domingo, 24 de octubre de 2010

Episodio CXV

Curiosamente he visto a Mireia esta semana, que estaba terminando este capítulo, lo que me recuerda que todavía no he hecho la recogida de firmas de Más Allá de Los Caballeros xD

Título: N/A

Tamaño: 7'5

Dedicado a: N/A



Episodio CXV

Bueno, – dijo el Caballero Negro alzando una mano y señalando al cielo –  no quiero que nadie nos moleste, así que…”

La turbia cima filtrándose
en un insolente recipiente de locura
Hirviendo, negando, nublando
y obstruyendo el sueño.
La princesa de hierro se arrastra
La muñeca de barro se desintegra
¡Unión! ¡Separación!
Llenando la tierra
conoce tu propia impotencia
¡Ataúd Negro!

Según iba recitando el hechizo, un campo de energía negro con forma cúbica se iba formando a nuestro alrededor, aislándonos completamente a los tres. Todo se cubría de oscuridad ante la perpleja mirada de Mireia y mía. Creía que su estrategia en esta ocasión consista en luchar en la oscuridad, pero por suerte para todos no era así. Misteriosamente, cuando el cubo se completó, la pared interior se volvió transparente, dejando ver la luz del sol y todo el exterior como si no hubiese pasado nada. Sin embargo, sabía que la barrera no había desaparecido, que seguía ahí, por una razón muy sencilla. Seguíamos aislados. Antes podía oír el ajetreo de la ciudad, el ruido del centro comercial, el motor de los aerodeslizadores, las risas de la gente; ahora todo había quedado en silencio. Tampoco podía sentir la más mínima energía por más que me esforzara. Lo único que no sabía era si desde fuera podían vernos o no, aunque tomando en consideración las palabras del Caballero Negro, lo más probable es que fuera que no. A pesar de que me haba separado voluntariamente del grupo, después de ver en lo que me había metido, empezaba desear que alguien me encontrara, pero si yo no podía sentir la energía de nadie, mucho me temía que nadie pudiera localizarme a mí. Así que sólo me quedaba observar.

El Caballero Negro comenzó a liberar energía tratando de intimidar a su adversario. Un aura negra comenzó a rodearle mientras gritaba y se le marcaban las venas en la frente. Ella le miraba con arrogancia y mantenía firme su indiferencia. No obstante, no sé hasta qué punto era consciente de la situación en la que se encontraba. Aunque era una persona que consiguió asestar un golpe a Mesa pillándole desprevenido, había sido derrotada por Reik cuando estaba poseído. No creo que tenga nivel para enfrentarse a un Caballero Negro en posesión de tres elementos oscuros. Ahora que caigo… ¡Es cierto! ¡El fuego negro! Si la alcanza con eso se acabó. Esperemos que no llegue a usarlo.

Al fin comenzó la batalla. El Caballero tomó la iniciativa y se lanzó a por ella sin haber desenvainado su espada siquiera. Parece que pensaba que no necesitaría usar ni su espada para terminar con eso. Ella le esperó casi sin moverse, tan solo extendió levemente el brazo derecho e hizo un gesto extraño con la mano. Iba a utilizar lo mismo que con Reik, piensa desviar el ataque del Caballero Negro y aprovecharse de esa misma fuerza para atacarle, a ver si funciona.

Tal como intuía, el Caballero Negro no creía necesitar su espada en este encuentro. Su musculado puño fue suficiente para inhabilitar las intenciones de Mireia, sino que además de rechazar su defensa también consiguió darle un primer golpe, aunque fuera en el brazo. Sorprendida ella, no yo, al ver inútil su intento, saltó para evitar un segundo ataque de su adversario, a la vez que se masajeaba el brazo para mitigar el dolor. De pronto se paró en seco, el Caballero Negro la había agarrado de la pierna, impidiéndola escapar.

“¿A dónde crees que vas, preciosa?”

“¡Suéltame!” gritó ella.

