domingo, 9 de septiembre de 2007

Episodio LII

Poco que decir, q cambio eh?? De uno cada dos semanas a dos por semana xD Pues eso, al lío

Título: N/A

Tamaño: 9'4

Dedicado a: N/A

Episodio LII

E

mpezaba a caer la tarde. Los caballeros estaban ya a las afueras del pueblo siguiendo la dirección en la que se ponía el sol. Atrás quedaban los sentimientos y recuerdos que hasta ahora les impedían cumplir su cometido, hacia el que ahora avanzaban sin dudar.

“Genial, esta mañana una tormenta y ahora el sol de cara – dijo Jonyo – Vaya suerte tenemos”.

“No te quejes que al menos tú te has dado una ducha” contestó Gabriel.

“Porque tú no te machaste de sangre al recoger a Arturo ni el dragón te revolcó por la arena, los ataques a larga distancia son muy cómodos, a ver si me especializo en ellos…”

“Es cierto, el dragón – preguntó Arturo – ¿Qué pasó con él?”

“Se lo cargó aquí el colega. Va de blando, pero cuando quiere reparte más que nosotros”.

“No me lo cargué, lo dejé incapacitado para continuar combatiendo”.

“¿Y te crees que habrá sobrevivido en el estado que le dejaste?”

“Por supuesto”.

Todos rieron.

“¿Se puede saber qué le pasó?” preguntó Arturo ya con bastante curiosidad.

“Luego pide cita y alomejor te lo enseña”.

“Graciosos…” susurró Gabriel.

“Ey, Shin, ¿estás seguro de venir con nosotros? – preguntó Fidel – ¿Podrás quitarle la vida a uno de los tuyos si es necesario? ¿O consentirás que lo hagamos nosotros?”

“Aquí cada uno tiene una misión. Vosotros os ocuparéis de vuestro compañero, de Miss Jewel y del Capitán, yo me encargaré de mi pueblo”.

“Que bien pensado lo tienes ya todo…”

“Es la única forma de evitar una desgracia. Si alguien ha de quitarle la vida a vuestro compañero, sois vosotros y nadie más, y si alguien ha de quitarle la vida a mi gente, soy yo. No hay más que hablar”.

Jonyo se detuvo de repente con una expresión de asco en su rostro.

“¿Pasa algo?” preguntó Gabriel.

“¿No oléis nada raro?”

“No, todo está en su sitio. Yo huelo a rosas, y tú hueles a rayos, jajaja”.

“Vale, ya me has devuelto lo de antes. Ahora en serio, huelo algo raro”.

“Ahora que lo dices – dijo Fidel – si que capto un olor apestoso”.

“Jijiji, ¿os gusta el aroma de mi aliento? – dijo una voz – Lo esparcí por toda la zona especialmente para vosotros. Es mi combinado especial de pescado caducado y comida rápida”.

“Así que eras tú – dijo Jonyo con la mano sobre la nariz – No estaba equivocado”.

Wancho saltó de la rama de un árbol y cayó en medio de todos los caballeros, quienes dieron un paso atrás mientras trataban de disipar el mal olor abanicándose con la mano.

“De aquí no pasáis. Os mataré y me ganaré el reconocimiento de Miss Jewel, ¡¡¡WAJAJAJA!!!”

“Todos no nos vamos a quedar aquí para encargarnos de él – dijo Arturo – con dos personas es suficiente, incluso una”.

“¡Yo lo haré! – exclamó Shin – ¡Es de mi pueblo y es mi deber! ¡Ya lo dije antes!”

“¡No! ¡Déjamelo a mí! – exclamó Fidel – Tengo asuntos pendientes con él. Me echó el aliento a la cara y además me tiró al portal”.

“Si no recuerdo mal el español se hizo lengua oficial en el mundo hace mucho tiempo, ¿no? Pues parece que hablo en otro idioma, porque nadie me hace caso”.

“No te preocupes, no le mataré. Además, tienes que ocuparte de cosas más importantes”.

“Pero…”

“¡Iros ya! ¡Os alcanzaré enseguida! No creo que me lleve más de cinco minutos acabar con él”.

“De aquí no se va nadie…” dijo Wancho y empezó a cargar aire en los pulmones.

Fidel se adelantó, desenvainó su espada y posó la punta sobre la lengua de Wancho, manteniendo las distancias en la medida de lo posible.

