lunes, 26 de julio de 2010

Episodio CXII

Oficialmente este capítulo ha podido conmigo. No lo he escrito rápido, para nada, ya he perdido la cuenta de cuanto tiempo llevo dedicándole obteniendo muy pocos resultados a nivel cuantitativo. Desde que mi relación inestable se desestabilizó del todo y se consumió en sí misma las cosas no han hecho más que empeorar en todos los sentidos, pero precisamente lo que hace que todo se arregle es seguir adelante, sacando fuerzas a veces de donde no las hay. En los examenes hubo momentos de desesperación, en los que quieres dejarlo todo, pero si no hubiera seguido no habría aprobado las 11 asignaturas que he aprobado. Lo mismo ha pasado aquí, de pronto, todo ha empezado a despegar sin motivo aparente, y aunque el capítulo era ló que más despacio evolucionaba, al final también he podido yo con él ;)

PD: Campeones!!! Viva España, Viva el Rey, Viva el Orden y la Ley xDDDD (Sí, un poco tarde pero como he dicho no he podido publicar antes xD)
  • Título: Grinning Revengers
  • Tamaño: 6
  • Dedicado a. N/A

Episodio CXII

Estaba huyendo, lo reconozco. Sólo quedaba yo, por lo que sabía que tarde o temprano llegaría ese momento. Como pasa en todo, las cosas nunca son tan terribles como nos las imaginamos, pero cuando te invade el miedo y te corroe la desesperación uno es incapaz de pensar con claridad. Así que cuando vi a Kevin, sentí que era mi oportunidad de escapar de allí. Fue como estar en una cueva oscura durante mucho tiempo y ver de pronto la luz de la salida al final de un largo camino. Me alejaba caminando hacia atrás, a un ritmo normal, mientras me despedía de todos ellos de la forma más amable posible, tratando de disimular mi estado, pero en mi interior ya estaba corriendo en la dirección opuesta a ellos. Disimuladamente, me envolví entre la muchedumbre mientras bajaba lentamente el brazo con el que me despedía de mis compañeros, hasta que finalmente fui un punto más sin importancia alguna en la inmensidad de aquella ciudad.

Había conseguido lo que quería, pero algo no iba bien. Continuaba sintiéndome observado y presionado. Sentía la espada de Damocles acechando sobre mi cabeza y apuntando hacia mi corazón, podía ver su rostro en cada esquina, sentía su corazón palpitando en mi pecho, sus dedos acariciándome en la nuca, su perfume en el aire… Por primera vez sentía la necesidad de contarlo todo aunque sólo fuera para desahogarme y librarme de todo ese dolor, pero no era el momento ni el lugar. Ante todo, sabía que esa pequeña recaída era temporal, y que esas ganas de contarlo todo eran más bien fruto de haber escuchado las historias de todos los demás que mías propias.

Iluso de mí, eché a correr pensando que podría huir de mis propios pensamientos, pero lo único que conseguí fueron los insultos de todas las personas contra las que choqué mientras corría con los ojos cerrados. Estaba claro que aquella estrategia había resultado un completo desastre, pero no me rendí. Tarde o temprano tendría que contar mi historia, pero haría cuanto estuviese en mi mano para que fuera lo más tarde posible. Ya quieto de nuevo, y recuperando el aliento, vi la única solución, ¡el alcohol!

Sí, eran las 12 de la mañana. Sí, hacía mucho calor. Sí, no tenía edad para hacer esas cosas, pues los bares por las mañanas sólo están llenos de parados y fracasados sin nada mejor que hacer con sus vidas, y todo lo que vosotros queráis. Pero yo lo necesitaba, quizás no emborracharme, pero sí un par de copas con las que olvidarme de todo y de todos durante un rato. No buscaba un lugar idóneo, ni tampoco había mucho donde elegir. Me bastaba cualquier antro de mala muerte siempre que estuviera abierto. Finalmente vi un local en una calle perdida cuyo logo era un perro tocando la guitarra bajo un cielo estrellado.