Trató de darle un taconazo en la frente, con la pierna que le quedaba libre, y en efecto se lo dio, pero en vez de conseguir abrir la cabeza del Caballero Negro, consiguió que se rompiera el tacón con el impacto. Aunque frustrado, el intento de ataque sirvió para violentar aún más a Blackron, que la contestó tirando hacia abajo y estrellándola contra el suelo. No contento, continuó ensañándose con ella, pateándole las costillas sin ningún miramiento. El primer impacto la pilló desprevenida y la dio de lleno, contra el segundo consiguió cubrirse con un brazo, y antes del tercero escapó rodando por el suelo. Se detuvo para levantarse pero él se lo impidió pisándole la espalda. En el suelo vio la sombra de la otra pierna acercándose a su cabeza y logró evitar el segundo ataque apartando la cabeza unos centímetros. El pie se incrustó tanto en el suelo de hormigón de aquella azotea que el Caballero Negro quedó atascado por un momento. Mireia aprovechó para atacar, pero su adversario rápidamente creó una bola de energía y la hizo estallar en el suelo para poder sacar el pie. Una nube de humo rodeó a los dos durante unos segundos y no pude ver nada mientras tanto. Escuché un par de impactos y luego el cuerpo de Mireia salió disparada hacia el cielo sin explicación aparente. Un segundo después, el Caballero Negro salió de la humareda de un salto, pero no con la suficiente velocidad como para alcanzar a Mireia y seguir golpeándola. Ella seguía alejándose sin control y yo no me daba cuenta de por qué. Cuando ocurrió caí en el motivo. Era porque no estaba ahí, no estaba a la vista. El cuerpo de Mireia avanzó hasta dar contra la pared interior del Ataúd Negro, que la rechazó de nuevo hacia dentro, en la misma dirección que venía. Fue entonces cuando el Caballero Negro aprovechó para rematarla. Ella vio venir el golpe de su adversario, y consiguió bloquearlo poniendo su mano en la trayectoria del puño de Blackron, pero no le sirvió de nada. Él continuó su ataque, hundiendo tanto su puño como el bloqueo de ella en su estómago, arrastrándola hasta el suelo, donde primero chocó su espalda, y después, de rebote, la cabeza. Tras ese último impacto, el Caballero Negro cesó su ofensiva y Mireia se quedó unos segundos tirada en el suelo, recuperándose.

“¿Acabo de empezar y ya no puedes ni levantarte? Que decepción, ¿y se supone que tú eres un peligro?”

Mireia se levantó de golpe y lanzó una bola de fuego que el Caballero Negro no se molestó en esquivar. Al impactar contra él, explotó en una nube de fuego, que pareció haber tragado al Caballero Negro. Sin embargo, desde el interior aparecieron un montón de llamas negras que devoraron el fuego normal y después desaparecieron, dejando a Blackron a la vista de nuevo.

“Me habían hablado de esto, de que tenías algún conocimiento básico de cada elemento, pero creo que básico se queda corto. No creo que Arturo pudiera hacer un ataque tan débil ni si quiera proponiéndoselo en serio”.

“¡Cállate!” gritó ella y le lanzó un bloque de hielo.

Podría haberlo derretido con llamas negras de nuevo, pero eso habría hecho creernos que dependía de ellas para cubrirse, así que se lanzó a por el bloque y de un puñetazo lo convirtió en centenares de cubitos que se esparcieron por los alrededores.

“Que fresquito…” susurró mientras continuaba avanzando.

Ella no se rindió, y su tercera opción fue lanzarle algunos rayos para frenar su avance.

“Me haces cosquillas, pero no tengo tiempo para seguir jugando contigo”.

Para quitarle las ganas de seguir lanzando ataques inútiles a distancia, el Caballero Negro lanzó una onda lo suficientemente grande como para que tuviera que esquivarla. Mireia vio las intenciones de su adversario, y trató de contrarrestar el ataque con una onda propia, pero lo único que consiguió fue perder parte de su energía y unos segundos en los que la onda del Caballero Negro se acercó aún más y sólo pudo evitarla saltando.