“Tú echa el aliento otra vez y te atravieso la garganta con la espada aunque muera asfixiado después”.

“Va… vale” balbuceó su contrincante.

“¡Ahora iros de una vez!”

Por un momento, todos le miraron dudando.

“¡Vamos!”

“¡En diez minutos te quiero ver de nuevo con nosotros!” exclamó Jonyo.

“¡Eso sería tardar!”

“Más te vale – dijo Gabriel – Si tardas más te toca fregar el barco”.

“Trato hecho” contestó y todos se fueron.

Una vez estuvo todo despejado, retiró la espada de la lengua de su oponente y se retrasó unos pasos.

“¡Empecemos a jugar!”

El Capitán Lardo, deseoso de librarse de Miss Jewel aunque fuera por un segundo, salió de la choza con un sigilo que ni el zorro más hambriento pudiera mantener para cazar a su presa.

“Bien, así… Ya casi estoy… Por fin podré salir a visitar el pueblo, he oído que hay mujeres preciosas…”

Agarró el pomo de la puerta con extremó cuidado y lo fue girando poco a poco para no despertar a Miss Jewel de su siesta matutina.

“¡Mi Señora! ¡¡Mi Señora!!” gritó alguien desde el otro lado de la puerta.

Miss Jewel se despertó y los esfuerzos del Capitán por escapar fueron en vano. En un intento por aparentar normalidad, abrió la puerta con una sonrisa.

“¿Sí? Miss Jewel está durmiendo, si no la has despertado ya. Si eso, puedes decirme a mí lo que quieres y yo…”

¡Mi Señora! – volvió a gritar haciendo caso omiso del Capitán – ¡Salga, por favor!”

“Ya voy ya voy… Por favor, que estrés, una no puede ya ni dormir la siesta…”

Se quitó el antifaz que usaba para conciliar mejor el sueño y se vistió con una bata para taparse las vergüenzas.

“Dime…” dijo al llegar a la puerta.

“Oh, Mi Señora, como cambia usted cuando está sin maquillar”

“¿Me estás llamando fea?”

“No, no, Mi Señora. Ha interpretado usted mal mi atrevimiento. Me refería a que no entiendo porque se maquilla, siendo su belleza tan magnífica”.

“Entonces vale, ahora dime, ¿han aparecido ya esos dos?”

“No, pero tenemos indicios de que han ido a encontrarse con esos caballeros. Han dejado sus huellas en el barro con la tormenta de esta mañana y van en dirección al pueblo”.

“Más vale que tengan una buena explicación para esta escapada, pero por si acaso ve preparando el altar de sacrificios. ¿Y de la princesa qué sabes?”

“Sigue en estado de shock post-traumático. No come, no habla, vamos, igual que antes, salvo una pequeña novedad”

“¿Novedad? ¿Qué Novedad?”

“Que ahora sí se le nota la falta de alimento, tiene mala cara y ha dejado de sonreír como antes”.

“Jejeje, así me gusta, parece que le hemos cortado el grifo. Pronto hablará, y si no lo hace pronto, otra sesión de sacrificios la rematará. Mantenme informada”.

“¡Sí, Mi Señora!” exclamó y ella cerró la puerta.

“¿Y tú? ¿Qué haces aquí?” le preguntó al Capitán Lardo, de cuya presencia no había percatado hasta entonces.

“¿Yo? Vine a abrirle” dijo y volvió hacía el interior de la choza.

Los caballeros llevaban ya un rato avanzando y Shin aún no estaba convencido de lo que había hecho. Aunque había otra persona que no dejaba de mirar atrás a parte de él.

“Tal vez no haya sido buena idea dejar a Fidel sólo contra ese tipejo”.

“¿Por qué lo dices, Jonyo?” preguntó Gabriel.

“Tranquilo, yo derribé a ese tipo de un golpe antes de entrar en el portal – dijo Arturo – Fidel no tendrá ningún problema”.

“Mmmmmmm, es que le notaba distinto”.

“¿Distinto?”

“Sí, como si ocultara algo. Si no os importa, preferiría regresar atrás y echar una ojeada”.

“Ey, nosotros dos solos no podremos con Reik y El Capitán Lardo” dijo Gabriel.

“Lo sé, pero tengo un mal presentimiento. De todas formas, en caso de que tengáis razón y no ocurra nada, volvería con él enseguida”.

“Supongo que no tenemos elección. Ve, pero regresad pronto”.

