tomarse un pequeño descanso antes de continuar con el entrenamiento. Arturo aprovechó para refrescarse con un trago de agua, sentado tranquilamente sobre una roca. El resto aprovecharon para relajarse comentando un poco los últimos acontecimientos. Lo cierto es que el caballero no estaba haciendo caso alguno de la conversación, hasta que una de las voces sonó por encima de las demás y calló al resto.

“Mi sombra… Ha regresado…” dijo Hilda.

“Eso significa que…” dijo Pamela.

“Que Reik ha completado su entrenamiento” no la dejó terminar Shawn.

“¡¿De verdad?! – se asombró mucho JesuCristo – Recuerdo que en una de nuestras batallas en Azeroth, mataste a uno de mis mejores guerreros de entonces con esa técnica”.

“¿Matar? – preguntó Peter – ¿No se supone que aunque la víctima pierda, se crea un nuevo ser?”

Hilda y JesuCristo le miraron, luego se miraron entre sí, y a los pocos segundos empezaron a reírse a pleno pulmón.

“¿En serio esperabas que una técnica que cambia a un rival humano por una versión suya sin emociones ni piedad tiene algún sentido? – Trató de explicarle Hilda – ¡Si saldría perdiendo! En el momento en que el alma es absorbida por completo por el Reflect Slime, inmediatamente deshago la técnica, el espectro se separa, mi sombra vuelve y el alma queda libre”.

“Pero aun así, ¿cuánto tiempo hacía que alguien superaba tu técnica?” insistió JesuCrtisto.

“Pues… Esta es la primera vez”.

“¡¿Perdón?! – Volvió a saltar Peter – ¿Me estás diciendo que has usado con Reik una técnica que hasta un momento tenía un 100% de probabilidad de matarle? ¿En qué cojones estabas pensando?”

“Él me lo pidió expresamente” aclaró señalando a Shawn.

El silencio se apoderó del lugar, y los caballeros volvieron a dudar sobre si Shawn de verdad trataba de ayudarles o era una excusa para intentar asesinarles.

“¿Es posible? – Reflexionaba Gabriel – Arturo estuvo desaparecido en el volcán, no sabemos nada de Jonyo, y ahora esto… Sin embargo, a mí no me ha hecho nada… ¿Será que sabe que a mí no puede vencerme y por eso lo intenta con los demás? ¿O de verdad son imaginaciones nuestras”.

“Bueno, pues si Reik ha terminado su entrenamiento – dijo Arturo mientras se ponía en pie – Así que ya no puedo seguir descansando, ¡continuemos!”

El caballero sabía que si no hacía algo, sólo conseguiría aumentar la tensión inútilmente. Daban igual a estas alturas las verdaderas intenciones de Shawn, pues tanto Reik como él seguían vivos, y eso era lo que de verdad importaba ahora.

“¡Vamos! ¿Pensáis quedaros ahí parados?” les dijo al ver que no le seguían.

Mientras tanto, Jonyo continuaba su propio entrenamiento junto a Seagram. Seguía en el aire, rodeado de esferas de metal incandescentes que amenazaban sin dar un respiro al caballero. Apenas estaba recuperando el aliento de haber evitado dos de ellas, cuando otras tres avanzaron al unísono desde distintas direcciones. No quiso complicarse, la primera la evitó dejándose caer, pero con eso consiguió acercarse a la segunda, que venía desde abajo, obligándole a revertir su movimiento, impulsándose primero hacia el cielo y después hacia un lado.

“Ya me lo imaginaba… Ahora, en el aire, tengo más libertad de movimiento y estoy en igualdad de condiciones con las bombas, pero también me obliga a gastar una gran cantidad de energía al tener que trasladar todo el peso de mi cuerpo con cada movimiento… Es duro, pero si el objetivo de mi entrenamiento es volverme más poderoso y más rápido venciendo la dificultad de llevar este armatoste puesto, cuanto más esfuerzo ponga desde el principio antes lo superaré”.

“Parece que no lo entiende…” pensaba Seagram mientras observaba desde su silla de ruedas.

Tanta reflexión interior había provocado que el caballero del rayo se olvidara de la tercera bomba que iba hacia él, de la cual se percató unos segundos después al escuchar el sonido de su propulsor acercándose por la espalda.