“¡Caíste!” escuché exclamar al Caballero Negro.

Cuando Mireia la onda pasó de largo a Mireia y dejó ver el suelo de nuevo, pudo ver la sombra del Caballero Negro acechando. Se giró lo más rápido que pudo pero no pudo evitar que Blackron le propinara una patada en la nuca y la catapultara de nuevo sin ningún control, o eso creía yo. La onda que había lanzado antes, llegó hasta la pared interior de la barrera, que en vez de neutralizarla, la rechazó hacia dentro justo en la dirección por la que venía Mireia. Cuando el destello negro de la onda le hizo darse cuenta, ya era demasiado tarde, y sólo pudo cubrirse de mala manera, reduciendo ligeramente los daños. Tras una pequeña explosión, pues la onda ya debía estar más que debilitada de tanto recorrido, el cuerpo de Mireia cayó al suelo de nuevo.

“La está destrozando, tengo que intervenir… – pensé mientras agarraba la empuñadura de mi espada – Pero tengo un problema… Si intervengo ella rechazará mi ayuda y quedaré al descubierto para nada. He de esperar a que pierda el conocimiento si no quiero que mis esfuerzos sean en vano. La duda es si caerá inconsciente primero o si la matará con ese mismo golpe”.

“No me parece bien seguir aplastando a una cría como tú de esta forma. Tengo mejores métodos para estos casos”.

Extendió el brazo y proyectó un chorro de agua negra hacia ella. Sin embargo al verlo, ella, haciendo un esfuerzo, recuperó un poco de agilidad y evitó el chorro tirándose hacia un lado. Después dio una vuelta en el aire y así consiguió caer de pie.

“No pensarás que voy a dejar que toques mi ropa nueva con esa agua tan sucia”.

“¿Pretendes hacerme creer que después de haber recibido tantos golpes has empezado a esquivar mis ataques sólo para no ensuciarte la ropa? ¡¿Estarás de broma?!”

El Caballero Negro continuó tratando de utilizar el agua negra contra Mireia, proyectando chorros contra ella de todas las formas posibles, pero continuaba esquivándolos todos. Blackron empezó a ponerse nervioso, y en vez de concentrarse en hacer mejor sus ataques, comenzó a desesperarse por alcanzarla como algo personal, reduciendo su puntería y dejando puntos abiertos. Ella se dio cuenta enseguida y según esquivaba iba avanzando hacia él.

“Joder, parezco tonto” dijo en voz alta y por un momento me reí en un momento así.

Mireia ya había abierto un camino hacia él. Por primera vez la situación parecía inclinarse a su favor. El Caballero Negro todavía no se había desecho de sus últimos ataques de agua negra fallidos, y no le daba tiempo ni a redirigirlos ni a preparar algo nuevo. El puño de Mireia se acercaba sin remedio, estaba a punto de golpear a Blackron, cuando un torbellino de viento negro que giraba a gran velocidad le rodeó, protegiéndole del exterior. Mireia estaba demasiado cerca para detener el ataque y al chocar contra el viento negro se torció la muñeca. Mientras se retorcía de dolor, Blackron retiró el torbellino de viento negro y sonrió para acentuar su posición dominante.

“Hay una cosa que no entiendo – pensaba mientras no perdía detalle de la batalla – ¿Por qué ella no usa su espada? Con la energía que debe tener acumulada ya ahí dentro debería ser más que suficiente para hacerle daños importantes al Caballero Negro, sino lo mata, claro. Pero no lo hace, ni siquiera ha desenvainado, ¿tendrá el mismo motivo que yo?”

Aprovechando la cercanía del momento y un descuido de Mireia, Blackron alzó el brazo y la cogió del cuello. Ella trató desesperadamente de quitarle la mano, dando golpes al brazo, retorciéndole los dedos e incluso dando patadas al resto de su cuerpo, pero los músculos del Caballero Negro permanecieron impasibles. Estaba ahogándola sin que ella pudiera hacer nada y aun así no llevó la mano a su espada en ningún momento. Su respiración estaba a punto de apagarse del todo cuando de pronto él la soltó y la agarró únicamente del cuello de la ropa. Desgraciadamente, ya la había debilitado lo suficiente como para que mostrara más resistencia y así se quedó.