“En siete minutos estaremos los dos aquí, seguro que son sólo imaginaciones mías” dijo sonriendo, dio la vuelta y se fue.

Poco a poco, fue abriendo los ojos hasta despertar. Estaba confusa, no sabía qué había ocurrido ni donde estaba, lo único que parecía claro era que no había muerto. No recordaba nada de lo ocurrido desde el momento en que se desmayó, así que decidió investigar un poco. Se bajo de la extraña camilla en la que había despertado, cogió sus efectos personales y se lanzó a la aventura. Fue cautelosa, ante la enorme posibilidad de que el lugar en el que se encontraba estuviera habitado. Salió de la habitación en silencio y avanzó por un estrecho y oscuro pasillo. De camino topó con una ventana y vio la luna parcialmente tapada por nubes que estaban disipándose, como si acabara de llover. El suelo embarrado y con algunos charcos confirmó su teoría. La última vez que recordaba haber visto el cielo, estaba despejado, por lo que tampoco podía calcular cuanto tiempo había permanecido sin sentido. Aclarado este punto, continuó avanzando. El otro lado del pasillo conectaba con una habitación de la que salía luz, abrió la puerta y entró con cuidado. La habitación estaba vacía pero había una lámpara encendida.

“Es una casa… ¿fantasma?” pensó.

De pronto notó que algo le tocaba en el hombro y se estremeció.

“Vaya, que bien que ya te has despertado” susurró una voz.

Al escuchar aquello pegó un grito y volvió a desmayarse.

“Enfermera, ¡tráeme un abanico o algo parecido! ¡Qué se nos ha vuelto a desmayar la chica!”

“¡Voy, doctora!”

A los pocos minutos se despertó de nuevo. La doctora y la enfermera estaban delante suya dándole un poco de aire con un abanico.

“¿Estás mejor?” preguntó la doctora al verla abrir los ojos.

“¿Dónde estoy? ¿Quiénes sois?”

“Tranquila, estás en un Centro de Salud. Yo soy la doctora al cargo y ella es mi ayudante, la enfermera”.

“¿Y acostumbran a tratar así a todos sus pacientes?”

“Jajaja, lo siento si te he asustado antes, no era mi intención”.

“¿Cómo he llegado aquí?”

“Te trajeron los caballeros. Concretamente, Gabriel, el caballero de la rosa. Los demás no mostraban demasiada simpatía hacia tu persona”.

“Es cierto, ya recuerdo – dijo ella, como si el oír esas palabras la hubiera hecho reaccionar – Pero no sé nada de lo ocurrido desde que me desmayé por el Eau de Toilette, así que tendrás que ponerme al día”.

“Yo sólo sé lo que escuché de los caballeros cuando hablaban entre ellos, tendrás que ayudarme a recomponer los hechos”.

“¡Adelante!”

Los caballeros continuaban avanzando, esta vez por una playa, claramente desviados de la dirección inicial.

“¿Se puede saber por qué vamos por aquí? – preguntó Peter algo molesto – Estamos dando un rodeo de narices”.

“Ya te lo he dicho antes – explicó Shin – El bosque de noche es una invitación para una emboscada. Es más que probable que ella sepa que vamos hacia allí. Si no explícame cómo es que ha aparecido Wancho de repente. Si dando un pequeño rodeo evitamos que le salgan las cosas bien, merecerá la pena”.

“Vaya, no esperaba que pasarais por aquí” dijo una voz.

Bill estaba sentado en un arrecife unos metros más adelante, mirando las estrellas, cuando vio aparecer a los dos caballeros, a Shin y a Peter, quienes se detuvieron al momento.

“Con que así evitábamos una emboscada, ¿eh?”

“Bueno, una persona sola no es una emboscada”.

“Wancho me dijo que saliéramos a buscaros, pero la verdad es que yo no tenía la menor intención, así que me fui a dar una vuelta en otra dirección y para mi sorpresa, os cruzáis en mi camino. Puede que sea cosa del destino, aunque no creo en esas cosas. De todas formas no importa. Estamos aquí reunidos, así que habrá que arreglar cuentas”.

“Será un placer” dijo Arturo desenvainando la espada.

“¡No! ¡Esta vez si que no! – gritó Shin – ¡Ahora seré yo quien se encargue del asunto! ¡Ya está bien de ceder las responsabilidades a los demás! ¡Vosotros iros a por vuestro objetivo, ya os alcanzaré después!”