“Scumm Bar… – leí – Mmmm… Suena bien… Y tampoco es que esté en condiciones de encontrar algo mejor…”

Entré en el local con algo de vergüenza, no esperaba encontrar a nadie, ni mucho menos algo de ambiente, así que asomé la cabeza con cuidado. El bar estaba vacío, como era lógico, y al único que pude ver fue al camarero detrás de la barra limpiando unos vasos.

“¿Quieres algo, muchacho? – me dijo – Si buscas el baño, está por ahí” señaló.

“No… Tan sólo quería preguntar si el local está abierto para tomar algo”.

“¡Claro! ¡Pasa hombre, pasa! No te quedes ahí”.

Alentado por tanta amabilidad, me fui acercando a la barra mientras observaba el local. No era un sitio demasiado grande, pero puede que eso precisamente le diera algo de encanto. Era como dar un viaje en el tiempo varios siglos atrás, todo estaba hecho de madera, las pocas mesas circulares que había estaban arañadas y roídas, y apestaban a vino y a varias bebidas más, que mezcladas en mi nariz no era capaz de reconocer por separado. Las sillas, también de madera, parecían más taburetes con respaldo que sillas, y daban la impresión de que iban a romper al sentarte. Incluso la lámpara era un aro de madera atado al techo con una cadena, que iluminaba la sala con unas pocas velas artificiales. Detrás de la barra había un montón de botellas polvorientas que a saber cuándo fue la última vez que se abrieron, si es que se habían abierto alguna vez. Por último, la melodía que sonaba de fondo en el local era un género bastante peculiar que no sabría definir, pero enganchaba.

“¿Qué va a ser?” me preguntó sonriendo el barman al ver en mi rostro que me había gustado el sitio.

“Pues… Ponme el coctel de la casa. Creo que será mejor que ninguna otra cosa que ya haya probado”.

Mientras me lo preparaba, una tercera persona apareció en el bar. Por un momento pensé que estaba tan confuso por mis propios pensamientos que no le había visto entrar, pero por suerte no fue así, y descubrí que al fondo había un pequeño escenario del que no me había percatado hasta ahora, y esa persona entraba y salía de él desde bastidores. Era un hombre adulto y maduro, pero lo suficientemente joven como para preocuparse aún por su imagen. Llevaba peinado un tupé para lucir su cabello, que se notaba que era teñido porque tenía patillas y éstas ya eran grises, pero lo que más llamaba la atención era su vestimenta. Tenía puesta una camisa con un cuello enorme, y no pude evitar recordar si aquél dicho que cuenta que todos los que tienen un coche grande, una casa grande, o en este caso un tupé y un cuello de camisa grande tienen pequeña otra cosa era verdad. Si no fuera porque su llamativa chaqueta azul celeste me sorprendió aún más, seguro que me habría quedado reflexionando sobre lo anterior. Casi me echo a reír, pero aguante cuando vi que mi coctel ya estaba en la barra.

“Vaya… ¿Tenéis actuaciones por la mañana?” pregunté mientras probaba aquel extraño brebaje.

“Claro que no, pero en algún momento tiene que ensayar, ¿no crees? Siéntete afortunado, vas a poder verle en directo sin pagar entrada”.

“Que honor… – susurré en tono sarcástico –  Ey, ¡esto está que te cagas! ¿Qué lleva?”

“Jaja, pues… Queroseno, – mis ojos se levantaron de la jarra y miraron al barman – gricol propílico, – tragué saliva – endulzantes artificiales, ácido sulfúrico, – agarre con fuerza la jarra – ron, acetona – empecé a temblar – tinte rojo nº 2, scumm, grasa para ejes, ácido para baterías y/o peperoni”.

Sí, había conseguido olvidar lo que me trajo a ese bar, pero ahora había una segunda cosa que quería olvidar, así que aparte un poco la jarra y me di la vuelta cuando vi que el tipo del escenario ya tenía todo preparado para cantar.