“¡Mierda, no me da tiempo a…!”

De puro acto reflejo, levantó el brazo y la bomba pasó cerca de su axila, a unos pocos centímetros de impactar contra su cuerpo.

“¿Qué acaba de pasar?” pensó Jonyo.

“¿Se habrá dado cuenta? – pensó Seagram – ¿O es que simplemente ha sido un golpe de suerte?”

“Quiero preguntarte una cosa, Seagram – el caballero tenía algo en mente – ¿Cómo sabré cuando termina mi entrenamiento?”

“Cuando logres el objetivo del entrenamiento, la Armor Gravitation se desactivará por sí sola, inhabilitando las bombas con ella”.

“Ya veo… Entonces vamos a probar una cosa…”

Bajó de nuevo a tierra y empezó a cargar tanta energía como pudo. Ya no se trataba de cargar la justa y necesaria como para evitar la siguiente ofensiva, ahora iba más allá, mucho más. A los pocos segundos ya le rodeaba un aura muy intensa, y poco tiempo después empezaron a caer rayos a su alrededor, la tierra no tardó en empezar a temblar ante la expectante mirada de Seagram.

“Pero… ¡¿Qué pretende?!”

De pronto todo cesó, y el caballero quedó rodeado por el aura blanca aun habiendo dejado de cargar energía.

“Bien, ¡ya estoy listo!”

Esta vez cinco bombas se abalanzaron hacia Jonyo, todas de frente, pero lo suficientemente separadas como para cubrir un amplio rango de ataque. El caballero dio un salto y alzó el vuelo a una elevada velocidad, similar a la que tenía sin llevar puesta la pesada armadura. Esquivó todas las bombas sin ningún problema y continuó volando por el cielo, donde nuevos proyectiles se cruzaron en su camino.

“¡¡¡Haaaaaaaaaaaaaaaa!!!!”

No se limitó a esquivar las bombas, eso era lo exigible y él quería demostrar que superaba con creces cualquier meta que le propusiera el entrenamiento, así que se dedicó a volar a gran velocidad alrededor de todas las esferas de metal, pasando muy cerca de ellas, probando su capacidad de reacción, desafiando su velocidad, y burlando su poder.

Tras dar unas cuantas vueltas, la energía que había cargado se agotó y regresó de nuevo a tierra, sonriente.

“Ahora es cuando todas las bombas se desactivan y caen, ¿no?”

“Bueno, en efecto, las bombas están cayendo, pero…” dijo señalando al cielo.

Jonyo le miró extrañado, y después volvió la vista al cielo. Cuatro bombas venían directas hacia él a toda propulsión. Intentó correr para evitarlas, pero había gastado demasiada energía y ya no le quedaban fuerzas más que para caer al suelo.

“¡Pero si ya he demostrado que puedo evitar todas las bombas! ¡¿Por qué no se desactivan?! Exclamó antes de que le alcanzasen sin remedio.

“Te has creído más listo que los demás, Jonyo – le dijo después de que le sacudiera la explosión – Cargar una enorme cantidad de energía y utilizarla para hacer una pequeña exhibición sólo demuestra que puedes esquivar las bombas esa vez, no que puedas esquivarlas siempre. Además, yo no te dije que se desactivaría la armadura cuando demostrases que puedes esquivar las bombas, sino cuando completaras tu entrenamiento”.

“Entonces, ¡¿qué se supone que tengo que hacer?!” susurraba el caballero para sus adentros, todavía tirado en el suelo por los efectos de la explosión.

Al otro lado de isla, Arturo seguía perfeccionando la transformación en SuperGuerrero, observado por Peter, Hilda, Shinkan Mario, Pamela, JesuCristo y Gabriel, que ahora que ya habían terminado su colaboración, esperaban relajados a que el caballero del fuego, bajo la supervisión de Shawn, completase su entrenamiento.

“¡Vamos! ¡Una vez más!” le gritó Shawn al caballero.

“¡¡Gyaaaaaaaaaaaahhh!!”

Acompañando el sonoro grito, Arturo se transformó casi de forma inmediata. Tras el cambio, que empezaba a dominarlo con soltura, venía la parte más difícil, controlar aquel abrumador poder, y era en esa empresa en la que el caballero estaba poniendo todo su empeño.

