martes, 27 de diciembre de 2011

Episodio CXXX v1.1

Juas, no me apetece ni ponerme a comentar nada xD

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Episodio 


CXXX



Haaaaa, haaaaa – Fidel corría ladera arriba hacia la cima de la montaña. Había visto pasar el helicóptero, y también detectaba la energía de Reik con gran intensidad – Joder, me he pasado toda la noche entrenando y ahora no me quedan fuerzas ni para volar... Si lo llego a saber me echo la siesta un rato...”

Cerró los ojos y trató de detectar alguna otra energía, pero la del caballero del hielo estaba demasiado presente y dificultaba reconocer otras energías más pequeñas a su alrededor.

“¿Qué coño le pasa a éste? ¿Por qué está soltando tanta energía? Así no hay manera de saber si están los demás con él o no. Una de dos, o no están, o están conteniendo su energía... Lo que es seguro es que Arturo no estará. Ahora que ha perdido de nuevo sus poderes por mi culpa, no se arriesgará a estar expuesto ante un ataque de la teniente, sabe que sería un estorbo, por mucho que duela...”

Llegó por fin arriba del todo. Lo primero que vio fue el helicóptero. De acuerdo a la dirección  desde la que había llegado, sus compañeros estaban detrás del vehículo, y apenas veía los pies del piloto por debajo.

Decidió dar un pequeño rodeo para no ser descubierto tan fácilmente, y fue entonces cuando vio a los demás caballeros, Arturo incluido, delante de la piloto, aun con el casco y las gafas de aviador puestas.

“¿Cómo? ¡Está aquí! ¡Es imposible! Aun suponiendo que haya querido venir a pesar de haber perdido sus poderes, no podría haber llegado tan rápido... ¿Le habrá traído alguno de los otros?  Es la única posibilidad que se me ocurre...”

Mientras Fidel reflexionaba sobre Arturo, el resto de caballeros se mantenían a la espera de descubrir la identidad que se ocultaba tras aquellas gafas y aquel casco. La mujer comenzó a desabrocharse el casco, acto que impulsó a Reik a empuñar su espada, aunque todavía conseguía controlarse y no desenvainarla. Al retirarse las gafas, la sorpresa inundó a los caballeros.

“Tú eres... – dijo Jonyo – ¡Hilda!”

“Tenía ganas de verte, Jonyo” contestó la líder del clan ShadowMoon.

“¡Mierda! ¡No es la teniente!” Se cabreó Reik a la vez que soltaba la empuñadura de su espada.

“¿Qué te trae por aquí, Hilda? – Preguntó Arturo – No parece que hayas venido simplemente de visita.

“En efecto, caballero, no estoy aquí sólo por gusto. El verdadero motivo de mi estancia es…”

“Has tardado mucho, Amaterasu” dijo con fuerza una voz, sin dejarla responder.

Shawn Stevenson apareció caminando, y sin decir una palabra a los caballeros, se puso delante de Hilda, se inclinó y la besó la mano.

“Puedes dejar el protocolo, Shawn. Y tampoco es necesario que me llames así. Mi título de Diosa sólo tiene valor dentro de la Isla Prisión”.

“¿Qué? ¿Os conocéis?” preguntó Gabriel.

“El recurso de más valor de un hombre no es su dinero, caballero, sino su red de contactos”.

“¿Eh? ¿Entonces esto es cosa tuya? – dijo Jonyo – Eso significa que…”

“Exacto caballero, al fin podrás comenzar la segunda fase de tu entrenamiento, Jonyo. La espera ha terminado”.

“Espera un momento que todavía no me lo creo… ¿Por qué has llamado a Hilda para entrenarme? Si ya me entrené con ella cuando estuvimos en Azeroth. Y otra cosa que llevo dando vueltas desde hace un rato, ¿desde cuándo sabes tú pilotar un helicóptero?”

“Deberías ser un poco más modesto de vez en cuando, Jonyo. No estoy aquí por ti. Y tampoco sé pilotar un helicóptero. La respuesta a todas tus preguntas están aquí” dijo abriendo la puerta lateral del vehículo.

Tres personas bajaron por la rampa de acceso del helicóptero ante los ojos de los caballeros. Eran JesuCristo, Shinkan Mario y Pamela, que les recibieron con una sonrisa.