“Cualquier cosa será mejor que ese veneno…” pensé.

La melodía de fondo del bar paró de repente, las pocas luces que había se apagaron, y en su lugar unos cuantos focos iluminaron el escenario. Empezó a sonar música country y el tipo del tupé cogió un micrófono y se colocó en el centro del escenario esperando su entrada. El barman estaba limpiando unos vasos, pero cuando se encendieron los focos lo dejó todo para escucharle. Pensé que sería por educación, pero no tardé en ver lo equivocado que estaba.

I see the sparkling little diamond on your hand…
It’s plain to see that you’ve already got a man…
I can tell you’re not about to fall for any on my lines…

I see the Want to in your eyes...

Deep in your smile there’s a quiet, soft desire…
Like the embers of a once raging fire…
You know I could light that fire again
You know it isn’t wise…

I see the Want To in your eyes…

How strong is a band of gold?
It’s strong, enough to hold
When a love has grown cold
And a woman wants a love
Sweet and warm…

How many women just like you have silent schemes?
How many men like me do they sleep whit in their dreams…
You can stay or you can go and although I sympathize…

I see the Want to in your eyes…
I see the Want to in your eyes…

Parecía increíble que aquel mindundi pudiera tener una voz como esa. Cuando me quise dar cuenta, estaba aplaudiendo sólo en el bar y el artista me dio las gracias con una sonrisa. La verdad es que conseguí lo que quería, desconecté, y además sin emborracharme. Eso había que celebrarlo.
“Caña aquí” dije muy contento mientras daba una palmada en la barra.

Sabía que estaba en un bar cualquiera, sentado cerca de ese par de desconocidos, pero a pesar de eso me sentía cómodo. Estuve escuchando las canciones de ese tipo del tupé mientras pedía todas las bebidas que me apetecían. Perdí la noción del tiempo. No sé cuántas horas pasaron, ni cuantas copas me bebí, sólo sé que no tardé en entrar en una nube donde al fin conseguí lo que quería, sentirme bien y olvidarme un poco de todo.

Lo siguiente que recuerdo es al barman despertándome. Al parecer me puse demasiado contento y había bebido hasta que el alcohol me superó. No paraba de disculparme por ese ridículo, traté de dar una propina por las molestias, aunque fuera que se quedara con las vueltas, pero se negó. Mientras miraba de reojo al escenario, ahora vacío y oscuro.

“A propósito, ¿a dónde ha ido el cantante?” pregunté.

“Desconozco la vida de las personas que pasan por aquí una vez cruzan esa puerta, pero estoy seguro de que tú tienes algo mejor que hacer”.

“¿Cómo?”

“Sí, es raro ver jóvenes solitarios a estas horas por aquí. Lo normal es que vengan con amigos, por la noche, y dispuestos a pasarlo bien. No tienes cara de ser un lobo solitario, así que si estás aquí, es que estás huyendo de algo”.

Me había calado. No sé cómo ni con qué intención, pero era así. Ya había conseguido lo que quería, había desconectado, y además de había divertido sin buscarlo. Mi descanso tocaba a su fin.

“Gracias por la bebida. Ah, y por el espectáculo. Ahora he de irme, tengo cosas que hacer”.

Me levanté esperando algún tipo de respuesta, pero el hombre se quedó callado mientras me iba, sonriendo. Cerré la puerta con cuidado, me apoyé en ella, tomé aire un instante y empecé caminar de vuelta con mis compañeros. Habían tenido el detalle de dejarme ir sabiendo lo que nos pasa siempre que nos separamos, era la hora de devolverles el favor.

Pero parece que las cosas no se arreglan con buenas intenciones, ni salen bien sólo por desearlo. Mientras caminaba entre todo el barullo de gente le vi. No entendía qué hacía allí. No entendía por qué apareció ante mí precisamente. No entendía nada salvo que me había costado mucho animarme y su presencia amenazaba mi recién conseguido aumento de estado anímico.