“¿Qué sientes, Arturo? Compártelo” le volvió a decir su entrenador.

“Hay una gran agresividad en mi interior ahora mismo. Es como si el poder que alberga la transformación se sintiese ofendido cuando no es utilizado, y hasta que no me enfrento a alguien no se calma. Eso sí que lo recuerdo de las otras veces. Aunque no era consciente, antes de empezar a luchar me envolvía el ansía y la sed de sangre, pero una vez empezaba el combate, estaba en paz”.

“El SuperGuerrero es como un animal salvaje, un depredador que necesita devorar a su presa para sobrevivir, por eso te sentías así, pero ahora no importa, lo que importas es qué sientes ahora”.

“Es curioso que para despertar la transformación hagan falta cierto tipo de sensaciones y pensamientos, y que para mantenerla necesites justo los contrarios. Ahora mismo tengo que apaciguar toda esa ira que el SuperGuerrero quiere imponerme, y para conseguirlo no hago más que pensar en cosas agradables, en buenos momentos, y en el futuro que nos espera cuando todo esto acabe”.

Pocos segundos después, la transformación se desvaneció tan rápido como había venido, pero sin que el caballero perdiera las fuerzas.

“Muy bien – continuó Shawn – Descansa unos minutos y ahora iremos un paso adelante. Una vez te transformes, veremos que tal controlas tus nuevas habilidades en combate, ¿cómo lo ves?”

“Un poco pronto, pero supongo que me parecería igual de precipitado aunque esperásemos un poco más, así que, está bien, adelante”.

“Vaya, ya empieza lo interesante – dijo Gabriel – ¿Y contra quien le vas a hacer combatir ahora? ¿Con una versión negativa de sí mismo como has hecho con Reik?”

“Pues contra ti, evidentemente”.

Aquella respuesta le cerró la boca al caballero de la rosa.

“¿Ah, sí? ¿Contra mí? ¿Y eso por qué?”

“Si no te he preparado un entrenamiento no ha sido porque sienta algún tipo de desprecio hacia ti ni tampoco por discriminación. La única razón ha sido porque tú no necesitas ningún entrenamiento, ¿me equivoco?”

“Tal vez sí… Tal vez no… Pero no vamos a discutir eso ahora. Hay algo más importante… En caso de que aceptara… Cosa que todavía no he hecho… Tendría que ser un entrenamiento a puerta cerrada, ¿no? Un enfrentamiento contra Arturo transformado sería muy peligroso como para que Peter, Pamela y los demás anden por ahí cerca, ¿no crees?”

“Estoy totalmente de acuerdo contigo. Sin embargo, al igual que han venido aquí por su propia voluntad, yo no soy nadie para decirles que se vayan ni me importa lo que pueda sucederles si esa ha sido su decisión, por tanto deberás preguntarles a ellos si quieren hacer caso de tu petición”.

“Mmmmm… ¡Yo me quedo!” exclamó Pamela, que fue la primera en responder.

“A mí también me gustaría verlo si no es molestia” dijo Shinkan.

“Yo es que no tengo nada mejor que hacer” dijo JesuCristo.

“Si Pamela se queda yo también” se unió Hilda.

“Yo tampoco me lo perdería por nada del mundo – dijo Peter – Además, no te preocupes por nosotros, Gabriel. Si las cosas se ponen feas puedo hacer que una barrera nos cubra a todos”.

“Ah… Sí… Lo había olvidado…” sonrió el caballero falsamente.

“El pueblo ha elegido, Gabriel – le dijo Shawn – Y ahora, ¿qué decides? ¿O es que tienes miedo? Si es así, entonces no pasa nada, puedo llamar a Fidel…”

“¿Miedo yo? ¡¡¿Miedo yo?!! – Exclamó profundamente ofendido – Mira chaval, no sólo lo voy a hacer, sino que además pienso hacerlo con los ojos vendados, ¡para que te enteres!”

Esa última declaración hizo que todos se sobresaltaran y le observaran con total preocupación. El asunto llegó hasta tal punto que Shinkan se acercó para tranquilizarle.

“Chico, que era una broma – le dijo – Él sólo trató de provocarte, no tienes por qué hacer eso”.

“Me da igual, ya lo he decidido” sentenció.