“¡Hola, caballeros!” dijo JesuCristo.

“Buen día, chicos” saludó Mario.

“¡Jonyo!” exclamó Pamela y fue directa a abrazar al caballero del rayo.

“Pero… ¿qué hacéis todos vosotros aquí? – dijo mientras le devolvía el abrazo a la niña – ¿Vais a entrenarme entre todos?”

“¿Qué te acabo de decir de la modestia, Jonyo? – Repitió Hilda – A veces consigues hacerme pensar que hablar contigo no sirve para nada…”

“¿Qué he dicho ahora?” se defendió.

“No esperarías que iba a hacer venir a toda esta gente sólo por ti, ¿verdad? – Dijo Shawn – Cada uno viene para ayudar en el entrenamiento de uno de los caballeros, no sólo a ti”.

“¡Yo no! ¡Yo vengo de visita!” exclamó Pamela.

“Yo tampoco – agregó Shinkan – No creo que un pobre viejo como yo pudiera seros de ayuda”.

“Yo si vengo para eso, pero no para ayudarte a ti” dijo JesuCristo.

“¿Me estáis vacilando o qué? Dos vienen de visita y los otros dos no van a entrenarme. Si es una broma, decidlo para que me ría yo también”.

“Aún queda una quinta persona por bajar del helicóptero. Tiene dificultades físicas por vuestra culpa y por eso le cuesta un poco más” dijo Hilda.

Aquella declaración atrajo la atención de los caballeros, que se quedaron en silencio, observando el vehículo, en espera de esa última persona. El helicóptero era grande, y su interior oscuro, no se veía lo que había dentro. Todos se quedaron en silencio unos segundos, en espera de respuesta, con sus ojos expectantes, hasta que se dieron cuenta que lo primero que empezaron a notar fue el sonido de una rueda girando tras ser empujada, y avanzando lentamente. Durante unos segundos lo único que pudieron hacer fue escuchar, hasta que finalmente, una silla de ruedas descendió por la rampa de acceso, con Seagram, o mejor dicho, la parte superior de su cuerpo, sobre ella.

“¡¿Qué?!” exclamaron todos de golpe.

Ahora no fue sólo Reik, sino que todos los caballeros sintieron el impulso de llevar la mano a su espada, especialmente Arturo, que se había enfrentado a él, llegó incluso a desenvainar.

“¡Arturo ha desenvainado! – Pensó Fidel mientras observaba atentamente desde el anonimato – Entonces, ¿no ha perdido sus poderes? ¿O es que directamente le da igual?”

“Un momento, caballeros, debéis calmaros – trató de tranquilizarles Hilda – Seagram viene en son de paz”.

“¿Cómo puedes defender a quien era la causa de las guerras de tu país?” le preguntó Gabriel.

“¿Se supone que es él quien va a entrenarme? – dijo Jonyo – Casi que prefiero seguir como hasta ahora”.

“Claro, por eso el helicóptero es del mismo modelo que el de la teniente… Ahora cuadra todo” añadió Reik.

“¿Queréis mirar el estado en el que se encuentra Seagram y dejar de decir tonterías, por favor?” les pidió Shawn.

“Es cierto… Durante el combate contra mí – recordaba el caballero del fuego – Su cuerpo quedó partido por la mitad al destruir el vórtice cuando lo estaba atravesando… No me acordaba… ¿Cómo puede seguir con vida?”

“¿No te acuerdas? – Se lo aclaró Reik – Peter le salvó la vida. Cosas que pasan cuando te sientes culpable por algo”.

“No es que Arturo no se acuerde – añadió Gabriel – Sino que en aquel momento estaba inconsciente, El Caballero Negro le había robado sus poderes”.

“Tampoco es que importe mucho que se acuerde o no. ¡Lo que queremos saber es qué hace aquí!” exclamó señalando a Seagram.

“Ten cuidado con ese dedo acusador, caballero – dijo Hilda, en un tono más agresivo – Todo tiene una explicación”.

“Déjalo, Amaterasu – interrumpió JesuCristo – Ya lo explico yo”.

“No es necesario”.

“Será mejor que dejes que hable el muchacho – dijo Mario – Porque parece que estabas empezando a perder la paciencia”.

“Habla entonces, si es lo que quieres”.