“Vale, vale, como quieras – dijo Gabriel – no hace falta que te pongas así, jeje”.

“Suerte” dijo Arturo.

“¿Recordáis el camino?”

“Sí, no te preocupes, recuerdo por donde nos guió la paloma la otra vez”.

“Está bien. Ahora, ¡marchaos!”

Arturo, Gabriel Y Peter se fueron lentamente hacia el interior de la isla hasta que los dos combatientes que dejaron en la playa no eran más que dos puntos en el horizonte.

“Está claro que esa mujer ya sabe que vamos para allá – dijo el caballero de la rosa – ¿qué tal si nos dejamos de chiquilladas y vamos de frente y rápido?”

“Estoy de acuerdo” contestó Arturo y ambos salieron volando a toda velocidad.

“¡Eh! ¡Esperad! – gritaba Peter – ¡Que yo no puedo volar tan rápido!”

A pesar de la distancia, el viento producido por el despegue de los dos caballeros llegó hasta la playa.

“Joder que caña” pensó Shin al sentir el viento.

En el Centro de Salud, la conversación continuaba.

“Bueno, pues parece que entre las dos hemos recreado los últimos acontecimientos”.

“Bien, eso significa que debía llevar unas 17 horas sin sentido, mmmmm, un tiempo precioso tirado a la basura. Será mejor que me vaya”.

“¿Irte? ¿A dónde?”

“Me están esperando. He de ir a ver a una persona”.

La doctora se quedó pensativa unos segundos mientras veía alejarse a la chica. Por un momento pareció convencida de su decisión y se quedó sentada. Sin embargo, al oír el ruido de la puerta cerrarse se arrepintió y salió corriendo hacia la puerta.

“¡Espera!”

Mireia no había salido volando todavía de allí de casualidad, y se giró al escuchar el grito de la doctora.

“¿Ocurre algo?”

“Lo siento, se me ha olvidado… preguntarte una cosa”.

Fidel y Wancho se miraban el uno al otro sonriendo, como si cada uno estuviese convencido de que obtendría una victoria rápida.

“Antes de salir del pueblo – dijo Fidel – yo ya venía con la idea de enfrentarme a ti. Por lo que cogí prestado un objeto de tendedero de casa de la doctora”.

Se metió la mano en el bolsillo, sacó una pinza de la ropa y se la enganchó en la nariz.

“Una simple pinza no podrá con mi poderoso aliento”.

“¡Ya lo veremos!”

Fidel se lanzó, seguro de sí mismo, de frente, hacia Wancho. Cuando se acercó lo suficiente, Wancho echó su aliento sin dudar, abordando al caballero de la tierra en un horrendo hedor. Sin embargo, esto no le detuvo, continuó avanzando hasta alcanzarle y le dio un puñetazo en la mandíbula que le revolcó varias veces por el suelo.

“¡Zas! ¡En toda la boca!”

Algo aturdido todavía por el golpe, se levantó mientras escupía algo de sangre por los alrededores.

“¿Cómo ha podido pasar? Una simple pinza no cierra herméticamente las fosas nasales”.

“Cierto, pero ésta no es una simple pinza. Está inundada por el olor del suavizante que usa la doctora para lavar su ropa. De tanto sujetar ropa limpia y con buen olor, se le ha quedado a la pinza también. De ese modo, el poco olor que entra por mi nariz es el agradable frescor del suavizante, que además contrarresta tu aliento”.

“Buah, no es para tanto, basta con quitártela de la nariz para que caigas bajo mis poderes, y no es tarea difícil”.

Se dio la vuelta, colocándose de espaldas y agachado, con el culo en pompa.

“¡Ahí van! – exclamó – ¡Pedos Atómicos!”

Un par de proyectiles gaseosos salieron de su recto y avanzaron hacia el caballero.

“Creo que ya empiezo a comprender tu juego. Esas dos ventosidades sin duda deben estar lo suficientemente comprimidas para causar tanto o daño o más que un puñetazo, ¿me equivoco? Sin embargo has calculado mal, un puñetazo tuyo no me haría ni el más mínimo daño, y mucho menos eso, los detendré con una sola mano”.