“¿Por qué? – No paraba de preguntarme a mí mismo – ¿Qué hace él aquí? No parece estar buscándonos a nosotros, pues seguro que nos tienen localizados en todo momento y saben dónde estamos. Pero entonces, ¿por qué? – Repetí – ¿A quién o qué busca?”

Prácticamente me lo había cruzado, pero él no me había visto. Eso también me hizo pensar que no nos andaba buscando a nosotros, no creo que sea de los que cometen ese tipo de errores. Me maldije a mí mismo porque tendría que reducir a segundo plano a mis compañeros por segunda vez, pero no me quedaba otra opción que seguirle.

Tenía miedo. Sabía que yo solo no podría con él en un enfrentamiento directo, y tampoco podía avisar a nadie más. La cantidad de gente que había en la calle me proporcionaba una clara ventaja, y pude ir acercándome a él poco a poco, hasta lograr una distancia de seguridad que consideré oportuna. Su blanca sonrisa tan característica por el gran contraste que hacía ver que estaba seguro, que en este momento no se le estaba pasando por la cabeza que entre toda esta multitud pudieran estar siguiéndole.

“Maldito Mesa… – le escuchaba susurrar – Mandarme a mí estos trabajos… Estas cosas debería hacerlas la Teniente Jezabel, no yo. ¿Quién se ha creído que es?”

“Parece que encima está cabreado… – pensé – Bien, eso actuará aún más en mi favor”.

La situación no era para nada buena, pero dentro de lo que cabe, era lo mejor que podía. Por mi cabeza empezaba a rondar la idea de un ataque sorpresa. Tenía una de mis rosas agarradas con fuerza de los nervios y las ganas que tenía de usarla hasta tal punto que me estaba clavando las espinas en la mano y me daba igual. Sin embargo, había demasiada gente alrededor, así que tuve que reprimir mis ansias de violencia.

Por un momento pensé que sólo estaba de visita y que no perseguía a nadie, porque entró en el centro comercial más grande de la ciudad. Cada vez entendía menos lo que estaba pasando, no me entraba en la cabeza qué podía encontrar de interés él allí. Era una rascacielos enorme, si pretendía encontrar algo ahí, desde luego lo tenía muy difícil.

Entró sin vacilar y empezó a subir plantas por las escaleras. No entiendo por qué no utilizaba el ascensor, pero eso me permitió seguirle sin perderle de vista. Cuando llevaba 50 plantas empecé a acordarme de toda su familia y a olvidarme un poco de lo peligroso que era que estuviera allí. Por suerte para él y para mí se detuvo en la planta 52, que curiosamente era dedicada íntegramente a moda femenina.

“Pensemos un poco… Estaba cabreado con Mesa porque le había mandado aquí, y también ha dicho que esto debía hacerlo la Teniente Jezabel. Si a eso le sumamos que se ha metido en una planta de moda femenina… ¡¡¡No me digas que a lo que ha venido es a comprarle ropa interior a la Teniente!!! ¡¡No puede ser!! ¡¡Para eso tanto rollo!!”

Después de montarme mis películas, advertí que se había quedado parado en el mismo sitio unos segundos, mirando a su alrededor. Pensé que me había descubierto, pues empezaba a llamar la atención. Toda la planta estaba llena de mujeres viendo y comprando ropa, además todas vestían más menos del mismo estilo, todas eran guapas, altas y delgadas, ¡y la mayoría rubias! O por lo menos con pelo claro… Los pocos hombres que había allí eran los típicos novios pringaos que les utilizaban como perchero.

“Me ha descubierto…” le escuché decir.

“¿Descubierto? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Qué está pasando? ¿Hablará de mí? Si me ataca aquí, pondré en peligro a toda esta gente…”

No fue así, se limitó a seguir caminando por la planta, ahora un poco más rápido. Ahora sí que daba la impresión de estar buscando a alguien, pero por más que buscaba yo también, no encontraba a nadie que llamase la atención entre tantas féminas. Si quisiera ligar, a mí me valdría cualquiera, no tenía que pensárselo tanto. Finalmente volvió a pararse y a mirar a su alrededor. Parecía que había perdido a su objetivo, y volvió a subir escaleras otra vez.