“Bien. Es cierto que Seagram era el responsable de proteger la barrera, el CTBA y los tesoros de nuestra tierra. Provocó la guerra y muchas muertes en toda la isla, pero no podemos olvidar que, indirectamente, también trajo cosas buenas.

Cuando vimos el contenido del tesoro, la ira de todos los pueblos desapareció, volviéndose tristeza. Resulte increíble, ahora que lo veo desde fuera, que estuviéramos matándonos por un trozo de papel, pero fue lo que pasó. Aquella nota nos hizo despertar nuestro lado humano, nos hizo sentir el dolor de la pérdida de nuestras familias, y nos hizo replantearnos hasta qué punto merece luchar por la fe. Ese sentimiento llegó a todos por igual, y fue el que consiguió la paz.

Desde entonces, aunque seguimos siendo fieles creyentes de nuestras religiones, ya no las valoramos por encima de cualquier cosa, por encima de nuestras vidas o las vidas de los demás. Eso sobre el papel, por supuesto, pero cuando Seagram estaba ahí tirado, lisiado e impotente, fue el momento de demostrarlo.

No fue fácil. Hubo muchas personas que pidieron su ajusticiamiento. La mayoría de ellos habían perdido a alguien en la guerra, y fue muy difícil convencerlos, pero gracias a Hilda y a Mario, que me apoyaron en todo momento, conseguimos salvar su vida, y con ella, nuestro espíritu.

Se le permitió seguir viviendo en la isla, pero no podía hacerlo en ninguno de los tres pueblos. Y como único castigo, se le impuso el deber de proteger las ruinas, pero esta vez no para no se pudiera acceder a ellas, sino para asegurar su correcto uso y su permanencia en el tiempo”.

“Muy bonito, herejes haciéndose amigos de su inquisidor – Reik continuaba sin convencerse – Pero que vosotros os hayáis portado bien con él no lleva implícito un cambio de conducta. Si él es igual volverá a atacarnos, y esta vez no nos conformaremos con cortar su cuerpo por la mitad”.

“¡Hay un motivo! – terminó saltando Pamela – ¡Existe un motivo que demuestra el cambio de comportamiento de Seagram!”

“Anda, la niña tiene que defender a los mayores. Ahora en serio, ¿Cuánto la habéis pagado por decir eso?”

“Reik, por favor… Al menos deja que hable” dijo el caballero de la rosa.

“Gracias Gabriel – continuó la pequeña – Como decía, Seagram ha cambiado por un motivo, no es que quisiera cambiar, es que no ha tenido más remedio”.

“¿No ha tenido más remedio? ¿A qué te refieres?” preguntó Arturo.

“Si hay que contar eso para convencerles, será mejor que lo cuente yo – dijo el propio Seagram – Creo que es lo más adecuado”.

Todos se quedaron en silencio. Seagram volvió a impulsar la silla de ruedas y se colocó delante de todos, frente a frente, de nuevo, contra los caballeros.

“Cuando llegasteis a la isla lo dije bien claro. Soy el Agente Pangea 011, del Servicio Secreto, y mi misión era asegurarme de que aquellos que osaron enfrentarse al mundo y se exiliaron en vez de integrarse tuvieran su merecido castigo.

Ese castigo era el contenido del tesoro. Yo mismo me encargué de hacer correr el rumor para provocar la guerra y lograr así el objetivo de mi misión. Sin embargo, antes de obtener el tesoro, los tres pueblos debían desearlo sin conseguirlo durante el mismo tiempo que las religiones estuvieron manipulando al mundo para su propio beneficio, es decir, desde su propia existencia. Para conseguirlo, cada una de las torres estaba programada para desactivarse al cabo de los mismos años que estuvo activa la religión en el mundo. La torre de piedra se desactivaría después de 2000 años, la de madera a los 1400 y la de Saikyum a los 2600 años. Desactivadas las tres, se permitiría el acceso a las ruinas a los pueblos, pero la torre de cristal seguiría activa hasta llegar a la suma de los años que estuvieron activas las torres periféricas, es decir, 3400 años más. Al descubrir, después de 6000 años el verdadero contenido de ese supuesto tesoro, el castigo de los desterrados a la Isla Prisión habría terminado y el resto de la humanidad les perdonaría.