“Tranquila, una muerte agonizante por estrangulamiento no es lo ideal para ti” dijo.

Había llegado al límite. Ya no podía esperar más. Él se preparaba para ejecutarla. Desenvainé mi espada creyendo que ya no tenía remedio pero cuando fui a descubrirme noté algo que me hizo detenerme una vez más. Mireia estaba susurrando algo, muy bajo, tan bajo que el Caballero Negro no podía oírla, y mucho menos yo, pero podía leerle los labios. Después empezó subir de tono poco a poco. Del susurro a hablar bajo, de hablar bajo a hablar normal, y de ahí a exclamar con fuerza.  

Rey que unes la oscuridad más profunda
Soy tu más humilde servidora
Concédeme una parte de tu inmenso poder
Acude a mí en este instante
Más negro que la oscuridad
Más rojo que la sangre que fluye
Encerrado en las corrientes del tiempo
En vuestro sagrado nombre
me acojo a la oscuridad
Por el poder que vos y yo poseemos
¡¡Que todos los estúpidos
que se interpongan en nuestro camino
sean totalmente destruidos!!
¡¡¡Matadragones!!!

En ese momento posó sus manos sobre el pecho del Caballero Negro y un gigantesco rayo de energía rojo muy intenso salió de ellas y engulló literalmente a Blackron. Absorber al Caballero Negro no fue suficiente para detener ese ataque, por lo que siguió avanzando y en un instante impactó contra la pared del Ataúd Negro. Sin detenerse ni frenarse atravesó la pared energética y durante un instante una estrella fugaz roja atravesó el cielo de la ciudad perdiéndose en el horizonte. Fue rápido y limpio, sin humo, sin destrozos innecesarios. En menos de cinco segundos todo había vuelto a la normalidad. Mireia se posó en el suelo y cayó de rodillas mientras tosía sin cesar. Resultaba evidente que el intento de estrangulamiento por parte de su adversario le había dejado serias secuelas.

“Jeje… No creo que pueda hacer eso otra vez – la escuché decir – Cof, cof…”

No tenía la más mínima duda de que no se había terminado todo por ahora. Aún potente y vistoso, ese hechizo era insuficiente para terminar con el Caballero Negro. Empecé  a mirar al cielo buscándole, pero estuve muy lento, porque él ya había bajado a la azotea otra vez. Miraba como los últimos pedazos del Ataúd Negro se precipitaban en el vacío y mientras lo hacía, una gota de sangre resbaló hasta uno de sus ojos. Al limpiarse se descubrió una pequeña herida en la frente, seguramente se la hizo al chocar de golpe con la barrera.

“Je… Por un momento has conseguido asustarme – dijo mientras se tocaba la herida de su frente – Además tengo que felicitarte, eres el primer ser humano que consigue derramar mi sangre por fuera de mi cuerpo”.

En ese momento la reconoció como una rival digna y desenvainó su espada. Esperaba que se lanzase a por ella como había hecho antes, pero supongo que hasta él puede volverse más prudente. Se quedó de pie en el mismo sitio, mientras la daba tiempo para recuperarse un poco.

“Con el hechizo has malgastado todas tus energías, aferrándote a la falsa esperanza de una tan hipotética como milagrosa victoria. Ahora todo ha terminado para ti”.

No creo que ella estuviera escuchándole. Estaba demasiado ocupada tratando de levantarse. Sus brazos y piernas temblaban y cayó de rodillas varias veces antes de conseguir ponerse de pie. Aun así, ya no podía hacer nada. Seguían temblándole las piernas, su respiración no se había recuperado y por como forzaba la vista seguramente se le estaba empezando a nublar. A pesar de todo, sacó su espada y se colocó en guardia, esperando el siguiente ataque del Caballero Negro.