Ya arriba del todo, pues a partir de la planta 100 dejé de fijarme en el cartel, vi como subía a la azotea desde la escalera del último piso. A partir de ahí ya no había nadie por los alrededores, y si iba detrás me descubriría, así que salté desde la ventana más cercana y subí de un salto rápidamente, evitando volar para que no me detectara. Una vez arriba me oculté en un lugar que me proporcionara una buena vista de todo, y al mirar hacia la terraza la vi.

“No eres muy bueno ocultándote – dijo ella – Esos deseos de violencia te delatan a kilómetros de distancia. Cualquiera con dos dedos de frente te encontraría incluso de noche y en mitad de un concierto”.

“Me daba igual que me detectaras, mi única preocupación era que no huyeras. Gracias por no hacerlo. Entonces, ¿tú eres Mireia?”

“Sí. Y me gustaría saber quién eres tú o quién te crees que eres para interrumpirme cuando estaba comprando tranquilamente sin hacer daño a nadie”.

“Puedes llamarme el Caballero Negro”.

“Menos mal que Jonyo no está aquí… Espero que se quede en el barco y no venga, o las cosas sí que van a empeorar…”

“¿El Caballero Negro? No me suenas de nada, y tampoco me importa. Parece que no me vas a dejar irme como si nada así que tendré que quitarte de en medio”.

“Has acertado – dijo Blackron desenfundando su espada negra – Tus jueguecitos han dejado de hacer gracia a mis superiores, y hay que cortarte las alas antes de que te vuelvas un verdadero peligro. Pero que conste… Esto no es personal”.

“Oh, que detalle tu explicación… Como si eso cambiara algo las cosas”.

“¿Piensan luchar aquí? ¿Es que a ninguno de los dos les importa que los alrededores estén llenos de gente? Esta azotea es grande, pero cualquiera de esos dos tiene poder suficiente para reventar todo lo que tienen a su alrededor y mucho más. Ahora sí que tengo un problema…”

“¡¡Vamos!! – Gritó con fuerza –  ¡¡Acabaré contigo y después él será el siguiente!!”





Curiosidades de Los Caballeros!!! (NUEVO) xD

Como escribir las Guía es un suicidio, y además no la leería ni Peter, las curiosidades más destacadas de cada capítulo, en caso de haberlas, os las dejaré aquí, debajo, para que se vean después de haberlo leído, que si no que gracia tiene... xD

Canción de fondo del Bar Scumm


Canción vocal que aparece en el capítulo: I see the Want To in Your Eyes, by Conway Twitty


Os dejo el link nada más, porque tiene la inserción desactivada, vamos que no lo puedo poner.

3 comentarios:

Jon dijo...

No ha estado mal el capitulo quizas mucha descripción y charla para si mismo, pero todo tenía su finalidad que era para que se encontrase al final con el caballero negro jeje.
y daban la impresión de que iban a romper al sentarte.( de que se iban)
y además de había divertido sin buscarlo(me había divertido)
Un saludo a todos
P.D Peter a lo mejor no leería la guía pero yo si, te lo digo para que recuperes un poco el animo que según cuentas no andas sobrado en estos momentos

Anónimo dijo...

Soy Dani. No me deja meterme en mi cuenta.

Opino igual que Jon, mucha descripción, pero merece la pena. Siento el retraso... con lo que yo he sido escribiendo comentarios... jejeje, animo Ruben que no decaiga el animo,eh? A ver si voy a tener que ir yo y empezar con las conversaciones del piti de y media xD. Un saludete

Anónimo dijo...

whats up everyone


just registered and put on my todo list


hopefully this is just what im looking for, looks like i have a lot to read.