Sin embargo, vosotros destruisteis las cuatro torres, lo que significó el fracaso absoluto de mi cometido. Y cuando uno de los agentes del Servicio Secreto falla, su única redención es la muerte. Además, para asegurar que el agente es liquidado, se contrata siempre al asesino más letal del momento”.

“El asesino más letal del momento…” repitió Jonyo susurrando.

“Ese creo que sabemos quién es, ¿no? – Dijo Reik – Sólo hay una persona que haya atacado Petoria, Arcadia y Nexus buscando sangre. Ya decía yo que era raro que no atacara Azeroth también…”

“¡Pero no mató a nadie en ninguna de esas islas!” le defendió Jonyo.

“Extraoficialmente no – intervino Gabriel – pero oficialmente sí, y desgraciadamente eso es lo que cuenta”.

“Lo entiendes, caballero. Por eso he venido a apoyar tu entrenamiento – le dijo a Jonyo – Si no consigues derrotarle no sólo perderás tu vida, también perderé yo la mía. Mi objetivo es tu objetivo. En circunstancias normales me enfrentaría yo mismo a él, pero con medio cuerpo no tengo ninguna posibilidad”.

“Con que en el fondo lo único que eres es un simple chaquetero… Ahora ya me habéis convencido, puede quedarse”.

Gabriel, Arturo y Jonyo también habían ido abandonando su postura ofensiva según escuchaban el relato de Seagram, consiguiendo así la aceptación de todos los presentes.

“Entonces, ¿cuándo empezamos?” preguntó Jonyo.

“Se nos ha hecho un poco tarde por culpa de vuestro interrogatorio – dijo Shawn echando un ojo al sol – Vamos a comer y después os explicaré con quien os vais a entrenar cada uno”.

“Al fin… Tengo ganas de volverme más fuerte” se ilusionaba el caballero del rayo mientras comenzaban su andadura ladera abajo.

“¡Yo te animaré durante tu entrenamiento con Seagram!” exclamó Pamela.

“Yo sobre lo que sí tengo curiosidad es cómo van a ayudarnos a cada uno, más que quien – opinaba Arturo – Les conocemos a todos, sabemos de lo que son capaces, pero nunca nos habíamos planteado si sus habilidades nos pueden servir para mejorar”.

“Bah, seguro que no sirven para nada y perdéis el tiempo”.

“Nunca lo sabrás si no entrenas con ellos, Reik” le dijo Gabriel.

“Ni que me hiciese falta…”

“Hay una duda que todavía no me habéis solucionado – preguntó el caballero a Hilda – Cuando sobrevolamos el helicóptero, sólo había un piloto, es decir, tú, pero que yo sepa no sabes llevar un helicóptero. Si el helicóptero es de Seagram, él si sabrá llevarlo, pero en su estado no creo que pueda, ¿cómo lo hicisteis entonces?”

“No creas que fue fácil. Pilotaba yo, pero él me iba dando instrucciones precisas a cada momento. Estuve todo el trayecto temblando por si nos estrellábamos…”

“Entonces habéis sido muy valientes al montaros si lo llevaba ella, ¿no, Mario?”

“Bueno, si uno tiene que morir, mejor en un helicóptero que en un hospital”.

“¡Eso siempre!” añadió Pamela.

“Vuestra conversación me supera – dijo Reik – Creo que voy a bajar yo solo por otro camino…”

Como se estaban alejando de su posición, Fidel se empezó a asomar cada vez más, hasta que Arturo, de casualidad le vio, sonrió y continuó caminando sin decir nada. El caballero de la tierra pensó que le habían descubierto y se escondió de nuevo, pero al no escuchar pasos acercarse, volvió a asomarse. Ya no había nadie.

“No entiendo nada. – Pensaba en voz alta – Arturo se estaba comportando de forma natural, como si no hubiera perdido de nuevo sus poderes… Pero estoy seguro de lo que me dijo, no tengo ninguna duda. Y esa sonrisa… No era su sonrisa normal… Algo no va bien… Pero yo… Ya no tengo manera de averiguar qué es…”

“Si tanto te preocupa, ¿por qué no hablas con él?” escuchó de pronto.

Fidel se asustó de primeras, y del salto que dio, se giró y vio a Reik detrás de él, fumando un cigarro.