“¿Lo usará ahora? – Me volví a preguntar – Lo dudo, si quisiera usarlo, lo habría hecho hace rato. Es demasiado obstinada como para cambiar de opinión. A menos que piense que si no lo usa morirá, seguirá en su línea. Vaya – pensé al mirar hacia el otro lado – Parece que el Caballero Negro quiere terminar ya el combate, también está colocado en posición”.

“¡¡Getsuga Tenshou!!” gritó.

Ahí estaba, su técnica de viento con forma de luna en cuarto menguante con la que había derrotado a varios enemigos antes. Sabía que si daba de lleno a Mireia acabaría con ella, pero no sé por qué, sentí que aún no debía intervenir y continué observando. El ataque avanzó con fiereza contra Mireia, quien únicamente utilizó su espada para bloquear el ataque. Yo estaba convencido de que el Getsuga Tenshou iba a partirlos por la mitad tanto a la espada como a ella. Suerte que me equivoqué. Al chocar contra la espada se produjo un forcejeo con chispas en el punto clave de fricción, pero no duró más que el par de segundos que tardó Mireia en ceder y ser arrollada por el ataque de su adversario, que la empujó más allá de los límites de la azotea. En vez de volar y subir de nuevo para continuar, vi cómo se precipitó al vacío sin remedio, así que ya tenía que haber perdido el conocimiento.

“¡Ahora! – pensé y de un acto reflejo salté al vacío. Para evitar volar y que así me detectaran, corrí por la pared del edificio a la velocidad suficiente para desafiar la gravedad. Después salté a la pared de al lado, por la que estaba cayendo ella y me dejé caer hasta alcanzarla – ¡Ya eres mía!” pensé al abrazarla desde detrás.

“¿Qué… qué ha sido eso?” – la escuché susurrar. Mierda, al parecer no había caído inconsciente todavía, pero ya no había vuelta atrás – ¿Tú otra vez? – Me dijo al verme – ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué me estás salvando otra vez?”

“Te digo lo mismo que la otra vez, ya que aquella vez no lo escuchaste porque sí estabas inconsciente. No hace falta una razón para ayudar a otra persona, no te sientas especial”.

“Sí que hace falta una razón, que esa persona lo merezca”.

“Cállate – contesté sin mirarla a los ojos – No estás en posición de negociar. Pero respóndeme una cosa, ¿por qué no has usado la energía que tienes guardada en tu espada?”

No respondió. Estaba en su derecho, pero creo que contestarme era lo menos que podía hacer después de que la hubiera salvado. Me asomé un segundo para mirarla mal y fue entonces cuando me di cuenta de que se había desmayado. A buenas horas. Ya podía haberlo hecho treinta segundos antes, me habría ahorrado la charla.

En breve me di cuenta de que tenía cosas más importantes en las que pensar. Había sido demasiado optimista con respecto al Caballero Negro, y se había asomado para comprobar su éxito.

“El caballero de la rosa – dijo al descubrirme – Así que estabas rondando por ahí – Extendió el brazo, señalándonos con el dedo índice y empezó a cargar una bola de energía de color negro – ¡Cero Oscuras!”

De aquella pequeña bola emergió una potente onda que avanzó ferozmente hacia nosotros asolando todo a su paso. Un hombre que se había asomado por la ventana al escuchar el ruido, al mirar hacia arriba recibió el Cero Oscuras de lleno y la parte superior de su cuerpo quedó reducida a cenizas. El torso y sus piernas se mantuvieron en pie unos segundos y después cayeron sobre su propio peso.

“¡Oh, no!” grité, y para lograr esquivarlo tuve que impulsarme en una ventana que se rompió al despegar mis pies. Aun así, la onda nos pasó rozando, desgarrándome parte de la ropa y quemando levemente mi hombro, pero como no, sin alcanzarla a ella.