“Je… – reía Shawn en sus pensamientos – Ha utilizado mi provocación a su favor… Para poder ocultarse…”

“Gabriel – esta vez lo intentó Peter – Te va a matar, tú no eres Jonyo, no puedes hacer eso”.

“Con sentir su energía me vale, ¿o es que Jonyo es el único que puede hacer eso?”

“Ya sé que puedes sentir su energía, pero eso es una información imprecisa, sirve para detectar, para localizar, pero no es un sustituto de los ojos como la técnica de Jonyo”.

“Confía en mí. Es todo lo que puedo decirte” y con eso terminó la conversación y se acercó al caballero del fuego.

“¡Espera! – Exclamó Pamela mientras corría hacia él – ¡Toma! – Le entregó un pañuelo rojo y sonrió – Llevo siempre este pañuelo encima, me lo pongo cuando hay que celebrar algo, pero últimamente como sólo pasan cosas malas no he tenido la oportunidad de usarlo… Te lo dejo para que puedas vendarte los ojos, ¡pero luego devuélvemelo, ¿eh?! ¡Que es mío!”

“Gracias, pequeña…” le contestó mientras le acariciaba la cabeza como si fuera un perro.

Se disponía a ponerse el pañuelo a modo de venda, cuando alguien le interrumpió de repente.

“¡Eeeh! – Exclamó JesuCristo con desgana – ¡Tenemos visita!”

Caminando muy despacio, con el cuerpo aun herido, fatigado y cubierto de hielo, Reik había conseguido regresar a la isla desde la plataforma gélida. Sin embargo, en vez de ir al barco a descansar, había vuelto junto a los demás, como si tuviera alguna cuenta pendiente todavía.

“¡Ey! ¡Enhorabuena Reik! – le felicitó Gabriel – Ya nos hemos enterado de que te ha ido bien en tu entrenamiento”.

El caballero no contestó, siguió caminando, pasó de largo a Gabriel sin dirigirle la mirada y fue directamente hasta Peter.

“¿Has solucionado ya ese problema que tenías?” le preguntó sin saludar siquiera.

“¿Eh? – Peter no cayó en un primer momento – ¡Ah! ¡Sí! Sí… ¿Por?”

“Perfecto, pues venga, nos vamos. Ahora que me he desecho de esa molestia tenemos que continuar con tu entrenamiento”.

“Vale, pero, ¿podrías esperar un ratito? Es que ahora van a luchar Gabriel y Arturo y me gustaría…”

“No” contestó tajantemente.

“Venga, ¿qué más te da media más media hora menos? Eso no va a cambiar nada. Además, estás herido, necesitas descansar”.

“Tranquilo, no te preocupes por las heridas, ahora me curas tú en cuanto lleguemos a la playa. Sobre si por qué no puedo, mejor dicho, por qué no puedes esperar, te diré una cosa. En cuanto Jonyo y Arturo acaben nos iremos de aquí. No hemos venido para que te entrenes tú, así que nadie esperará por ti. Por eso no tienes tiempo que perder. ¿O qué pasa? ¿Acaso aquello que te escuché decir era mentira?”

“No… No lo era… Está bien… Nos vamos…”

“Pues hala, ¡andando!”

Como a pesar de sus palabras Peter no se movía, Reik tuvo que agarrarle del cuello de la camisa por detrás y llevárselo arrastrando.

“¡Y cuando acabe con él! – Le gritó Reik a Shawn – ¡Vendré a por ti! ¡Esta te la guardo!”

“De nada” fue lo único que contestó Shawn, y el caballero del hielo continuó caminando mientras se encendía un cigarro.

“Bueno, ya me contareis luego cómo ha ido la pelea… O mejor, ¡grabadlo en vídeo! ¡Sí, eso! ¡Grabadlo! ¡Así no me lo perderé!” se lamentaba mientras se alejaba.

“Parece que os habéis quedado sin barrera” dijo Gabriel y todos se arrepintieron de pronto de su decisión.

“Ya ha terminado el espectáculo – dijo Arturo – ¿empezamos?”

“Cuando quieras” contestó Gabriel.



1 comentarios:

Jon dijo...

Con muchas ganas de saber como acaban los entrenamientos, y cual será el próximo objetivo en la siguiente saga. Otro capítulo especial, no he visto ningún fallo.
Un saludo a todos