Extendió el brazo con total confianza y para dar un mayor énfasis a la situación incluso se permitió el lujo de mirar hacia otro lado. Los proyectiles impactaron de lleno contra él y al instante explotaron. Al ser dos de golpe, los daños se multiplicaron. El caballero salió disparado hacia el cielo y la pinza también se perdió en alguna dirección. Apenas era capaz de mantenerse consciente, le silbaban los oídos y no sentía ninguna parte del cuerpo. No tardó en empezar a caer, pues la explosión no fue capaz de lanzarle muy alto. Las ramas de unos árboles amortiguaron su caída y terminó en el suelo boca arriba.

“Vaya, fue demasiado fácil”.

En el campamento de Miss Jewel, los solados sin cualificación hacían guardia como de costumbre, a la entrada del lugar.

“¿Qué hay de cena esta noche?” le preguntó uno a otro.

“Creo que los cadáveres de los sacrificios de esta mañana” contestó el otro.

“En serio…”

“Y yo que sé, ve a preguntar a la cocina”.

“Desde luego, eres más borde…”.

Algo interrumpió su conversación. De pronto empezaron a oír un suave viento que se acercaba cada vez más. Se giraron en la dirección de la que provenía el sonido y pudieron distinguir dos figuras en el horizonte.

“Eh, algo viene…”

Eran Arturo y Gabriel, que volaban a toda velocidad hacia ellos.

“Son… son… ¡Son los caballeros! ¡Alerta Máxima!”

No les dio tiempo a más. Arturo y Gabriel llegaron en un instante y les dejaron fuera de combate de un golpe, evitando la alarma general.

“Dos menos” dijo Arturo.

“Bien, sigamos adelante”.

Se escondieron detrás de unos árboles y vieron pasar a más guardias patrullando la zona con tan poca motivación como los dos anteriores.

“Estos son míos”.

Gabriel sacó un par de rosas turquesa y las lanzó contra los dos guardianes, quienes se quedaron dormidos al instante.

“No hay por qué desperdiciar vidas”.

“Tú nunca cambias, ¿eh?”

“No” contestó sonriendo.

“Bien, sigamos así. Si cuando estemos enfrentándonos a Reik o al Capitán Lardo hay gente cerca puede haber una tragedia, mejor derribar unos cuantos primero”.

“Por ahí vienen más. Escondámonos” dijo Gabriel y saltaron hacia un árbol cercano.

“No parece que nos estén esperando”.

“Mejor, así ahorramos fuerzas para después”.

“En tres vamos a por esos dos…”

“¡Tres!” exclamó Arturo, saltó y los dejó fuera de combate de una patada.

“Ey, eso es trampa”.

En medio del bosque, Peter también avanzaba, a su ritmo, hacia el escondite de Miss Jewel.

“Esta… ¡Os la guardo!”



PD: la mala de las rosas y los rayos se me ocurrió sobre la marcha, no dejéis de leer por ello xD

5 comentarios:

Anónimo dijo...

muy weno bueno tio sigue asi y espero cn ansia el siguiente

wancho

Anónimo dijo...

jaja me ha hecho gracia lo de las rosas y los rayos pero he de reconocer que tienes razon ha sido mala y que aun asi no te vamos a dejar de leer,tambien te tengo que reconocer que estos dos ultimos capitulos han estado muy bien y me encantan los capitulos de historia tanto como los de lucha sigue asiy ahora los fallos
Porque tú no te machaste de sangre (manchaste)
“Luego pide cita y alomejor te lo enseña(a lo mejor)
lo suficientemente comprimidas para causar tanto o daño o más que un puñetazo(tanto daño)
Un saludo a todos

Azure dijo...

All Corrected ^^

Anónimo dijo...

UUUOOO, ya empieza lo interesante de la historia!!! Esta saga se me ha hecho un poco larga la verdad (¿será que te ha influido cierta saga de más de 100 episodios de alguna serie? xD)

Espero que no tardes en escribir el siguiente.

P.D: Sorry por tardar tanto en escribir el comentario ^^'

Anónimo dijo...

algunas kosas ke me ubieran gustao aora no me akuerdo pro abia una, el dragon podrian aberlo exa komo una maskota o algo asi ke de eso no tienen los kaballeros ningun animalito de kompañia ni nada, y kreo ke podria dar bastante juego a la ora de eskribir y poner en marxa tu imaginacion
viene ya la petarda esta del kurso de administracion asi ke tengo ke ir cerrando, nos vemos en el proximo, mu wenos los kapitulso
un saludito a tos
***SUSO***