Después de pasarnos, la onda continuó avanzando hacia el suelo, provocando una gran explosión en la entrada del edificio, y reduciendo a polvo a todas y cada una de las personas que había por la calle y en la planta baja, de la que salió una nube de fuego por las ventanas, después de que reventaran por la presión, claro. Tuve que detener mi descenso para no ser consumido también. Total, ya me habían visto. Me quedé observando aquella desoladora escena lamentándome de no haber podido hacer nada por evitarlo, sabiendo que había puesto la vida de una persona que apenas conocía por encima de todos los que estaban muriendo a mi alrededor. Es cierto que el Ataúd Negro de Blackron no se habría roto en condiciones normales, pero confiar en el hechizo de un enemigo tampoco es la decisión más adecuada. Por suerte o por desgracia, el ataque fue tan intenso que arrasó con todo sin dejar rastro, por lo que no vi ningún cadáver con el que atormentarme más, ni ninguna persona viva cerca a la que poner en peligro. Era el momento. Bajé hasta tierra, dejé a Mireia en el suelo y, temiendo un nuevo ataque, subí volando hasta la azotea antes de que volviera a poner en peligro a más gente. Seguramente se había anticipado a mis pensamientos, pues estaba arriba esperándome.

“Dime, esa chica ha sido víctima de mi Cero Oscuras, ¿verdad?”

Al principio no lo entendí. Él había lanzado el ataque mientras estábamos a la vista, sabía perfectamente cuál había sido el resultado de su acción, no tenía nada que preguntar. Me quede unos segundos en silencio, meditando, buscando una razón para aquella situación, que no me volviera loco, claro. Tras darle muchas vueltas llegué a una conclusión, pero no la diré por miedo equivocarme, si me lo permitís, ya que puede que vosotros lleguéis a otra distinta.

“Sí” respondí después de decidirme.

“Me alegro. Eso significa que ya me puedo ir de aquí. Hasta la vista”.

“¡Espera! – Le grité al comprobar que sus palabras iban en serio – ¿Ya está? ¿Te vas sin más? ¿No vas a intentar arrebatarme mis poderes? Te advierto que yo ya poseo el poder de la rosa negra”.

“¿La rosa negra? Es cierto, esa sería la habilidad que obtendría al arrebatarte tus poderes, eso si tú realmente fueras el caballero de la rosa, claro.

Lo siento, pero no tengo órdenes de acabar contigo, y no quiero hacerlo por propia voluntad, mi objetivo es una sola persona. Así que disfruta de estos momentos de vida que te estoy regalando, en otra ocasión no tendrás tanta suerte”.

Le dejé marchar. Y aún ahora, viéndolo todo desde fuera, con un poco más de perspectiva, sigo creyendo que fue la decisión correcta. Nada me aseguraba mi victoria en medio de una ciudad con tantas víctimas potenciales. Había cosas más importantes de las que preocuparse. Recogí el cuerpo inanimado de Mireia y salí caminando entre los destrozos, cuando algo me llamó la atención.

“Eso es...”









Curiosidades!!!

Ataúd Negro en plena formación
El Matadragones de Reena
Un Getsuga Tenshou que nunca lo había puesto

Y hasta he encontrado un GIF del Cero Oscuras

2 comentarios:

Jon dijo...

Bien un capítulo diferente a los anteriores, con acción y trama porque se insinua que no es el caballero de la rosa, interesante.

Creía que su estrategia en esta ocasión consista en luchar en la oscuridad,(ocasión consistía)
A pesar de que me haba separado voluntariamente del grupo(había separado)
Cuando Mireia la onda pasó de largo a Mireia y dejó ver el suelo de nuevo,(esta frase no la veo sentido)
Tras darle muchas vueltas llegué a una conclusión, pero no la diré por miedo equivocarme,(por miedo a equivocarme)
P.D Hoy estabas subiendo en bici por la avenida de las provincias???

Dani dijo...

Poco a poco voy retomando, el mata dragones también conocido en la primera temporada como droga de esclavos xD