“¡¿Qué haces aquí!?! ¿Me estás espiando?”

“¿Perdón? ¿En serio me estás preguntando eso en serio cuando eres tú el que lleva todo el rato espiándonos a los demás?”

“¡Yo no espiaba! Tan sólo he llegado tarde y no quería interrumpir. Está claro que con quien más trato tienen todos esos es con Jonyo, no conmigo. Mi presencia no era necesaria”.

“Ya… ¿Y no será tal vez que no te has acercado porque estaba Arturo?”

“Vaya estupidez… Pero si Arturo es mi amigo, ¿qué problema iba a tener con que estuviera ahí?”

“Jejeje – se rió falsamente – Mira, chaval. Si quieres tratarnos como a tontos, tú verás, pero te diré una cosa. Que no hayáis dicho nada ninguno de los dos no significa que los demás no sepamos lo que está pasando”.

“¡Gulps! – Tragó saliva – ¿Pero de qué estás hablando? Si no pasa nada, de verdad” continuó mintiendo.

“Claro, claro – fingió de forma exagerada que le seguía la corriente dando otra calada al cigarro – No pasa nada”.

Le dio unas palmaditas en el hombro para acentuar aún más la ironía de la situación y se fue caminando sin decir palabra.

“Es normal que los demás hayan notado algo raro, después de tantas aventuras… Pero, le pase lo que le pase a Arturo, yo ya no puedo hacer nada por él. Hace tiempo que tomé esta decisión y me ha costado mucho que me la respete. Ahora no puedo volver atrás. Lo único que puedo hacer es seguir entrenando para que Mesa no me mate. Aunque luego no me quede un lugar al que volver, al menos le demostraré que la confianza que ha depositado en mí no ha sido en vano”.

Peter había sido el único que no fue a recibir a Hilda y a los demás. Seguía en el barco, rodeado de un montón de libros, cuadernos y hojas de apuntes, notas y gráficos. A pesar de que era de día, no había luz en la sala. Había tapado las ventanas para sumergirse en una completa oscuridad, y utilizaba una vela para alumbrar estrictamente la hoja que estaba leyendo, evitando así cualquier tipo de distracción. Enfrascado en sus pensamientos, no se daba cuenta de que alguien se acercaba sigilosamente.

“Se acabó – dijo soltando el lápiz – Con esto creo que al fin podré crear esa barrera” sonreía satisfecho.

“¿Estás ocupado?” susurró alguien de repente.

Peter dio un salto en la silla del susto, tocó la vela con un dedo y se quemó con la cera ardiente, lo que le llevó a gritar otra vez. Enfurecido, se giró para ver quien había osado interrumpir su investigación.

“Arturo…”

Normalmente habría estallado y volcado contra él, o contra quien fuera, su ira para desahogarse, pero sólo con mirarle a los ojos se dio cuenta de que el caballero quería tratar un asunto importante.

“¿Podemos hablar? Necesito tu ayuda”.

“Claro. Pasa, pasa. Dime, ¿qué puedo hacer por ti?”

El caballero del fuego entró en el camarote en completo silencio, y cerró la puerta tras de sí. El pasillo quedó completamente a oscuras y lo último que escuchó fue el ruido del pestillo.

Curiosidades!!!

Para hacer los cálculos de la antigüedad de las religiones, se ha usado como referencia el primer profeta o líder de cada una. Jesús, Mahoma, y Jinmu.

Si no lo dije en su momento (y no os disteis cuenta), el CTBA es homenaje al complejo empresarial del mismo normbre de Madrid, donde nos han colocado los cuatro rascacielos nuevos, que en aquellos tiempo estaban en construcción, aunque yo hubiera preferido una sola torre de esas de 800m como la de Dubai xD

Bueno Jon acertaste en tus predicciones? xD

1 comentarios:

Jon dijo...

jajaja pues si te digo la verdad hace tanto tiempo que lei el penúltimo capítulo que ya ni me acuerdo de mi predicción lo que supongo que de ser así es porque no estaba en lo cierto. Respecto al capítulo, ha estado bien, con reencuentros de viejos conocidos

se le impuso el deber de proteger las ruinas, pero esta vez no para no se pudiera acceder a ellas(no para que no)
Un saludo a todos